martes, 22 de junio de 2021

El corazón


 

El Corazón.


...Ramón y María, jugaban desde pequeños en los centenarios eucaliptos que rodeaban el pueblo de Tharsis. En días de fuertes vientos, era normal que algún gigantesco árbol, con sus grandes ramas, cayera abatido sobre el suelo, conformando toda una maraña, de hojas y ramas, que aprovechábamos para jugar en la espesura, construyendo chozos o columpiándonos de sus robustos brazos de madera. Cómo si de un parque de atracciones se tratara, un eucalipto derribado era todo un acontecimiento que celebrábamos con gran júbilo y alegría.


A raíz de estos juegos, se conocieron Ramón y María, y las sucesivas muestras de cariño, que se prodigaban ambos, produjeron y engendraron el amor, que fue consolidándose con el paso de los años. Pertenecientes a familia numerosas, ambos, siempre andaban juntos, rebuscando en las numerosas “esterqueras” algún juguete o pieza de bicicleta, para construir “carricoches” de madera, para desplazarse por los amplios caminos de tierra del pueblo.


En estas condiciones de precariedad, escasez y pobreza, pasaron por los distintos ciclos de la vida, desde la infancia hasta la adolescencia, en los que la responsabilidad y compromisos, ocupaban un segundo plano. En plena juventud, Ramón, creyó en la posibilidad, de que su amor por María, sería para toda la vida y en un eucalipto joven, donde la savia remarcaría bien las letras, dibujó un corazón, surcado por una flecha y a ambos lados puso las iniciales de ambos, realizada con una caligrafía excepcional.


..-¡Mi querida y amada María, este corazón, representa, el profundo amor, que siento por ti!


Exclamó, entre lágrimas.


..-Al igual que yo, cariño, permaneceremos juntos para siempre.


Aseveró, María, también con lágrimas, sinceras, honestas y francas.


La década de los años setenta, comenzaba en el pueblo, con un éxodo masivo de personas, sobretodo de familias numerosas, de abandonar el lugar de nacimiento, para dirigirse hacia otras zonas del país o extranjero, donde la oportunidad de trabajo, contribuyera a un futuro prometedor, ya que el trabajo en las minas comenzaba a escasear.


Esa oportunidad de emigrar, es la que decidieron ambas familias, aunque con intervalos de tiempo diferentes. Primero marchaba, la familia de María, con dirección, Madrid. Días antes de partir, ambos se reunieron, en el eucalipto, donde habían rubricado su amor eterno.


..-¡Te prometo mi amor, que estaré en continuo contacto contigo, ya sea por cartas escritas o llamadas de teléfono y en cuanto pueda iré a buscarte, para ofrecerte el matrimonio!.


Exclamó, Ramón, sobresaltado e inquietado, por una extraña sensación de inseguridad.


..-No te preocupes, mi amor, esta pequeña despedida, será pasajera, te prometo que pronto estaremos juntos para siempre.


Aseveró, María, besando los labios de su querido Ramón, hasta producir sollozos, de respiración profunda y entrecortada, que consagraba, el amor verdadero que prodigaban ambos.


Pocos meses después de partir, María, era la familia de Ramón, la que iniciaba el viaje hacía una zona de España, diferente a la familia de María. Ya que la familia de Ramón había tomado la determinación de ir hacia la zona de Cataluña, en contra de lo que decidía y decretaba, Ramón, que era emigrar hasta la capital de España, para reunirse con su amada.


Días antes de partir, Ramón, recorrió todos los lugares a los que solía acudir con su querida María, incluida la calle Málaga, de tan buenos recuerdos, y por supuesto el eucalipto, donde se vieron ambos por última vez y unas lágrimas descendieron, por sus mejillas, hasta caer en la tierra, produciendo un estado de melancolía y nostalgia.


Cumplidos los veinte años, María, hacía ya dos años, que trabajaba en una gran fábrica de productos de limpieza y la relación con Ramón, había ido decreciendo, disminuyendo y menguando, hasta el punto que la ignorancia mutua, hizo que aquella bonita relación surgida en el pueblo, que los vio nacer se rompiera.

