domingo, 19 de noviembre de 2023

El viejo lobo de mar


 

El viejo lobo de mar.


...La tarde, con vientos de poniente y excelente temperatura, invitaba a pescar. También el coeficiente de marea era idóneo, para practicar este noble deporte. Tras cargar todo lo necesario en el coche, partí rumbo a Huelva.

Mi objetivo, en esta época de primavera, eran las herreras o mabras, cómo se le conocen en el litoral mediterráneo. Una vez llegado a Huelva, me dirigí a la tienda de Blás, un espigado y amable Cartayero, que había inaugurado una tienda de pesca en avenida Costa de la Luz.

Juani, esposa de Blás, estaba a cargo de la tienda, mientras este, buscaba cebo en las marismas.

Una vez comprado el cebo, galeras, almiñocas y lombriz, me dirigí al punto de pesca, situado en la bonita playa del Portil, una playa de doradas arenas y agua cristalina, pulcra y limpia.

Rodeada por una vegetación, donde destaca la retama blanca, lentisco y pino piñonero, la suavidad de sus dunas se fusionan con el agua del mar, que irrumpe con vigor, cuando los vientos de poniente soplan con fuerza. Un corto trayecto desde el coche, y pronto tenía montada las cañas, y dispuestas para ser lanzadas. A mi alrededor, innumerables pescadores, se agolpaban en un reducido espacio, estaba claro, que la temporada de herreras, había comenzado. Pronto noté la primera picada, mi corazón latía con brío.


...-¿Sería mi primera herrera de la temporada?.


Tras una lucha titánica, pronto divisé su plateado lomo, que batallaba para ser liberada. Mi sorpresa fue mayúscula, pues no se trataba de una herrera, más bien una hermosa lubina, cercana al quilo. Con el crepúsculo cubriendo el litoral con sus infinitas sombras, una persona adulta se acercaba a mi lado. Con exquisita educación me preguntó que si podía pescar cerca de mi puesto.


...-¡Claro, póngase usted dónde quiera, yo pronto me iré!.

Exclamé.


En una primera impresión me recordó al capitán Ahab, por su recortada barba. Sobre su cabeza portaba una gorra, desteñida por el paso de los años, que ocultaba una cabellera, abundante, de color negro azabache, el cual no había perdido la pigmentación, a pesar de los años. Una robusta caña de pescar, telescópica, y una bolsa que contenía cebos, y utensilios para pescar , eran sus único objetos. Antes de recoger las cañas, observé por curiosidad al adulto, el cual colocaba una sardina de enorme dimensiones, sobre un anzuelo cuatro barra cero.


La robusta caña telescópica, medía unos tres metros, y había esperado pacientemente la llegada del crepúsculo para lanzar la enorme carnada, sobre unas aguas tranquilas ya que el viento había comenzado a amainar. Es en este tiempo, cuando el día precede a la noche, cuando los peces muestran menos recelos y salen a cazar. Con todo ya recogido, puse fin a mi primera jornada de herreras, la hermosa lubina en mi primera picada lucía por encima de algunos sargos y herreras, cercanas al medio quilo. Antes de partir, saludé al adulto, con la mano, y cortésmente fui correspondido.


De los pocos coches que aún quedaba en el aparcamiento, me llamó la atención una vieja furgoneta, marca Wolkswagen, furgoneta que puso de moda los hippyes de finales de los años sesenta, principio de los setenta. Pasados unos días, volví otra vez al lugar, esta vez llegué más tarde, esperaba las primeras horas nocturnas, cuando los peces de mayor envergadura rompen su timidez y salen a cazar bajo escasa luz. De nuevo, al girar la vista, advertí la presencia de la vieja furgoneta, aparcada casi en la misma zona de días pasados. Sin prestar atención, de nuevo encaminé mis pasos, hacia ese trozo de playa, donde el océano llega con sus cristalinas y oxigenadas aguas. Varios pescadores con ropa de abrigo esperaban la llegada de la noche. Apostado en un extremo, pude ver de nuevo cómo el adulto se disponía a lanzar su caña, con un pesado plomo, quizás de doscientos gramos, y de cebo, medio jurel. No había transcurrido ni media hora cuando noté la primera picada, que apenas movió el puntero, pensé, esto debe ser un pez pequeño, pero a medida que llegaba a mi presencia, se hacía más pesado, al poco rato un buen número de aficionados se reunían a mi alrededor, para ver el extraño pez, que resultó ser un enorme lenguado. Tras charlar un rato con viejos compañeros, pregunté, por el adulto.


...-Yo particularmente no lo conozco, pero he coincido varias noches con él, pesca sobre todo con el crepúsculo, lanza un pesado plomo y de cebo, medio jurel, o sardina entera, no sé que pretenderá pescar, tal vez algún cazón, jajajajajaja.

Respondía mi buen amigo Javi, gran pescador de herreras.


...-Creo que no es de por aquí, el otro día coincidí con el y me respondió en perfecto castellano, debe ser del norte.

Repliqué.


Ya entrada la noche, el adulto se acercó hasta mi presencia, haciendo gala de enorme educación, me preguntó.


...-¡Que tal, cómo va la jornada de pesca!.


...-Pues mire, un lenguado, y un par de herreras...¿Y usted ha pescado algo?.


...-No, nada, el pez que busco es difícil de sorprender, lanzo mi caña y espero.

Responde de manera sincera.

Con dudas y totalmente intrigado, vuelvo a preguntar.


...-¿Pero que pez es?.

Pregunto, dejándome más intrigado...


...-¡Ya lo verás, si tienes suerte de coincidir una tarde noche conmigo!.

Exclama.


