sábado, 17 de octubre de 2020

El Enterrador


 

El Enterrador


...José María, había dejado huella como enterrador, en el pueblo de Tharsis. Desde que se hizo cargo de los servicios, transformó el camposanto, convirtiendo un lugar lóbrego, triste y sombrío, en apacible. Gracias a sus profundos conocimientos de jardinería, cambió la imagen, percepción y concepto del cementerio y donde antes había malas hierbas, ahora crecían bellas rosas, claveles y clavelinas. Las paredes, impregnadas de polvo de mineral, de los cercanos vaciaderos, lucían con el blanco nacarado de la cal, y las puertas, oxidadas por el paso inexorable de los años, habían recobrado el aspecto, de cuando fueron instaladas. Una capa de minio, protegía la pintura color negra, que lucía sobre la gran puerta de entrada, contrastando con las paredes, nacaradas, refulgentes y destelleantes, cuando el sol proyectaba sus rayos sobre ella.


Los viejos nichos, olvidados y abandonados, por haber fallecidos los familiares que los cuidaban, ahora brillaban y resplandecían. Toda una gran transformación, que las personas supieron agradecer, con constantes muestras de cariño hacia su persona. Desde su humilde hogar, en calle Palafox, divisaba el camposanto y desde allí partía cada mañana para cuidar como él decía, mi jardín y el de todos. José María, había nacido en el seno de una familia humilde de campesinos, provenientes de la zona norte de la sierra de Huelva, los cuales se asentaron en las minas, cuando apenas contaba pocos años de vida. Al fallecer sus padres, heredó la pequeña vivienda y un huerto situado en “El prado de las papas”. Desde pequeño, mostró una gran afición por la jardinería, al observar a su padre, como podaba rosales y todo tipo de árboles frutales. Al cumplir la edad de 18 años, ingresó como jardinero, para cuidar los jardines de los jefes de la mina, labor que realizó con esmero y responsabilidad, en un periodo en que la mina gozaba de buena salud.


Convirtió los aburridos jardines, en perfectos vergeles, donde fusionaba todo tipo de colores y plantas de bellas flores. Al fallecer tío Antonio,el enterrador, miembros de la Generosa, le propusieron para enterrador, compaginando ambos trabajos. Al principio mostró temor, pues debía desenterrar personas fallecidas, aunque poco a poco, se fue habituando y al ser preguntado con la manía frase...


..-¡José María, no siente miedo, al desenterrar las cajas!.


..¡No, hijo, al principio un poco, es normal, estos ya no hacen daño, hay que tener cuidado con los vivos, esos sí, que hacen daño!.


Exclamaba, al ser preguntado por los curiosos. Aunque de vez en cuando, admitía haber llevado un susto, al abrir una caja y encontrarse el cadáver en perfecto estado de conservación.

Desde pequeño, se le había diagnosticado una poliomielitis, que afectó una de sus extremidades inferiores, por este motivo, se le conocía en el pueblo cómo José María, el cojo. De carácter tímido y reservado, tuvo novia en su adolescencia, pero esta quizás por su problema físico, lo dejó para marcharse con un tipo que al final resultó, mujeriego, pendenciero y fanfarrón.


Tras esta incidencia, se volvió arisco, acomplejado y jamás llegó a tener otra relación. Ya jubilado, solía acompañar al nuevo enterrador, un joven del pueblo, al cual ayudaba dando consejos, de como cuidar el camposanto, sobre todo en jardinería, enseñándole, todo lo relacionado con la bella profesión, para que el cementerio luciera, como había lucido todos estos años atrás.


Una mañana gris y lluviosa, del mes de enero, José María, fallecía, en la más absoluta soledad, acompañado solamente por una perrita de raza yorkshire. La causa del fallecimiento, según el parte medico, fue causada por una neumonía. El fallecimiento del viejo enterrador, causó en el pueblo un fuerte impacto y fue despedido entre aplausos. El lugar al que había dedicado largos años, de mantenimiento y conservación, acogería para siempre su eterno descanso.


