Recuerdos de Tharsis....El pozo de Tejera.
...Con la llegada de la brisa fresca de la tarde, se emprende viaje hasta el pozo de "Tejera", situado en el barrio de “Acerillas”, más o menos un kilómetro de distancia desde el pueblo, según en que zona habites, lo que puede incrementar unos cientos de metros su distancia
Desde todas las zonas del pueblo, comienza un peregrinaje, con cualquier medio, para alojar agua que puedas transportar, garrafas, cántaros u otros tipos de utensilios. Un agua fresca, pura y cristalina, que sacia la sed con una sensación de bienestar, cuando el liquido elemento, penetra en el interior del organismo.
A los pies de la sierra, que lleva por nombre "Ensillada" en un escorial, de antiguas rocas fundidas, utilizadas por pueblos romanos, fenicios y tartesos, para extraer nobles metales con los que construir objetos, se encuentra el pozo, pintado con los colores de la bandera andaluza, verde y blanco, que contrasta con el gris oscuro casi negro, que circunda el lugar de las mencionadas escorias, y el color dorado de las hierbas silvestres, secadas, tostadas por el abrasador sol.
Recién llegados al pozo, innumerables personas esperan su turno, ante la atenta mirada de Francisca, viuda de Tejera, que regenta este pequeño negocio, pues el precio del agua, unas pocas pesetas, es solo para sufragar gastos en el mantenimiento de tan preciado e importante enclave. Satisfecho, tras llenar cántaros garrafas, cantimploras y saciar la sed, emprendes el viaje de regreso, ya con el astro rey difuminado tras montes y cabezos.
Ya en casa, el agua alojada en garrafas, pasará hasta enormes orsas de barro, que la mantendrá fresca, al menos durante una semana.
El agua potenciará el sabor de los gazpachos, majados en ornillas de barro o en cuencos de madera de encina. Rebajará los grados de aguardiente, y en los distintos bares del pueblo se escuchará.
..-¡Que sea rebajado, con agua de Tejera!.
Beberemos en botijos, cantimploras y vasos, que nos devolverá recuerdos de antaño, cuando acompañaba a mi padre, en aquel Tharsis milenario. Hoy día, siento melancolía y nostalgia, de aquellos tiempos. Desde mi enclave Bartolino, aún me eriza la piel, al recordar el cante de la collalba, que nos recibía desde las rocas del huerto de mi tío, Juan José.
Acompañado por mi padre, espero turno
para llenar el barril, de rica y fresca agua
en tan preciada y querida pieza,
forjada y fraguada en barro, que potencia
el sabor, del fluído caldo
mientras distraigo la vista, con la collalba
que canta desde las rocas del huerto de mi tío,
ajena al ajetreo, que nos traemos los humanos.
El agua derramada, serpentea, entre tierra
reseca que hace crecer la hierba y el color
verde, llena de esperanza, el cauce, que se
pierde entre escorias, para volver de nuevo
al manantial, inagotable, interminable
y fecundo, que nos aplacará la sed
de generaciones presentes y venideras.
Paredes de rocas negras, salpicadas
de dorado pasto, se fusionan con las
verdes hojas de higueras y zarzamoras
donde canta el mirlo.
Me parece todo tan bonito, que desearía
pintarlo en un cuadro, que mantenga
perpetuidad, para ser admirado.
La tarde declina, languidece y anaranjados
tonos, aparecen por poniente. Infinitas
sombras, aparecen acompañadas de relente
envolviendo el contorno de diversas
fragancias, aromáticas, perfumadas.
Marchamos para el pueblo, pasando junto
a las cuadras, donde habita el mochuelo
que nos enseña la silueta desde una
deteriorada ventana.
Desde los cielos, multitud de grajillas
amplifican sus graznidos, cuando se
lanzan en picado sobre la profunda
corta de Sierra Bullones, donde pasaran
la noche resguardadas en las rocas.
Recuerdos de Tharsis...El pozo de Tejera
Un relato de...Marcos Tenorio.
Precioso! Era y fue el pozo de mi bisabuela! Gracias, gracias, gracias por recordarlo y recordarla con tanto amor.
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