El poeta y la poetisa.
Luce el poeta, pañuelo palestino
en solidaridad con el pueblo árabe.
Luce el poeta en su solapa, la insignia
del “che”Guevara, por la defensa de
las clases sociales, humildes y proletarias.
Luce el poeta barba enmarañada, descuidada
no busca la perfección en su físico, sí en
sus palabras.
Luce la poetisa, un aire desgarbado, desairado
deslucido, sin complejos, pues para componer
bellas poesías no hace falta mirarse al espejo.
Luce la poetisa, en su atuendo, ropa sencilla
simple y discreta, desprovista de joyas, alhajas
y sortijas, que hacen referencia a la abundancia
lujo y riqueza.
Luce la poetisa, gafas, que le otorgan un aire
intelectual, culto, instruido, para expresar sus
palabras con estilo, clase y elegancia.
A ti poeta, que compones, tus poemas, sin
importar el momento, mostrando en tus letras
sensibilidad, lirismo y encanto.
Expresas con tus palabras, sentimiento, afectos
y ternura, y con tus manos desnudas, manifiestas
con gestos, el mensaje que quieres transmitir,
acentuado por tu rostro, apasionado,
desenfrenado, describiendo toda la emoción
que contiene tus versos, poemas y estrofas.
A ti poetisa, que evocas, rememoras y
despiertas pasiones, cuando recitas con
maestría, poemas,de amor, odio, desencanto.
Posees magia, al incluir las palabras en el
sitio exacto, preciso. Palabras que generan un
torbellino de sensaciones, al recitarlas
desde el estrado, con el público puesto en pie,
rendido, sumiso, subyugado, ante el arte
empleado.
Gracias, escritor aficionado, por tus palabras
de alabanza, impregnadas de dulzura, pero
déjame que te deje escrito, antes de partir
hacia las lejanas tierras, estos versos,
dedicados a mi santa.
No temas, Santa mía, son los latidos de mi
corazón, que aceleran, ante tu presencia
latidos profundos, sinceros, porque pasaré
tiempo, sin la compañía que me ofreces y
brindas, en momentos delicados y en otros
en los cuales, la felicidad inunda, mi alma,
gracias a la profunda devoción, que te
ofrezco, desde que mi padre, fue rescatado,
en el derrumbe de la galería, bastantes
décadas, por su compañero, Simón.
Pronto marcharé, hacia tierras, extranjeras
pero juro, que te llevaré presente siempre,
cuando recite los versos que he compuesto
junto a mi señora, también poeta, y desde esas
tierras tan lejanas, una brisa de aire fresco
recorrerá un largo trecho, y sentirás mis
palabras, inundar tu bello rostro, con leves
susurros y murmullos.
Marcos Tenorio Márquez.
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