Capítulo II


...Bella y Felipe, han llegado hasta Tharsis, proveniente de la zona centro del país. Felipe, ha sido contratado, como director, de una fábrica de envases de plástico, situada en el polo industrial, cercana a la reciente inaugurada planta de I.T.V. Con una dotación de doce hombres, los envases de plásticos, irán destinados a proteger la plantación de encinas, alcornoques, pinos y algarrobos, de toda la provincia y parte de Extremadura. Alojados en una casa de la calle obispo Pedro Cantero, pronto el joven matrimonio comienza a hacer amistad con los vecinos del pueblo, y a los pocos meses de estancia, ya se sienten como Tharsileños. Con los primeros años de funcionamiento, la fábrica marcha a buen ritmo y Felipe, se entrega en cuerpo y alma, generando a veces situaciones de stress, que solventa gracias al continuo apoyo de su mujer. Los problemas de la fábrica, comienzan a mediados de la década de los noventa, al cumplirse el tercer año de la inauguración. El dueño de la misma, envueltos en asuntos turbios, decide cerrar la fábrica, ante el asombro de Felipe, pues no esperaba dicha noticia, debido al buen funcionamiento, por su innegable gestión realizada.


Este incidente, provoca en Felipe, un aumento de su tensión arterial, acompañado por un fuerte dolor en el pecho. Llevado de manera urgente, hasta el consultorio médico, nada pudo hacerse y fallece ante la presencia de su mujer y médico. Bella, ante esta noticia desgarradora, necesita asistencia médica, con el suministro de fuertes sedantes. En casa, pese al fuerte stress, por el trabajo, Felipe, jamás comentó con su mujer, que la fábrica, desembocaría en el cierre definitivo y esta desagradable noticia, fue la causante del fallecimiento de Felipe, así se lo hace saber, la psicóloga que atiende a Bella, en los primeros meses tras el fallecimiento, además, en estos primeros meses, otra noticia impacta en la joven esposa, pues al hacerse un test de embarazo su resultado es positivo.


Al sentirse como una Tharsileña más, Bella, dictaminó que su marido fuera enterrado en el pueblo, y desde ese mismo día, comenzó a frecuentar el cementerio, hasta que su avanzado estado de gestación, le impidió seguir con su cita diaria, ante el nicho de Felipe.


Semanas después, de posponer y aplazar, las visitas al camposanto, nace un precioso niño de ojos azules y cabello rubio, cuyo nombre estaba decidido mucho tiempo atrás...Felipe.


A los pocos meses del parto, Bella, de nuevo vuelve a frecuentar el camposanto y con lágrimas sobre su rostro, comenta frente al nicho, todo lo relacionado con el bebé. Mientras que Bella, visita a su esposo, el bebé es cuidado por una joven vecina llamada Eduardi. Todos los dias a las cinco en punto de la tarde, parte Bella, hasta el cementerio, y permanece entre los solitarios callejones, más de una hora, hasta que el crepúsculo en tiempo de invierno, inunda de sombras, el lugar.


Una de las tardes, a punto de marchar, recibe un saludo, por su espalda.


..-¡Hola, buenas tardes!


..-Buenas tardes!


..-exclama, sin girar la cabeza.


Sin dar importancia al saludo, Bella, regresa a su hogar donde la espera su amiga Eduardi, para tomar café. De esta forma, siguen los días y pasada una semana, de nuevo, recibe otro saludo.


..-¡Hola, buenas tardes!



..-¡Buenas tardes!


..-exclama de nuevo, sin girar la cabeza.


Pasada la hora, de nuevo Bella, se dirige a su hogar, sin comentar nada a Eduardi, de estos extraños saludos.


Ha pasado casi un mes de los saludos y Bella apenas ha dado importancia, debido a la concentración que tiene frente al nicho, pero esta tarde es diferente, y de nuevo ya cuando el crepúsculo inunda los callejones, escucha de nuevo a su espalda el saludo.