María, había conocido, hace meses, un chico de Valladolid, con el que inició una relación, que acabó en feliz matrimonio, años más tarde.


Por su parte Ramón, asentado en la ciudad Condal, en el pueblo de Badalona, con toda la familia, consiguió una reputada profesión de fotógrafo, para la cual tuvo que estudiar bastante y costear sus estudios de fotografía, trabajando en trabajos tan dispares como la construcción y hostelería. Con el poco dinero ahorrado, pudo abrir un estudio de fotografía, al cual dedicó empeño y tesón. Con profesionalidad y profunda dedicación, pudo conseguir que la fotografía se convirtiera en el trabajo de su vida, no escatimando y aprovechando cualquier concurso para dar a conocer su arte. En su estudio, de fotografía, logró conocer a su segundo amor, pues su primer amor, siempre fue su vecina y paisana María. Solo las consecuencias y derivaciones, de los giros que da la vida, había roto aquella bonita relación, surgida en la mas tierna infancia.


La joven, de procedencia Andaluza, como el, mostraba humildad, ternura y sencillez, con un acento que denotaba claramente el origen. Tras un breve noviazgo de meses, ambos contrajeron matrimonio, en una sencilla ceremonia, donde por supuesto, las raíces andaluzas de ambas familias, estuvieron presentes, con claras alusiones a nuestra tierra y entre fandangos y sevillanas, las lágrimas, afloraron, cuando uno de los presentes entonó a capela, el himno de Andalucía.


La vida de ambos, había tomado, rumbos distintos, en el momento que sus lugares para emigrar no coincidieron. Ahora, pasados los años, ninguno de los dos hace mención a aquel primer amor surgido, entre “esterqueras” vaciaderos de mineral, lagunas, eras y eucaliptos. El pueblo que los vio nacer y en el que tan felices fueron, no ha sido visitado jamás. María, al contraer matrimonio, se trasladó hasta Valladolid, donde al poco tiempo fue diagnosticado un cáncer de ovarios, el cual ocasionó que María, no pudiera engendrar una criatura en su vientre, que la hiciera mamá. Al contrario Ramón, tuvo con Encarna, una parejita, formada por varón y hembra. Aunque no volvió al pueblo, desde que marchó, siempre tuvo presente aquellos felices años, cuando recorría con su padre los distintos barrios del pueblo y la idea de regresar y hacer una casita, rondaba por su cabeza. Así sin pensarlo, cuando ya los hijos del matrimonio se habían emancipado, Ramón y Encarna, emprendieron un viaje hasta el pueblo y en esos momentos, Ramón, volvió de nuevo a recordar a su primer amor. El pueblo estaba muy cambiado, el cinturón de grandes eucaliptos centenarios, que circundaban la pedanía, había desaparecido. En su lugar, lucía un parque, con palmeras, árboles de hoja caduca, flores y fuentes. Un bar llamado “La Negra” se aposentaba sobre los terrenos ocupados por zahurdas, eucaliptos y esterqueras. En la otra parte del vaciadero, que divide la carretera, proveniente de la sierra, lugar excepcional para buscar lagartos ocelados y lagartijas, donde cada primavera podría escucharse el canto de bellas oropendolas y cuclillos, se levanta una decena de naves industriales y un centro para personas mayores, llamado...”Montejara”.


La barriada, Umbría Madroñal, tambien había sufrido profundos cambios y donde antes había cuadras y chozas, ahora lucía bonitas casas de bellos jardines. El campo de fútbol, rodeado por grandes eucaliptos, en su zona de poniente, ahora estaba ocupado por naves y un parque, donde puede contemplarse un gran camión, vestigio de épocas pasadas, a modo de monumento, y el campo de tierra, ahora luce con césped artificial.


