miércoles, 25 de octubre de 2023

El "tío" Bartolo.


 

El tío Bartolo.


...Vivía el tío Bartolo, en su pequeño cuartel de la calle Málaga. Un rosal, en la puerta, de delicadas flores rosas, diferenciaba su hogar del resto de casas. Viudo, hace muchos años, su desgarbada figura, arqueada por los duros años de trabajo en contramina, habían pulido un rostro de tez morena surcadas por infinidad de arrugas, que se difuminaban sobre los contornos, hasta desaparecer. De nariz aguileña y vivos ojillos de color marrones, se movía con soltura por su hogar, a pesar de los años.



De origen portugués, aún conservaba su acento cuando hablaba, entremezclando el castellano, con palabras ininteligibles que el sólo sabía su significado. El tío Bartolo, era conocido en el pueblo, por las historias que contaba. Sentado en su vieja silla de enea, los niños nos sentábamos junto a él, en las largas tardes de verano, para escuchar las extraordinarias historias y cuentos que contaba. Al lado de la silla, un envase de cerveza, servía para alojar su "mitaílla" de aguardiente, rebajada con el agua fresca de pozo. Comenzaba sus relatos de tiempos pasados, y los niños nos quedábamos encandilados, maravillados, fascinados con el realismo y dramatismo, con la forma de contar esas narraciones.


..."Salimos a media tarde, mi hijo Bartolomé, mi yerno Juan y mi nieto Blás. En los serones de la burra, cargamos casi el centenar de trampas, dos litros de aguardiente, pan, tocino y alguna morcilla, para dirigirnos a "Casablanca" un cortijo que se encuentra, más allá de la casa del Almendro, y que tiene un manantial dónde acude muchas "catolovias" a beber. Cruzamos los llanos del rey,y nos dirigimos rumbo a la Utrera, casi llegando al pueblo del Lagunazo, se nos hizo de noche, y encendimos los focos de carburo para alumbrarnos. De pronto escuchamos en la lejanía, lo que parecía aullidos de lobos",


En esos momentos, todos los niños nos acurrucábamos unos junto a otros, sólo nombrar la palabra "lobo", ya producía en nosotros miedo, pavor, espanto, hacia esa bestia, terror de rebaños de ovejas. Se contaban mil historias sobre este animal, casi ninguna cierta, pero nuestros padres y abuelos, habían heredado estas historias de sus antepasados y así nos lo hacían saber.


El tío Bartolo, contaba la historia con tal dramatismo, que parecía que tuviéramos la manada a nuestras espaldas. Tras un trago de rico aguardiente, proseguía con la historia.


...”Mi nieto Blas, que iba montado en la burra, de pronto exclamó.


...-¡Abuelo , mira, detrás nuestra, parece que nos siguen!


.-No hijo, no temas, eso ojos que ves en la oscuridad son los perros mastines de los "Camalargas" que viven ahí en el Lagunazo, no se acercarán pues le temen a los focos de carburo.

Eso le dije a mi nieto para no alarmarlo, pero efectivamente la manada de lobos, nos seguía desde hace tiempo, pero el temor a los focos hacía que desistieran de un posible ataque. Sobre las cinco de la mañana, por fin, llegamos al manantial, las ranas croaban, y los innumerables grillos frotaban sus alas con ese sonido tan característico. En la lejanía se escuchaba el canto lúgubre del búho real. En una encina cercana comenzamos a bajar las trampas aguardiente y demás enseres. Mi hijo Bartolomé y mi yerno Juan, tapaban el manantial,con ramas de jaras, mientras yo comenzaba a preparar las trampas,con los "gañafotes" cogidos la tarde anterior.

Cuando las claras del día aparecía por el horizonte, comenzamos a poner casi el centenar de trampas, bien dispuestas alrededor del manantial, luego nos retiramos para tomar un sorbo de café, con mucho cuidado de no prender fuego. Pronto la cafetera comenzaba su ebullición y el café portugués nos envolvía con su cautivador aroma. Transcurrido un tiempo fuimos a ver las trampas, mi nieto Blás, caminaba el primero, le gustaba llegar antes para ver las aves atrapadas en las trampas y exclamaba.


...-¡Mira abuelo, cuantos pájaros han caído!.

Efectivamente, sobre las trampas, catolovias, mirlos, trigueros, calandrias, totovias, collalbas, se encontraban atrapadas. Recogidas las aves, armamos de nuevo las trampas, así continuamos hasta el mediodía, hora de comer. En una vieja ornilla, de madera de encina, comenzamos a hacer el gazpacho, sal, ajos, tomate, pimiento, pan duro, aceite y vinagre. Todo muy bien machacado, para finalmente agregar agua fresca del mismo manantial, y pepino bien picado. El tocino cortado con el cuchillo, junto con la morcilla, constituían todo un sabroso manjar. Tras unos tragos de aguardiente, llegaba la hora de la siesta, bajo la sombra de la generosa encina, con mucho cuidado de que no nos picara garrapatas, tarántulas o algún ciempiés. Tras la reparadora siesta, continuamos con las trampas, y de nuevo capturamos casi una veintena de aves, con un ave de colores excepcionales que mi nieto preguntó.


...-¿Abuelo que pájaro más bonito,que pájaro es?.


...-Eso es un rabuo.

Respondí con rotundidad.


Sobre las siete de la tarde con la llegada de la brisa fresca, comenzamos a quitar las trampas, y preparar el camino de vuelta. Ya de madrugada, llegamos al pueblo, tras repartir las aves, damos por terminada esta jornada de caza.


Tras despedirnos de tío Bartolo, nos volvíamos para casa, nuestras madres nos reclamaban para cenar. Estas historias que contaba tío Bartolo, nos gustaban más que cualquier película. Con sus narraciones pasábamos de momentos felices, a otros de autentico terror y pavor. Así era el tío Bartolo, una persona sencilla y humilde, que nos entretenía con estas historias de unos años difíciles, marcados por la dictadura del general Franco.

Años más tarde, una triste noticia, llegó hasta nosotros, el tío Bartolo, había fallecido, una fría mañana del mes de enero, de un invierno realmente duro al cual no pudo hacer frente. La bronquitis crónica que padecía, se había convertido en neumonía y nada pudo salvar su vida. Sus historias, relatos y cuentos se marcharon con él, pero nos dejó cómo legado y herencia su prolífico talento para contar sus historias, y los niños que lo conocimos, jamás lo olvidamos.



El tío Bartolo...Un relato original de...Marcos Tenorio Márquez.


No hay comentarios:

Publicar un comentario