A partir de este momento, sólo un deseo comienza a forjarse sobre mi cerebro....conocer que extraño pez, quiere pescar este viejo lobo de mar, cómo cariñosamente le apodo, desde este instante en el que comienzo a forjar una amistad con tan misterioso personaje. 

Sentado a su lado comenzamos a conocernos.


...-¿De dónde es usted?.

Pregunto, intrigado, por su buen acento castellano.


...-Soy de Valladolid, aunque me he llevado casi toda mi vida embarcado, he dado varias veces la vuelta al mundo y ya en el ocaso de mi vida, me he retirado, para conocer un poco de mi tierra, ya que sólo he visto océanos, mares, sol, nubes y estrellas.


...-Aunque ,la mar le atrae, como se puede comprobar, y ese digamos, vinculo se perpetúa en el tiempo de manera vitalicia.


...-Lleva usted toda la razón, y sí, la mar me atrae, como el imán al hierro...jajajajaja.


Desde este momento una profunda amistad y respeto queda sellada, estampada, con un fuerte abrazo. En los días sucesivos, acudo a mi cita, más bien por interés del pez que mi buen amigo quiere pescar, que por otra cosa. La gente pasa a nuestro alrededor, burlando, mofándose de este viejo lobo de mar, que sigue lanzando su caña, escudriñando cada trozo de océano, con un pesado lastre y enorme carnada. Algunos pensaran.


...-Este tío está loco, que querrá pescar con ese cebo tan enorme.


Algunos pescadores en modo de mofa y burla, preguntan.


...-¿Abuelo, cuantos tiburones lleva pescados hoy, jajajajaja?.


...-Reid, reid, insensatos, disfrutad pescando esas pequeñas mojarras, que quien ríe último, ríe mejor.

Me dice casi susurrando.


Pasan los días y el viejo lobo de mar hace vida en la vieja furgoneta. Baja hasta el Portil, y compra lo necesario para subsistir. Un pequeño butano a gas, es usado, para calentar la comida en un hornillo de dos fuegos. En uno de sus brazos se puede leer el nombre de Carmen, tatuado, quizás su único amor, también sus manos portan enormes cicatrices, mal curadas, profundas huellas de luchas titánicas con grandes marlines. Me cuenta que una noche cayó al mar, sus compañeros de momento reaccionaron, y lograron izarlo a bordo, cuando varios tiburones toros, amenazaban con despedazarlo.


...-Fue una experiencia única, jamás podré olvidarlo.

Responde.


La tarde de primavera, cómo otras muchas no ofrecía novedad ninguna. Había llegado hasta la furgoneta, dónde encontré a mi viejo amigo, sonriente, me decía...


...-Hoy es el día.


.-¿De qué?.

Pregunté, intrigado.


...-Hoy es el día querido amigo. 

 Respondió.


...-Tras tomar una taza de café a la sombra de los pinos, me dijo...


...-Hoy es el día...el coeficiente de marea es el idóneo, de 100, bastante alto, la pleamar será a las veintidós horas, los vientos de poniente soplan con fuerza, y la presión atmosférica es de 1020 milibares, todo coincide, para que nuestro amigo se acerque hasta el litoral.


Tras tomar café, preparó todo de forma meticulosa. Los jureles que servirían de cebo, estaban recién pescados, y el modesto equipo de accesorios estaba compuesto por varios plomos de 200 gramos, caña telescópica robusta, de 5 tramos y 3 metros de longitud, carrete marca "Segarra" de tambor giratorio con capacidad para sedal de 300 metros de hilo de 80 mm, anzuelos enormes de carbono e hilo de licra. Nos acercamos hasta la misma posición que siempre, había utilizado, desde que se encontraba en el Portil. Un gran anzuelo del número 2/0 de carbono, era insertado en el grueso bajo de linea. A continuación, con la aguja de insertar, atravesó el cuerpo del jurel comenzando por la boca, y sacándolo por la cola. Ya con el jurel listo, con hilo de licra, ataba con varias vueltas, el cuerpo del jurel, para que aguantara el lance. Un primer lanzamiento a unos 80 metros de la costa, era efectuado por manos expertas, el cebo de esta forma, estaría en una zona de unos 3 metros de profundidad. La suerte estaba echada, con la tarde declinando, con los últimos rayos de sol que se ocultaban entre las nubes. A nuestro alrededor pescadores bulliciosos, sacaban algunas herreras, sargos y lubinas. El viejo lobo de mar, sentado junto a la caña observaba con insistencia el puntero con mayor intensidad, que otros días, había leído de forma experta todo lo que la mar le brindaba en su devenir de oleajes, gaviotas, vientos, mareas, nubes, color del agua, todo coincidía, no había duda, pero la mar muchas veces nos engaña, cómo si nos mostrara las cartas boca arriba y luego nos las ocultara.


Yo miraba mi reloj con impaciencia, las horas pasaban de forma rápida, mientras entrábamos en uno de los mejores momentos para pescar, la ultima hora, antes de la pleamar definitiva. El viejo lobo de mar, me observaba, con rostro serio, mientras yo miraba el puntero. De pronto un sonido seco, provocó que ambos miráramos la caña que con movimientos compulsivos, arqueaba, hasta casi desprenderse del portacañas, mientras el carrete, comenzaba a desalojar hilo del tambor, cómo si una energía poderosa tirara con fuerza hacia las profundidades. El viejo saltó de la arena cómo un resorte, mientras sujetaba la caña.


...-¡Aquí está, aquí está!

Exclamaba, dando gritos.


Los pescadores de los alrededores, dejaron sus cañas y todos acudieron, a ver el gran pez, que batallaba, peleaba con bravura, para despojarse del anzuelo que lo aprisionaba. En su huida hacia las profundidades, desalojaba metros y metros de sedal, que el viejo recuperaba cuando notaba, que la bestia estaba cansada..mientras yo me preguntaba.


