lunes, 14 de junio de 2021

El viejo eucalipto


 

El viejo eucalipto.

...El viejo eucalipto se nos muere, con

más de un siglo de antigüedad
ha contemplado desde su privilegiado
enclave, el paso de los años.

Desde que fuera plantado, a principios

de siglo, ha resistido todo tipo de vendavales

lluvias torrenciales, temporales y borrascas.


Sobre su copa, han anidado, gorriones,

jilgueros y cárabos.
Solitario, aislado, apartado del resto de
congéneres, creció de forma desmedida, elevándose sobre el resto, vanidoso,

orgulloso, altivo y arrogante.



Presume, que sobre su copa, preciosos
jilgueros de colores, emitan preciosas

melodías, anunciando el nuevo día.

Presume que mariposa de bellos colores

polinicen sobre sus delicadas flores,

cuando la tarde, languidece.

Presume, que su alargada silueta

siga iluminada, por una cercana

farola, en las oscuras noches, antes

de que irrumpa el alba.


Adolescentes enamorados, se ha besado

bajo tus ramas.

Abuelos y nietos, han disfrutado, bajo

tu generosas sombras, contando historias

y relatos, de tiempos pasados.

Aspirantes a poetas, se han inspirado,

cuando la brisa fresca, de la tarde, ha

relajado y calmado el ambiente

que tu has creado, con tu presencia.


Sobre tu robusto tronco, se han dibujado

corazones, que el tiempo ha borrado.

Se ha llorado, y también reído.

Se han contado secretos, confesados e

inconfesables.

Se ha mentido, maldecido, cuestionado

pero siempre has permanecido en silencio

inmutable.


Ya la savia, que con tanto vigor, corría

por tus ramas, en tiempos de adolescencia

han dejado de fluir, aunque te resistes

a morir, como el bravo guerrero en el

fragor de la batalla, como el toro

con la estocada dada, como Jesús en su

último suspiro, en el monte del calvario.


Ya no verás los amaneceres, cuando el

sol despunta por la calle, Burgos

y Corrales.

Ya no verás a los chavales disputar

intensos partidos de fútbol, en el

llano de la era.

Ya no verás, el agua del grifo, como

fluye por la regola cuesta abajo, con el

vaivén de avispas y aceisteros.


Ya no verás a mi querido padre,

tomar la mitaílla, rebajada con el

agua de Tejera.


Ya no verás, a Sebastián, pasar para

el huerto, montado en la bicicleta.


Ni tampoco verás a las mujeres,

tender la colada, sobre la verde

hierba.


Cuando mueras, tus cenizas llegarán

hasta el infinito, y podrás de nuevo

contemplar los amaneceres y personas

fallecidas, que te acompañaran para

siempre.


Marcos Tenorio Márquez.

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