..-¡Hola, buenas tardes!.


..-¡Buenas tardes!


..-exclama de nuevo, girando la cabeza y ver como una figura evapora, gasifica y volatiliza entre los callejones.

Este incidente, desata en Bella, un fuerte impacto y su vellos comienzan a erizar, mientras su rostro se vuelve blanquecino, frío. Abandona, el camposanto, bajo una fuerte impresión, con sensaciones de horror, pavor y miedo. Al llegar a casa, Eduardi, la observa, totalmente horrorizada.


..-¡Que ha pasado Bella, pareces que hayas visto un fantasma!


..- exclama.


..-¡Por favor, amiga, hazme una taza de tila!


..-exclama, aún bajo los síntomas, vividos en el cementerio.


Ya más calmada, Bella, cuenta a Eduardi, los continuos saludos que ha tenido estos meses atrás, sin dar importancia hasta el día de hoy.


...-Observé, que alguien me saluda, desde hace unos meses, a la entrada de crepúsculo, pero jamás dí importancia, hasta el día de hoy, que giré la cabeza y pude observar una figura humana desaparecer como cojeando de una pierna, entre los callejones.


En esos momentos, un escalofrío, estremecimiento y espasmo, recorre el menudo cuerpo de Eduardi, y sus vellos comienzan a erizarse, igual como ocurriera a Bella, hace un momento.


..-¡No puede ser, no puede ser!


..-exclama, con negaciones


..-Calmate amiga, tan solo me ha saludado de manera educada, no creo en fantasmas ni espíritus, pero me ha impactado, tan solamente, es normal.


Ya más calmada, Eduardi, comienza a contar a Bella, la historia que conoce todo el pueblo.


..-Hace muchos años, había un enterrador, que cambió el cementerio, dedicando cuerpo y alma a que este lugar, triste, sombrío y lóbrego, resultara agradable para las personas que visitan a sus seres queridos, este enterrador, cojeaba de una pierna, pues en su infancia padeció la temida poliomielitis, por eso, al decir que la figura que has observado, cojeaba, me ha venido a la memoria este señor, esta historia me la contaba desde pequeña mi abuela, Agueda, que en gloria esté y que me impactó mucho y jamás la olvidaré.


..-Bonita historia amiga, aunque no creo que nada tenga que ver, lo que he visto desvanecerse ha podido ser otra cosa, debida a la sugestión que produce el lugar, no tengo miedo a ese lugar pues ahí esta enterrada la persona más querida por mí.


Argumenta, Bella, zanjando dicha conversación aunque siente curiosidad por saber donde se encuentra el nicho del tan querido enterrador.


..-¡Querida amiga Eduardi, puedes acompañarme mañana al cementerio, ya a la caída de la tarde, para visitar el nicho del enterrador.


..-Va a resultar dificil, pues debo saber la fecha de su fallecimiento, aunque tengo un amigo que trabaja en Generosa, llamado Cristóbal, que me lo dirá.


..-Muchas gracias, amiga.


A la tarde siguiente, al comenzar el crepúsculo ambas amigas se dirigen, al camposanto, con la información dada por Cristóbal.


..-Uff, me da escalofríos este lugar, con personas y de día, imagínate ahora.


..-No pasa nada Eduardi, estas personas reposan en paz, el descanso eterno, nada puedes temer.


Ya en el cementerio ambas amigas buscan el nicho, la tarde fría e invernal ha creado que el vapor de agua se refleje en el vidrio, que se instalaban en las lápidas en las décadas de los sesenta,setenta y parte de los ochenta, para proteger de los efectos de la intemperie.


Tras una leve búsqueda, ambas amigas frente al nicho de Jose María, emiten un grito de horror que retumba, entre los callejones, semioscuros y silenciosos, sobre el nicho de Jose María, se puede leer gracias al vapor creado, por la bajas temperaturas...


..-Hola, buenas tardes.


El Enterrador


Marcos Tenorio Márquez

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