...-¿Qué pez podría ser?.


Una gran anchova, dorada, lubina, un gran cazón, jamás había visto nada igual, en todos los años de pesca y la curiosidad por saber que era, se hacía interminable, mientras el viejo batallaba, recogiendo sedal, soltando sedal. Transcurrida más de una hora, nuestro viejo lobo de mar, luchaba con la bestia sin desfallecer. Debido al tremendo esfuerzo que desarrollaba, pedía agua que yo generosamente ofrecía, también refrescaba su frente del sudor que emanaba, descendiendo por su rostro. Gran expectación había levantado, el gran pez, que un numeroso público se congregaba, en los alrededores de la playa, algunos de ellos, se habían mofado y burlado, del viejo lobo de mar, ahora se miraban con rostro de incredulidad. Muchos de ellos repetían una y otra vez la manida frase."Sabe más el diablo, por viejo, que por diablo".

Tras casi hora y media de titánica lucha,el viejo parecía extenuado, pero en estos momentos no podía desfallecer, faltaba poco para izar al gran pez fuera del agua. Los brazos del viejo lobo, curtidos en mil batallas, continuaban soportando la continua lucha, que sometía el enorme pez, que poco a poco cedía, claudicaba, para finalmente a pocos metros, agonizando, fuera por fin izado fuera del agua. Todos los presentes, felicitaron al viejo lobo, con muestras de afectos y cariño, mientras yo ayudaba alumbrando con mi linterna, a sacar fuera del agua esta enorme criatura, que resultó ser....una gran corvina, de casi 1´80 metros y un peso cercano de 60 kilos. Luego abatido, por el enorme esfuerzo, el viejo se retiraba hasta la furgoneta, con su preciada captura.

 

...-Asi que una gran corvina, le felicito aunque no se su nombre todavía.


...-Rafael González Pulido, ese es mi nombre, aunque todos mis amigos marineros me conocen cómo capitán Ahab, no sé, será por mi recortada barba, que recuerdan a Gregory Peck, en la película Moby Dick, aunque yo no poseo por suerte ninguna pata de palo, jajajajaja.

Respondía entre risas.


Esa noche acompañé al viejo, en la furgoneta. El enorme pez yacía sobre la parte trasera, donde sobresalía tapado con algunos trapos. A punto de amanecer trasladamos el gran pez hasta Punta Umbría. En la lonja del puerto en la subasta, se vendió a buen precio, después decidimos tomar café con churros de patatas. Entre abrazos me despedí de esta  gran persona, de este solitario viejo lobo  de mar, cuya vida había transcurrido surcando mares y océanos, y que en la última etapa de su vida, en el ocaso, aún le costaba despegarse de sus misteriosas aguas, y continuaba recorriendo el litoral, a bordo de una vieja furgoneta. Días más tarde, regresé de nuevo al lugar, ya no estaba la vieja furgoneta, nuestro viejo amigo había marchado, buscando nuevos retos, quizás hasta otro punto de la geografía Española, sin apartarse de ese trozo de agua que le hace ser feliz y disfrutar los últimos años de permanencia en la tierra.


El viejo lobo de mar...un relato de Marcos Tenorio Márquez.

viernes, 17 de noviembre de 2023

Tharsis, velada de 1970..."El campeón de recogida de varillas"

 

Tharsis, velada de 1970..."El campeón de recogida de varillas"



...Año de 1970, Minas de Tharsis, iniciaba una nueva década, cargada de esperanza y prosperidad, con el reconocimiento por parte de los responsables de las minas, de otorgar una medalla conmemorativa a los mineros, por la consecución el año anterior, del desplazamiento de un millón de toneladas de mineral.


Esta medalla, representaba para los mineros, todo un orgullo y reconocimiento, por la labor desarrollada a lo largo del año, donde el duro trabajo, agotador y penoso, fue realizado con responsabilidad, pundonor y honra, por avezados y curtidos mineros, siempre bajo la sombra de protección de la patrona Santa Bárbara.


El pueblo por su parte, sufría de forma inexorable, como la emigración, hacia otros puntos de España y el extranjero, diezmaba una población, que aún contaba con miles de habitantes, muchos de ellos hacinados en pequeños cuarteles.


Sin embargo, estas condiciones, no lograron que la población cayera en el profundo pozo de la depresión y lograron sobreponerse, a la continua despoblación de barrios emblemáticos del pueblo, y la gran escuela vieja, con la apertura de un nuevo colegio de dos plantas, moderno y flamante.


La velada, en este año, se esperaba, con verdadera ansiedad. Un gran elenco de artistas, de reconocido prestigio, amenizaría las calurosas noches del pueblo, donde un sinfín de atracciones de feria, harían las delicias de niños, adolescentes y también de personas maduras, con “El Látigo” como ejemplo.


Los responsables de la comisión de festejos, habían planeado que todo resultara ameno, perfecto, entretenido, para que los miles de forasteros que visitaran el pueblo, se llevaran una grata impresión de la fiesta, a los que todos bautizaban como unas segundas “Colombinas” .


Dentro de los juegos y deportes, que la comisión de festejos, había planeado, para la semana de la juventud y de esta forma festejar nuestra velada, existía uno nuevo, sin duda, surgido de la mente de algún responsable de la comisión. A dicho nuevo juego se le otorgó el nombre de...”Campeonato de recogida de varillas de cohetes”.

Las bases de dicho campeonato eran sencillas, tan solo habría que recoger el mayor número de ellas, al ser lanzadas por el cohetero y sería un solo día, el sábado de velada.


