miércoles, 27 de noviembre de 2019

Desde la "Divisa"

Desde La Divisa.

.....Recuerdo cuando niño, en cuarto  de E.G.B, un profesor  llamado, D.Mario Rabadán. Algunas tardes,  cuando la primavera
acompañadas de suaves  temperaturas, precedía al frio  invierno, D.Mario, con todos los  niños de la  clase, nos sacaba  de
paseo, a conocer rincones de nuestro pueblo. En uno de estos paseos, llegamos en una pequeña aventura, hasta el punto  más
alto  de nuestra pedanía. Nosotros  contentos de alegría, por  nuestra hazaña realizada, concebimos en  nuestros infantiles
cerebros, emular por momentos  a  Sir Edmund Hillary, en   su conquista del  monte Everest. El  paseo hasta  la  "Divisa"
cómo llamamos en Tharsis, a este imponente cabezo, comenzaba en el colegio  en horario de tarde. Bien organizados y en fila
india, comenzaba nuestra pequeña  aventura. Siempre vigilante, D.Mario, marchaba  en cabeza de  la expedición.


Había varias rutas, para llegar hasta la cumbre, nosotros elegimos el  camino que transcurría  por el paseo "Tacones",hasta
la plaza "Vieja" quedando a nuestra izquierda, la  calle San Ernesto, que poco  a poco comenzaba a quedar vacía   por el fenómeno de la emigración.



La imponente corta  "Sierra Bullones" con su enorme malacate, nos daba la bienvenida, junto a la casa de máquinas y frondosos pinos piñoneros. Ruidos de perforadoras, taladrando dura roca
y camiones, nos llamó  la atención, pero D.Mario, siempre  previsor, nos prohibió que llegásemos hasta su borde, por miedo  a
que  pusiéramos  en   peligro nuestras   vidas. En   su  interior  nuestros   padres  trabajaban   con  dureza  el   duro
mineral, aspirando el  polvo  de las perforadoras, soportando temperaturas bastante extremas, calurosas en verano  y  frías
en  invierno, para poder  llevar  hasta  nuestros hogares,un  mísero jornal. 


Abandonamos la  corta "Filón  Norte" para
adentrarnos en la carretera, que conduce hasta el "Polvorín". Frondosos  huertos, de tierra  fértil y  grandes  higueras, le
da nombre   a estos   terrenos, llamados.."El prado  de las  papas". El melódico  canto de   una oropendola, con su precioso 
plumaje amarillo y negro, nos   recibe desde la  espesura  del bosque  de pinos, que bordea  la corta. Comenzamos el  ascenso
entre pinos  y  eucaliptos, la  fragancia  de aromas, nos   envuelve,  introduciendo  en   nuestros  pulmones  aire   limpio  y
oxigenado.  Hacemos  un  descanso,   antes de   acometer  los  últimos metros, ante  nuestros pies  ya se divisa una vista
esplendida, de vegetación exuberante dónde destaca el color amarillo  de la flores de aromos y aulagas, cerramos los  ojos
y pensamos..-¡Que orgullosos estamos, por haber nacido en   esta bendita tierra!.


Tras tomar unos tragos de agua,  de nuestras
cantimploras, proseguimos el  ascenso, mientras D.Mario, nos  deleita  con  su pasión  por la  música,  cantando la canción
"Libre" del  reciente fallecido y llorado, Nino Bravo, lo  acompañamos en la canción y todos al unísono cantamos..-¡Tiene
casi veinte años  y ya está, cansado de soñar ,pero trás la  frontera está su hogar, su mundo y  su ciudad.....!
.Por  fin
los  últimos  metros y  coronamos  la  cumbre, ante el  delirio  de  todos. Reunidos en  torno a D.Mario, recreamos y complacimos
nuestra vista, comenzando por la  lejana Huelva, que se  difumina entre  la calima del atardecer. Cómo motitas  de cal, San
Bartolomé de la Torre  y Alosno, el  Andeválo se  nos muestra en todo   su apogeo. Las cumbres, antaño  sembradas de trigo
duro  y cebada, comienzan  a estar  colonizadas por  eucaliptos, para la  industria maderera  de San  Juan del  Puerto. Los
imponentes cabezos, que rodean   a Vva de los  Castillejos y El Almendro, nos  impiden  admirar su belleza y nos   acercamos
hasta  la ermita  de la  Virgen  de  la Peña, con  su cerro  del  águila.

