Amapola.
Te alzas altiva, sobre un mar
verde, mecida por la fuerza del
viento, cómo un naúfrago a la
deriva, como la quietud del agua
al comenzar la brisa.
Distinguida, cómo una bella
señorita, tus pétalos de color
bermejo, atraen los más hermosos
insectos, que zumban sobre tu
sencilla estampa, para extraer el
dulce néctar de tus entrañas.
Has servido de inspiración,
a grandes pintores, que han
plasmado sobre sus lienzos, toda
la delicadeza, ingenua, que posees
para que permanezcas inmortal y
ser admirada, en las galerias de
artes, más importantes, que el
mundo posee.
Cuando paseo por el camino de
la ermita, alzo la vista, y allí estás
resplandeciente, brillando, cómo
un diamante recién pulido, cómo
un barco que se aleja en el mar,
dejando una estela plateada, de
suave oleaje.
Las niñas bonitas, en tiempo
de romerías, cortan con suavidad
tu bella flor, para lucir sobre sus
cabellos azabaches, castaños y dorados
al montar sobre sus corceles
negros, marrones y blancos.
Quizás, los hombres algún día
nos daremos cuenta, de la belleza
sencilla, que nos rodea y dediquemos
nuestro perdidos tiempos, a salvaguardad
nuestro planeta.
Tu corazón, marchita, tus escarlatas
pétalos, caen sobre la tierra, resquebrajada
por el sol. El mar verde, se torna dorado,
y los segadores, comienzan con sus labores
con el acero, resplandeciendo sobre el azulado
cielo, cortando los tallos dorados, que han
permanecido a tu lado.
Volverás en la en la siguiente primavera
cómo las golondrinas de Gustavo Adolfo
Becker, y de nuevo, volverás a lucir y reinar
sobre un mar de verdes esperanzas, porque
tu eres, entre las flores, la más bonita.
Amapola.
Marcos Tenorio Márquez.
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