Multitud de niños de todo los barrios del pueblo, se inscribieron, entre edades comprendidas de 7 a 12 años. De todos ellos, destacaba sin duda Tomasín, rápido y veloz, también intuitivo, representando a la barriada del “Coto”.


Llegado el sábado de velada, la expectación, era máxima y multitud de personas se agolpaban por los alrededores desde donde partiría la comitiva, con las carrozas de la reina y damas, gigantes y cabezudos y la banda de música del Cerro del Andévalo, que amenizaría el recorrido, con pasodobles, canciones populares y folclóricas.


Los primeros cohetes, estallaban en el azulado cielo de Tharsis, y multitud de niños, corrían tras la varilla que caía sin remisión al suelo, tras desalojar la pólvora con el característico estallido. Mientras tanto, gigantes y cabezudos, al compás de la música, amedrentaban a los más pequeños de las casas, que permanecían escondidos tras los adultos. El cohetero, con su ayudante, reclamaban toda la atención de los niños, ansiosos por ver un nuevo cohete partir hacia el cielo. Llegado ya el crepúsculo, la expectación crecía, debido ya a los últimos cohetes. Como se suponía, Tomasín, ya había alcanzado una importante cifra de varillas, aunque había surgido un duro competidor, desde la barriada de Santa Barbara, apareció un joven de aspecto escuálido, de piel blanquecina y enjuto, que respondía al nombre de Benito. Este joven, poseía un cuerpo extremadamente flaco, cuyas piernas largas y fibrosas, podían recorrer en pocos segundo mas de cien metros.


A punto de caer la noche, en todos los hogares, madres y abuelas, se afanaban en planchar toda las ropas adquiridas, en distintos comercios y las luces del real de la feria comenzaban tímidamente a brillar. Por fin, la comitiva llegaba hasta el punto final y el juez dio por finalizado este primer campeonato de recogida de varillas.


Tomasín y Benito, eran los niños que más varillas habían cogido y tras el recuento del juez, surgió la sorpresa, ambos habían alcanzado la misma cifra de varillas, por lo que se decidió desempatar con un último cohete, que decidiera quien sería el campeón.

El cohetero, hombre tranquilo y parsimonioso, colocó el cohete, entre sus dedos indice y gordo y sacando su mechero de yesca, frotó la ruedecilla para que la yesca encendiera. A continuación acercó la yesca hasta la mecha y el cohete ascendió hasta el cielo crepuscular, seguido por una gran expectación, que aplaudían, cuando ambos niños, salieron como centellas en busca de la varilla que le haría campeón.


La varilla tras desalojar la carga, caía sobre una zona, cercana al cine Emilita, y ahí es donde Tomasín, con su intuición, sacaba unos metros a Benito, el cual no pudo arrancar hasta ver donde caía la varilla. Tomasín, rápido y veloz, marchaba en cabeza, en busca de la varilla, pero a falta de unos cien metros, pudo divisar como Benito lograba rebasarle, gracias a su zancada y recoger la varilla del suelo, ante el delirio del numeroso público congregado.


Hundido, con lágrimas en los ojos, Tomasín, lloraba de forma desconsolada, creía en la victoria, ya que nadie hasta la fecha, había podido ganarle. Había saboreado, las mieles del triunfo, pero en el instante final surgió la figura de Benito, con humildad, sin ejercer la prepotencia que caracteriza a Tomasín y convertirse en el campeón.

No obstante, la comisión de festejos, otorgaría un premio de consolación, para los segundos clasificados en todas las modalidades de juegos y deportes de la semana. En el baile posterior en la caseta, antes de la actuación estelar, la comisión de festejos, colocaba medallas sobre los cuellos de los agraciados y por los altavoces resonaba


...-¡Campeón, del primer campeonato de recogida de varillas...procedente de la barriada de Santa Barbara...Benito!


Exclamó el presentador, seguido de una fuerte ovación. Poco después, la reina, acompañada del presidente, colocaba sobre el cuello de Benito, la medalla de color dorado y un sobre. Benito, con timidez, alzó la medalla y el público ovacionó su nombre, mientra la reina lo sorprendía besando su mejilla, lo que ruborizó al joven.


Ya en casa, Benito, abría el interior del sobre, encontrando un billete de mil pesetas en el interior, el cual fue repartido de forma solidaria, entre los hermanos, los cuales agradecieron este bonito gesto del campeón, ante la atenta mirada de unos padres felices.


Velada de 1970...”El campeón de recogida de varillas”.


Un relato original de... Marcos Tenorio Márquez.

 


 

viernes, 10 de noviembre de 2023

Chiru


 

Chiru.



...La nueva ermita, construida sobre un pequeño montículo, rodeada por un cinturón de casas de moderna edificación, y por aromáticos aromos de bellas flores amarillas, constituía un sueño para el pueblo, que por fin se hizo realidad, para una pedanía que crecía en número de habitantes y necesitaba una gran sede para satisfacer las necesidades y demandas, de unos habitantes en su mayoría de creencias Católicas, Apostólicas, Romanas.


La pequeña ermita de origen gótico ubicada en “Pueblo Nuevo”, se había quedado reducida, pues en realidad fue construida para acoger a los propietarios de las minas, jefes y altos cargos, casi todos de origen Británico y de creencias protestantes.



El tejado de la nueva ermita, formado por tejas árabes, pronto comenzó a ser colonizado por colonias de gorriones comunes y algunos estorninos comunes y pintos, amén de las bellas cigüeñas, que ocupaban un lugar privilegiado en el tejado, con un nido sólido de gran envergadura. Los tejados formados por tejas árabes semi curvas, constituyen un excelente lugar, en donde los gorriones, pueden construir sus voluminosos nidos, al abrigo de depredadores. Gracias a las grandes paredes de la ermita, pocos enemigos podían acceder hasta el mismo tejado y los gorriones anidaban en gran número, bajo sus tejas y también aunque en menor medida sobre los grandes eucaliptos que rodeaban al pueblo.