Una resplandeciente espejo color azul, en  el  horizonte,
nos permite ver, el dique de Lagunazo con la corta  al fondo y su poblado, hace tiempo abandonado. Nos  acercamos hasta el 
pueblo, con el  cabezo de  las culebras, taladrado, por  sus  viejas minas  de manganeso. Ya  en el  pueblo, rodeado   por cientos  de
eucaliptos  centenarios, vislumbramos   las casitas   y  cuarteles   de  los  obreros.  Tras   respirar  aire   puro y
oxigenado, comenzamos el descenso, por la  zona de los "chalets", de  los jefes de la  mina. El primero que nos  encontramos
desde un lugar  privilegiado, es la  casa de D,Karl  Strauss, su bello jardín,  muy bien cuidado, nos recibe con
ráfagas de  perfumes de   mil sensaciones,  dónde se   fusiona los  cientos de   flores, que adornan  su vergel. Altivas
rosas, de varios colores, se   muestran orgullosas de pertenecer   a este majestuoso "palacio". Continuamos   descendiendo
por  una carretera  asfaltada. Un túnel  natural, se  ha formado  con  retorcidos  aromos y  arbustos de  otras especies,
dejándonos  una sensación  de frescura, que calma el  ambiente de altas  temperaturas. Nos encontramos  ante la   Oficina
General, con   su  ilustre   fuente  realizada  con  esmero y  que  ha  presidido  este   emblemático  edificio desde  su
construcción. Desde  la  casa de   huéspedes, una  señora ya  entrada  en  años,  nos  saluda con   exquisita  simpatía y
educación, su  pálido rostro  de blanco  nacarado, cómo  una muñequita de  porcelana, nos  sonríe  mientra desfilamos ante
ella, D.Mario, siempre atento, nos exclama..-¡Niños,  saludad a la  señorita Gray!..- y todos  al unísono, con  nuestra  infantiles
voces  pronunciamos..-¡Buenas tardes, señorita Gray!.  Pueblo Nuevo, con sus casitas  de bellos jardines, nos  recibe con arboles
de infinitas  sombras, donde destacan, pinos, aromos y  eucaliptos. La aventura, llega a su  fin, todos marchamos  contentos, por
la carretera que conduce  hasta el pueblo, dónde encontramos  los primeros huertos.

El huerto, de Sebastian "Burra" desde los pies del cabezo, emerge
cómo un vergel, sus tierras bien cuidadas, posee una buena  cosecha de patatas, más arriba, su choza blanca de cal, reluce a
los pies del Madroñal. Junto  al huerto de Sebastian, el huerto   de mi abuelo, dónde observamos un  gran albaricoquero, un
joven algarrobo, y una higuera de ricos higos blancos. Pasamos ante el campo de futbol, la vieja era, escenario de nuestros
juegos, para  terminar  junto a  la iglesia, dónde  toma sol  el  padre  del cura  D.Gregorio, que nos saluda con una amplia sonrisa. Ya en el colegio, cansados pero contentos, retornamos hacia nuestros hogares, para contar nuestra historia en la pobladas esquinas del pueblo, bajo la sutil iluminación de viejas farolas.

Meses  más tarde, ya en
tiempo  de verano, un  suceso trágico  se  produjo sobre este   enclave. El niño, Leandro  Feria, que  se encontraba   en su
huerto,  de   modo  inocente, produjo   un  gran   incendio, y en   pocas  horas   el  fuego  devoró, toda  esta exhuberante
vegetación. Gracias a  la  acción  de la   población, junto  con  la  maquinaria ofrecida   por la  Cia, el fuego  se pudo
atajar, antes que pusiera en serio  peligro las casas de Pueblo Nuevo y el barrio  alrededor, cercano al pozo de  "Tejera"
. Hoy  en la actualidad, sobre  las cumbres de  dicho enclave, mueven sus  aspas grandes molinos  que generan electricidad
para almacenarlas, cómo recurso de  energía renovable y limpia, para  grandes compañías  eléctricas. Más de  un incendio ha
asolado sus castigadas laderas, estos  años,¿Provocados  o no, nunca  lo sabremos?....pero  la magia  de antaño ya  se ha
perdido, lo  que   antes  era  un  enclave  de  bellos   parajes, hoy  en  día  muestra  un  estado   de  semiabandono.  Mi
madre, pronunciaba  estas sencillas  letras..-¡Tharsis, quién te  conoció en  tus tiempos  tan hermosos, y  ahora te  vas
quedando cómo las  piedras en el  pozo
!. Toda una  verdad cómo un  templo, en una comarca  asolada por el  paro, dónde los
tímidos conatos de resurgir la comarca con la plantación  de cítricos, no ha dado los frutos deseados, por mala gestión  o
vaya usted a saber. Sólo nos  queda, rezar ante nuestra patrona, que este  mineral que tenemos en nuestro  subsuelo, de
forma  abundante ,vuelva  a ser  explotados por  grandes  compañías  mineras, y que  el pueblo  vuelva a  renacer, de  sus
cenizas, cómo  ave Fenix, así lo deseo.

Desde La Divisa.

Relato original de Marcos Tenorio Márquez  2012.

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