En la zona trasera del campo de fútbol, habían desaparecido los eucaliptos y laguna, donde trataban de coger ranas, de pequeño. En su lugar, un parque ocupa, toda la extensión del antiguo vaciadero de mineral, con una pequeña máquina de tren y la estatua de un minero.

Satisfecho, complacido y feliz, por visitar el pueblo que lo vio nacer y desde donde partió, hace más de cincuenta años, marcharon rumbo a Badalona, el matrimonio, y una idea rondaba por la cabeza de Ramón, construir una casita, en el nuevo barrio de nombre...Sierra Bullones.


La idea de regresar a sus orígenes, para construir una casa, tuvo que quedar paralizada, debido a que la salud de Encarna, mostraba fragilidad, debilidad y flojedad, sin que se supiera la causa exacta, de su enfermedad. El profundo amor que sentía Ramón por Encarna, se puso de manifiesto el día que, su esposa, cerraba para siempre los ojos, permaneciendo su mano agarrada a la de Ramón, que lloraba de manera desconsolada.


Por su parte María, tampoco pasaba por mejores momentos, su querido marido, había contraído una enfermedad pulmonar, debido al trabajo desarrollado en una fábrica de fibrocemento, que afectó a los dos pulmones, con un agresivo cáncer, con capacidad metastásica, que se expandió a todos los órganos. Pocos meses, después, de haberse detectado el cáncer, fallecía Bernardo, ante el desconsuelo de su esposa.


Estos hechos fortuitos y casuales, son tan solo una muestra del destino, que nos depara, la vida sin que exista, nexo de unión, entre ambos casos.


El fallecimiento de Encarna, aceleró, que Ramón se trasladara hasta el pueblo, para concretar con una cooperativa local, la construcción de su añorada casa, pues los recuerdos de su querida esposa en, Badalona, sumía en estado depresivo, todos aquellos momentos compartidos, y un cambio de aires le vendría bien.


María, comenzaba en Valladolid, una vida solitaria, sumida en una fuerte depresión. Ojeando por casualidad una revista, encontró una pequeña nota publicitaria, donde venía el nombre de pueblo que la vio nacer ...Residencia para personas mayores, centro Montejara. Minas de Tharsis (Huelva). De pronto surcaron por las neuronas de su cerebro, momentos vividos y una sonrisa se reflejó de nuevo sobre su rostro. Pasados unos días y sin familiares cercanos, María, había decidido volver al pueblo e ingresar en la magnifica residencia.


Ramón, ultimaba los últimos detalles para su vuelta al pueblo. En estos momentos se encontraba jubilado y sin cargas familiares, ya que los hijos se habían emancipado hace ya largos años, y vivían con sus respectivas parejas alejados de la zona de Badalona. En la construcción de la casa, no escatimó gasto alguno y toda la edificación, fue basada en la calidad de los componentes usados. La casa poseía ciento cincuenta metros cuadrados construidos, con varias habitaciones, cocina, cuartos de baño, patio , salón comedor, donde lucía una esplendida chimenea, estudio, garaje, y una magnifica vista de la sierra Tersae, con los antiguos edificios, de la mina a sus pies.


María, ultimaba su vuelta, al pueblo que la vio nacer, poniendo en venta su magnifico piso en Valladolid. Una vez vendido el piso, recogió sus pertenencias y emprendió el viaje de regreso a su querida tierra. Una fría tarde de Noviembre, recibió a María, en su nuevo destino. Pasados unos días, y asentada en la residencia, decidió dar una vuelta por el pueblo y volvió a ocurrir lo que sucedió a Ramón, no recordaba nada de los lugares de su infancia y adolescencia, al estar todo cambiado.


Asentado ya en Tharsis, Ramón, sumido en una pequeña depresión, no salía de casa, por lo que decidió visitar al médico de cabecera, el cual le encomendó que saliera, a dar paseos, para vencer poco a poco, la ausencia de su querida esposa.