A la salida del colegio, sobre todo en tiempo de primavera avanzada, muchos niños, adolescentes y algún que otro adulto, recorrían los laterales de la ermita, para ver si algún gorrión en fase joven, había caído tras protagonizar su primer vuelo tras abandonar el nido.



Tomasín, hacía gala de ser el niño más rápido del pueblo, pues había ganado varios concursos, en la escuela y se pavoneaba, vanagloriaba y jactaba delante de las niñas, de la virtud que poseía, aunque estas le recordaban que en el concurso de varillas de cohetes, disputado por primera vez el año anterior ,había sido batido por un niño, el cual debido a su carácter humilde, modesto y sencillo no mostraba signos de superioridad y preponderancia hacia los demás, como hacía Tomasin, en cualquier ocasión.


Este hecho irritaba sobremanera a Tomasín, que no consentía ser humillado, por un ser de aspecto flaco, tímido y de apariencia poco atractiva. Una de las tardes, al salir del colegio, observó como varios niños corrían, tras un gorrión en fase joven avanzada, pues ya sobre su cabeza se notaba las primeras plumas negras...sin poder alcanzarlo. Era el momento propicio que esperaba Tomasín, pues iba acompañado, por la adolescente, por la cual suspiraba y de la que estaba profundamente enamorado.


...-¡Ese gorrión solo lo puede alcanzar, un tío rápido como yo!.

Exclama, exhibiendo en su rostro, un tono arrogante, presuntuoso y soberbio.


...-¡Anda, si tan rápido te crees que eres..cógelo!.

Exclama, Pepita, de dorados cabellos, ojos azulados y sonrisa pícara, astuta.


...-Eso esta echo, recoge mis libros y enseguida te lo traigo.

Proclama, con tono desafiante.



En breves instantes, Tomasín, se suma junto con los demás niños, que corrían para atrapar al gorrión, que volaba en dirección al vaciadero de mineral, donde grandes eucaliptos dificultarían la captura. Ante la imposibilidad de atrapar al gorrión, muchos niños sucumbieron y terminaron arrojando la toalla,(como suele comentarse por estos lares) pero no para Tomasín, que herido por su orgullo, ponía todo su empeño para atraparlo y poder presentarlo ante su prometida, como un trofeo de incalculable valor, que llegaría sin duda hasta el corazón de la adolescente.

El gorrión mientras tanto, dando cortos vuelos, se alejaba del pueblo y emprendía rumbo por la carretera que conduce hasta el vecino pueblo de Puebla de Guzmán. Transcurridas media hora, ninguna de las partes se daba por vencida, encontrándose a unos tres kilómetros del pueblo, en unos parajes conocidos como “El Campillo”.


Aprovechando los numerosos “galaperos” distribuidos sobre la zona, el gorrión descansaba, mientras llegaba un exhausto y cansado Tomasín, que secaba el sudor que brotaba desde su frente. Al pasar junto al imponente “Cerro del Águila” Tomasín, estuvo a punto de conseguir su objetivo, pero una inoportuna ráfaga de aire, alejó al pájaro, que de manera habilidosa y escurridiza, pudo encaramarse hasta las ramas altas de unos eucaliptos, desde donde se divisaba ya el vecino pueblo. Una tregua llegaba para las dos partes, en las que las fuerzas comenzaban a menguar y la estrategia sería decisiva.

Tras el descanso, unos misiles en forma de rocas, alejaron al ave del eucalipto, donde se sentía protegida, resguardada y segura, emprendiendo el vuelo hasta las primeras casas de la calle cuarteles, de Puebla de Guzmán.


A punto de abandonar y volver para el pueblo,Tomasín, en un último suspiro y cargado de rabia y cólera, apretaba los dientes para alcanzar el ave, que volaba ya entre tejados.

Bastante cansado, deambulando por las empinadas calles, observando sobre los tejados, para divisar al joven gorrión, un ciudadano del pueblo, contempla la actitud, y con curiosidad pregunta a Tomasín.


...-¿Niño, que haces por aquí, con el calor que hace?.


...-Vengo persiguiendo un gorrión, desde Tharsis.

Contesta Tomasín, sediento y deshidratado.


...-¡Por favor, me puede dar usted agua!.

Exclama a continuación.


Después de beber y haber perdido su objetivo, comienza las lamentaciones.


...-¡Entonces dices que vienes desde Tharsis, persiguiendo a un gorrión!.

Exclama el ciudadano, con rostro circunspecto, serio y mesurado.


...-Así es, no le miento.


De repente, el rostro serio del hombre, se volvió risueño, placentero, festivo y enormes carcajadas brotaron desde su enorme boca, desprovistas de dientes.


...-Jajajajaja, desde Tharsis, persiguiendo a un gorrión...jajajajajaja...no me lo puedo creer...jajajajajajaja.


La noticia pronto se divulgó, por toda Puebla de Guzmán y los Tharsileños, que accedían hasta el pueblo comenzaron desde ese día a ser conocidos como...”Chirus”.



Tomasín, regresó para Tharsis, en el auto del ciudadano. Después de dar las gracias, este le contestó de manera jocosa, bromista y salerosa.


...-¡De nada...Chiru!.


A punto de llegar a casa, abatido, decaído y desanimado, un gorrión bastante joven, emprendió vuelo desde unos gallineros, siendo atrapado en veloz carrera por Tomasín.

Tras recibir la reprimenda, de sus padres y con la llegada del crepúsculo, Tomasín, se reunía con su adorada Pepita, en la intersección de la calle Luciano Escobar.


...-¡Qué, lograste conseguir alcanzar al gorrión!.

Exclama Pepita.


...-Pues claro que sí, lo alcancé de momento en veloz carrera, sabes que nada puede vencerme.


Seguidamente, Tomasín, enseñaba a su prometida, el gorrión capturado en su vuelta, y una sonrisa pícara, se dibujaba sobre su rostro, al besar Pepita su mejilla.



Chiru.....Un relato original de Marcos Tenorio Márquez.


 

sábado, 4 de noviembre de 2023

Recuerdos de Tharsis...Temporada de zorzales


 

Recuerdos de Tharsis...Temporada de zorzales.


El zorzal común (Turdus Philomelos)


...Con la llegada del otoño y la bajada de temperaturas, de nuevo comenzábamos a preparar las trampas o “costillas”, guardadas tras el verano. Aunque esta vez no acudíamos hasta los diversos lugares donde el agua se concentraba, más bien, a zonas donde abundaban olivares y acebuches, para tentar un ave proveniente del lejano norte de Europa y este de Asia, donde anida.


Perteneciente a la familia de los turdidos, el zorzal común, (turdus philomelos) es un ave, bastante común en Europa y parte de Asia, donde gracias a su dieta de insectos bayas y semillas, suelen sacar varias nidadas con bastantes polluelos, al año. Aunque es cierto que es un ave bastante prolífica y abundante, últimamente ha descendido considerablemente sus poblaciones, como viene ocurriendo con la mayoría de aves, debido a la acción del hombre, de manera directa o indirecta: directa, porque es perseguida de manera constante por el ser humano, que emplea diversas artes para cazarlos, en la que quizás las redes japonesas o invisibles, de manera ilegal, es la que causa, mas daños a sus poblaciones, para consumir su carne y por el paté elaborado con su hígado, e indirecta, por las grandes explotaciones agrícolas, donde el uso de insecticidas, herbicidas y otros productos para controlar insectos y malas hierbas, se han convertido en venenos mortales para todo tipo de criaturas. Existen varias variedades de zorzales, siendo el más corriente el común, seguido del alirrojo, charlo y real. Este último es visitante esporádico, ya que es el que más retirado vive de todos, en las frías tierras nórdicas, de países como Noruega, Suecia y Finlandia. La dieta de los zorzales es variada, pues alterna semillas y bayas, con insectos. Y tras esta breve introducción pasamos a relatar un día de cacería cualquiera, empleando el arte de las trampas o “costillas” como son conocidas en otras zonas del pais.


...Nos trasladamos muchas décadas atrás, concretamente en la década de los años setenta, que es cuando comienzo a conocer las diversas artes en la caza de aves, gracias a mi padre, al cual esta arte, fue transmitida por sus antepasados. Ya como comenté en un anterior relato, dedicado a esta arte, debo decir que siempre ha estado prohibida, debido a que no es selectiva, como puede ocurrir por ejemplo en la caza con armas de fuego, donde el cazador elige la presa a abatir. Hoy día ya esta arte queda como recuerdo, de una época donde abundaba todo tipo de aves, justificando y demostrando, que este tipo de arte no causaba impacto en las poblaciones de aves, como puede ocurrir con la agricultura intensiva y los productos químicos usados.


Recuerdos de Tharsis...Temporada de zorzales.


...Mis recuerdos con esta forma de cazar, se remonta como dije, a la lejana década de los años setenta. Ya en casa, en mi infancia, solía observar, a mi vecino, como preparaba las trampas, bajo el calor que brindaba el astro rey, en unas fechas donde había que rehuir de las sombras que ofrecía, los cuarteles, para buscar el lado de solana. Allí, junto a su amigo, ambos preparaban, decenas y decenas de trampas, con diversos cebos. Ya preparadas, se trasladaban al lugar elegido, para situarlas y colocarlas en lugares estratégicos. Con la llegada del crepúsculo, volvían para casa, para volver al día siguiente y comprobar e inspeccionar, que había ocurrido durante las primeras horas de la mañana, que es cuando las aves muestran mayor actividad. Con las aves capturadas, volvían a montar y accionar de nuevo las trampas que habían perdido cebo. Retirados a un lugar escondido, desde allí visualizaban, la zona, al calor de un buen fuego que mitigaba el frío adquirido. Fuego por su parte, que se usaba, una vez, echo el rescoldo, para asar, carnes, chorizos, tocinos y todo aquello que pudiera hornearse en las ascuas creadas por jaras y jaguarzos. Con intervalos de dos horas o más, se comprobaba y revisaba, la zona de trampas, para recoger las aves capturadas y reponer cebo donde faltaba.


Mi primera experiencia, con el arte de cazar zorzales, me llega, rebasados los doce años. Los sábados, tras el descanso del colegio, me gustaba inspeccionar lugares cercanos al pueblo, en mi afán de conocer un poco más el bello entorno que nos rodea. La zona de Huerta Grande, especialmente me atraía, ya que la conocía desde muy pequeño pues allí recolectábamos las “pelatas” para las “jachas” que hacíamos en la era. Una mañana de Noviembre, cuando ya el frío se dejaba sentir, encaminé mis pasos hasta una zona que había observado, el verano anterior, en los paseos que daba con mi padre. Una zona de olivos que discurría en paralelo a un barranco de aguas ácidas. Mi sorpresa fue mayúscula, allí encontré a mi amigo de la infancia Andrés Ponce (d.e.p) con su padre José Manuel (d.e.p). Tras los saludos de rigor, los acompañé, sentados al pie de la pared del huerto del Belicano (d.e.p). Desde la pared se observaba todo el olivar y las aves que entraban y salían en gran número, para saborear las aceitunas maduras. Transcurrido un tiempo, padre e hijo me invitaron , a que los acompañara a revisar y comprobar las trampas, distribuidas. José Manuel, como gran maestro, había elegido para colocar las trampas, lugares donde sabía que el zorzal acudiría y efectivamente, pronto pude comprobar, como en la primera trampa, había capturada un ave de colorido excepcional, pregunté con curiosidad, pues nunca había observado antes, dicha ave.