Una de las tardes,Ramón, emprendió un largo paseo. Una caminata que comenzó en el antiguo paseo Tacones, cerca de su hogar, y continuó por el cine Emilita. Cruzando por el paseo, frente al casino, descendió, por la carretera que conduce hasta la avenida Andalucia, para dirigirse a la carretera que conduce hasta la ermita. Ya de vuelta, tras varios kilómetros recorridos, decidió visitar el bar “La Negra” para tomar café. En el bar, había varias personas, tomando café, de la residencia. Tras pedir un descafeínado, se acomodó en una de las mesas y con curiosidad, observó a las personas que allí permanecían, llevando una gran sorpresa, que hizo que su corazón acelerase, estimulara y excitara, y en silencio pensó, exclamando.


..-¡No puede ser, no puede ser, aquella señora me recuerda a mi primer amor, surgido en el pueblo, han pasado más de cincuenta años, pero no olvido los rasgos de su rostro!.


En esos momentos, una señora del grupo de amigas, se dirigió hasta la barra, a pedir un vaso de agua, ocasionando que Ramón, reaccionara de modo intuitivo, instintivo y sagaz.


..-¡María!.


Exclamó,con el ritmo cardíaco acelerado.


..-¡Ramón!.


Exclamó, María, en la misma situación que Ramón.


..-¡Eres tu María, mi gran amor de la infancia y adolescencia, en los cuales forjamos, una bonita relación de amor!.


Exclamó, aun con los efectos ocasionados, por la presencia de María.


..-Sí, Ramón, soy yo, y la vida nos ha devuelto tras mas de cincuenta años alejados, a que nuestros caminos vuelvan a cruzarse.


En los próximos días, los encuentros de ambos, incrementaron y con la imaginación volvieron a recordar los lugares de su infancia y adolescecia y la imaginación hizo que aquellos lugares recobraran de nuevo vida.


..-Recuerdas, aquí en estos terrenos, que ocupa ahora el bar, comenzó nuestra historia de amor, con un gran eucalipto que el fuerte temporal derribó. Sobre esta zona, había también zahurdas y esterqueras. Que felices éramos cuando construimos nuestro primer carricoche, para desplazarnos por los caminos y en la velada, cuando montábamos en los coches de topes y el látigo. También aquellos dulces de María Roldán, las noches estrelladas en las esquinas, escuchando las historias de tío Bartolo. Los juegos con el trompo, rayuela, lima, y los paseos hasta la Huerta Grande. Los cines de verano en la esquina de Inocencio Ledo, y cuando nos bañamos en los pilones. Ya en invierno, recuerdas las hachas que hacíamos en la era, eran las mejores del pueblo.


Aseveraba, Ramón, mientras recorría los distintos lugares, con su corazón acelerado, por las flechas de cupido, que habían echo de nuevo blanco.


En todo ese tiempo, cada uno tuvo ocasión de contar todo lo sucedido desde que sus vidas, segmentaron y quebraron, debido a la emigración.


..-¿Recuerdas, María, cuando en un eucalipto, dibujé un corazón, donde juramos amor eterno?.


Preguntó, Ramón, al salir del bar.


..-Si, algo recuerdo, pero fíjate, ya no hay eucaliptos, tan solo ha quedado uno, como símbolo de aquellos tiempos.


Asevera, María.


..-¡Vamos a acercarnos!


Exclamó, Ramón.


En esos momentos, un fuerte impacto causo escalofríos en el cuerpo de ambos, aquel corazón que había sido dibujado, hace más de cincuenta años, seguía aún en el árbol, lo que aprovechó Ramón, para declarar, nuevamente, su amor por María.

Meses más tarde, ambos, contrajeron matrimonio, con la presencia de los hijos de Ramón. La feliz pareja que se había conocido en la mas tierna infancia, había pasado por diferentes ciclos de vida, y de nuevo el destino los había vuelto a unir, para estar juntos, y vivir los últimos años de vida, en el pueblo que los vio nacer.


El corazón.


Un relato de Marcos Tenorio Márquez.

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