...-¿ Que pájaro es ?


-Esto es un zorzal, jajajajajaja.

Respondió, José Manuel, con una sonrisa burlona.


Proseguimos observando las trampas, sabiamente, distribuidas. Andrés con un manojo de trampas, preparadas con cebo, entregaba a su padre, para que reemplazara a la que había capturado un ave o había sido comida. Con un buen alijo de zorzales y algún mirlo, volvimos de nuevo hasta la pared del huerto, para esperar otro tiempo en el que de nuevo se comenzaría a comprobar las trampas. En ese momento y con el gran maestro, José Manuel, comencé con una serie de preguntas que satisficiera mi curiosidad, porque era la primera vez que observaba esta forma de caza, ya que con mi padre, solamente había acudido a los lugares que alojaban agua en verano.


...-Estos gusanos que usáis como cebo, que son.


...-Estos cebos lo llamamos roscas, que la puedes encontrar en diversos arbustos o plantas vegetales. Estas precisamente que observas, son de cardos, esos a los que acuden los jilgueros, cuando están verdes en primavera. Una vez ha terminado su ciclo, se seca, creciendo en su interior, no en todos, un gusano de alguna mariposa. También roscas, puedes encontrar en las jaras, aunque de mayor medida y de color amarillento, en el interior de los populares “gamones” también crían, estas roscas y en otras plantas, aunque mi favorita sea la de cardo, por la dureza que ofrece. Otro cebo muy bueno, es la llamada “miñocla” perteneciente a la larva de un escarabajo, que se encuentra en una zona especifica, un carril que nos conduce hasta las “Peñitas” a una centenas de metro después de abandonar la carretera. Y en el tiempo, ya cuando escasea la aceituna, es muy efectiva ponerlas como cebo.


...-¿Hay aquí en el pueblo, mas lugares, donde se puede cazar el zorzal?.


...-Pues claro, que hay más lugares, este que ves es el más cercano, te diré algunos, pero no lo comentes con nadie, es secreto.


La finca de “Las Fiñas” es un excelente lugar, alterna olivos, encinas, alcornoques y es bastante amplia la zona en la que puedes distribuir las trampas.


Las Infantas” para muchos, es la zona “rey” donde cazar el zorzal. La verdad que es una zona muy buena, posee un olivar extenso, rodeados de abundante vegetación, de encinas, acebuches, jaguarzos, jaras, aulagas, tojos, ideales para los zorzales.


El Empalme”...Sinceramente, para mi, es el mejor sitio, aunque está muy alejado. Tiene todo para atraer al zorzal, mirlo y demás aves, excepcional junto con las Infantas, sin duda los mejores lugares.


Cementerio de los Ingleses”... Otra gran zona, posee también un olivar de olivos centenarios, da un poco de reparo, que se encuentre junto a un lugar sagrado, por lo demás, abunda los zorzales, mirlos, rabilargos, estorninos y demás aves que te podrían dar una buena jornada de caza.


Las Puercas”...Otro lugar muy alejado, posee pocos olivos, pero es muy visitado, por el zorzal, por su extenso barranco que atraviesa la finca, en un extremo.


También hay zonas, que no poseen olivos ni acebuches, son barrancos, en cuyos contornos ha crecido jaguarzos, jaras y otro tipo de arbustos, que atraen al zorzal, que encuentra en la tierra húmeda, insectos con los que alimentarse.


Todos estos lugares que te he nombrado, exceptuando los barrancos, poseen viejas paredes de rocas, en las cuales crían caracoles, sin duda un manjar para los zorzales.


Acompañe, muchos fines de semanas, que se convirtieron en años, a padre e hijo. Alternaban el olivar de la “Huerta Grande” con el de “Las Fiñas” . Aprendí mucho de José Manuel, todo un experto...


...-El zorzal, acude al olivo, coge la aceituna y se marcha al monte cercano, allí, lejos de miradas indiscretas, da buena cuenta de la aceituna, por eso es, en estos lugares, aparte del olivar, es donde se debe distribuir las trampas.


Mis primeros zorzales capturados, fueron en la finca de “Las Fiñas” junto a mi buen amigo Juan Rodríguez Domínguez (d.e.p). Ahí fue nuestro bautismo de fuego, ahí comenzamos nuestra temporada, y en años sucesivos visitamos todos los lugares mencionados por el maestro José Manuel, con desigual suerte. Hoy ya día con el arte totalmente olvidado, solo la caza con armas de fuego, muestra actividad, colocándose el zorzal, en el podium de las aves cinegéticas más valorada por los cazadores.


Recuerdos de Tharsis...Temporada de zorzales.


Un relato de...Marcos Tenorio Márquez

 


 

martes, 31 de octubre de 2023

Frente a la corta de "Sierra Bullones"


 

Frente a la corta de “Sierra Bullones”.


De pequeño en mi afán de descubrir el pueblo y sus bellos rincones, solía acompañar a mi abuelo, que gentilmente brindaba su compañía para mostrarme los hermosos parajes y contarme algunas historias relacionadas con los mismos.


Después de tomar la merienda de la tarde y agarrado de la mano, mi abuelo me conducía hasta un lugar, donde jamás había estado antes en mi corta edad. En poco tiempo, desde la calle Madroñal, recorrimos apenas medio kilómetro, hasta llegar a los filtros de agua, que se encontraba en un lugar conocido como el cabezo. Tras coronar su pequeña cumbre, un extraordinario panorama se abría ante mis ojos, quedando fascinado, embelesado, cautivado y maravillado por tanta magnificencia y esplendor. Mi abuelo con una sonrisa sarcástica e irónica, observaba mi rostro,mientras exclamaba.


...-¡Que te parece, hijo, es la corta Sierra Bullones!.


...-Oh abuelo, que maravilla con esos edificios y ese enorme “agujero” sobre la tierra y rocas, rebosantes de colores.


Sentados sobre un peñasco, recorría con la vista, toda la periferia, observando las bandadas de grajillas que volvían para pasar la noche bajo el abrigo de las imponentes rocas.


De forma paciente, mi abuelo, comenzaba a describirme cada uno de los edificios que se encontraba sobre la base de la gran corta.


...-Hijo, esta profunda corta que tienes ante tus ojos, tiene mucho siglos de historia, ya que fueron explotadas para satisfacer la demanda de minerales, que al ser fundidos se convertían en todo tipo de utensilios que solemos utilizar los humanos para nuestras necesidades diarias. Los ingleses construyeron todos esos edificios que ves, la casa de máquinas, el gran malacate, ese gran armazón de hormigón armado que ves enfrente servía para que el mineral alojado en su interior se vaciara en los vagones de los trenes a través de esa especie de embudo. Una vez llenados, emprendían el viaje hasta Corrales. Yo conducía una gran máquina de vapor, que depositaba el mineral en el cargadero del muelle de Tharsis, donde grandes barcos recogían el mineral, hasta su destino.

El gran malacate que aparece ante tu vista, revestido de acero e hierro, permanece mudo, callado, las grandes maromas de acero que bajaban la jaula, donde mis queridos compañeros se jugaban la vida diaria, arrancando mineral de las entrañas, hace tiempo que dejaron de funcionar. Hoy día, la explotación es a cielo abierto donde trabaja tu padre, tus tíos y tu padrino, pues toda nuestra familia, pertenece a esa ascendencia y estirpe de personas que se asentaron en estas tierras para trabajar como mineros, y ganar un mísero jornal, para alimentar una familia.


Mientras mi abuelo, relata con inusitado interés, impregna cada palabra de sentimientos, que cala en lo más profundo de mi joven alma. Poco a poco la tarde declina por el horizonte y algunos abuelos acompañados de sus nietos comienzan a colonizar la base del cabezo, con pandorgas y barriletes, realizadas de forma artesana, que hacen volar aprovechando la suave brisa que sopla del noreste. Apoyado sobre su bastón, mi abuelo continua con su relato mientras una lágrimas descienden sobre su mentón.


...-¡Porqué lloras, abuelo!.

Exclamo.


...-Nada hijo, a veces cuando recuerdas el pasado, con personas que formaban parte de tu familia y de tu vida y ya no se encuentran entre nosotros, surge esta especie de melancolía, añoranza y nostalgia. Cuando seas mayor lo comprenderás.


Con bandadas de vencejos que escudriñan cada rincón del cielo persiguiendo insectos, decidimos volver para casa, tras una tarde fantástica. En mi cerebro ha quedado grabada cada palabra de mi abuelo, mientras observo el filtro y alguna madre que llena un cubo de agua potable, que servirá para calmar la sed.


Al día siguiente mi abuelo continuaba, con su labor de enseñarme todo lo relacionado con las milenarias minas. Recorrimos esa tarde parte de las cuadras,en estado de abandono, pues los equinos que formaban parte de la explotación minera, hace tiempo que dejaron de prestar sus servicios, sustituidos por moderna maquinaria de acero y hierro. Contemplamos la puesta de sol, que se reflejaba contra el gran malacate, tiñendo de colores dorados su imponente figura, silueta e imagen.




Sierra Tersae.


Vestida con traje verde

con faldas negras y lunares

blancos, horadadas por

barrancos, bermejos, encarnados

de rojos, perfumados por sutiles

fragancias, de brezos, madroños

y aulagas.


Las Cuadras.


Aires de decadencia, se filtran

a través de puertas y ventanas

oxidando, enmoheciendo la

gloria que disfrutabas siglos

pasados.

En tus caballerizas, antaño, ocupadas

por yeguadas, se respira un

ambiente extraño, que el progreso

generó, desplazando a tus inquilinos

hasta la desaparición.

Tus gruesos muros,conservarán aún

tu perfecta construcción, que

nos recordará, parte del patrimonio

que el pueblo en tiempos lejanos

gozó, nos sedujo y cautivó.


El Malacate.


Como un icono, identidad

del pueblo minero que representas

permaneces mudo, callado

quebrantado solo, por los trinos

de vencejos y grajillas, que

sobrevuelan tu imponente

figura, aletargada, anestesiada

por un tipo de minería que quedó

obsoleta, por la peligrosidad que

entrañaba, trabajar en las entrañas

donde mineros valientes, dejaron

sus vidas, para forjar un futuro

en esta tierra que nos cautivó

a todos y todas, por su incomparable

encanto y belleza. 

 

Sierra Bullones


Admirada, por pintores, poetas

fotógrafos y escritores locales,

que han sabido plasmar sobre sus

lienzos, instantáneas y hojas, todo

ese encanto, que expresas, en esa

tierra, salpicada y horadada

teñida de colores,en cuyos contornos

un pueblo fraguó y proyectó

carácter y estilo, para lucirlos

con orgullo y sentimientos.





Frente a la corta de “Sierra Bullones”....Un relato de Marcos Tenorio Márquez.