miércoles, 14 de octubre de 2015

El pasamanos.

El pasamanos.

.Ceno en casa de un vecino,contemplando la excelente puesta de sol,por las lejanas tierras de Puebla de Guzmán. La suave brisa, penetra a través de la ventana,orientada hacia el oeste,donde cada tarde, el color áureo del astro rey, se refleja sobre las paredes nacaradas,límpidas,inmaculadas e impolutas, embadurnadas de cal. De tal fusión se obtiene agradables tonos dorados,haciendo la estancia en el salón de la casa,agradable, dotando a la misma de una sensación de bienestar,comodidad,confort y placidez,arropados por la calidez de sus pigmentos, que se vuelven y tornan pajizo. Ojeo el diario Huelva información,entre bocado y bocado,de un excelente pollo asado al limón,receta que mi amigo Sebastián,ha depurado,refinado,hasta conseguir un sabor exquisito,al cual trata con verdadero,celo,entusiasmo y esmero,para no difundir el secreto de su excelente aroma.

En un pueblo pequeño,las noticias se difunden con relativa celeridad,rapidez y prontitud...y eso fue lo que ocurrió esa misma tarde noche. Unos golpes en la puerta y el pequeño yorkshire,que ladra de manera,compulsiva,apremiante...¡¡Vaya quién será a estas horas,cada vez que cenamos,siempre ocurre lo mismo!!..exclama Sebastián de modo,enojado,fastidiado...¡¡Sebastián,el viejo Julián,ha fallecido,en la casa grande,que posee en las afueras del pueblo!!...exclama Dominga,vecina que posee una extraordinaria capacidad de información, de las noticias que ocurre en la pedanía.
Transcurridos unos segundos,Sebastián medita y reflexiona,su vetusto cerebro,como un viejo ordenador anticuado, digiere la noticia de modo lento, pausado...soltando una frase,que necesita una segunda,aclaración por parte de Dominga...¿Que Julián?..¡¡Julián,el viejo que retornó de Alemania, hace años!!...exclama Dominga,con rostro serio,severo y formal...¡¡Ah sí,el viejo que vivía solo,que tiene un sirviente....!!...exclama Sebastian,con serias dudas sobre la procedencia y nacionalidad del sirviente...¡¡Sudamericano!!..exclama con prontitud, Dominga....concretamente,Boliviano,subrayo,pues seguía la conversación de modo discreto,alojado a escasos metros...¡¡Ah,Don Ramón, estaba usted aquí,perdone por no saludar!!...exclama con exquisita educación...Dominga.
Pasado el momento de protocolo que lleva los saludos de rigor,comentamos en tono distendido,relajado y calmado,el fallecimiento de este vecino del pueblo,que retornó a su querido pueblo tras toda una vida alejado del mismo, por causas del trabajo.


Julián, junto a su familia, marcharon a tierras catalanas,justo antes que comenzara el éxodo masivo de habitantes en el pueblo. Julián el más pequeño de cuatro hermanos,pronto comenzó a interesarse
por la mecánica del automóvil y a los pocos años de instalados en Barcelona, en el barrio del Carmel,obtuvo su primer empleo en un taller de la zona. Como sus inquietudes, emprendedoras,no eran colmadas,por el pequeño taller, desde ahí marchó a la lejana Alemania,en donde grandes fábricas de prestigiosas firmas de automóvil ,empleaban y colocaban a jóvenes talentos. En pocos años fue ascendiendo y dominando el idioma,hasta convertirse en jefe de taller, disponiendo de un buen número de hombres a sus ordenes a los cuales le fueron inculcados la doctrina que el pregonaba...responsabilidad,seriedad y formalidad,para convertir a la empresa en una de las mejores del sector.
Casado con una ciudadana de origen turco,esta no pudo satisfacer,su anhelo y deseo de ser padre,aunque no por ello dejó de adorarla,estimarla y amarla,amortiguando,apaciguando y suavizando,los dolorosos momentos,en que ella se sentía culpable por no poder dar a su querido marido unos hijos que contribuyeran a una
unidad familiar,de la que ambos habían gozado en sus años de niñez,infancia y adolescencia.
De costumbres austeras,que fue adquiriendo por la poca motivación que producía el no poder compartir el dinero con nadie,Julián amasó una importante fortuna,gracias a las acciones
adquiridas en diversas empresas del sector automovilístico. Al poco tiempo de fallecer su mujer, ya jubilado, tomó la determinación de retornar a su pueblo y construir una esplendida mansión en una zona cercana a la corta Filón Norte. En sus constantes visitas y entrevistas con el alcalde,este se comprometía que su inmensa fortuna fueran destinadas a obras sociales,con la construcción de un gran parque que llevara su nombre,comedores sociales,convertir la zona del antiguo tramo de vías que van desde la antigua estación de Tharsis,hasta San Bartolomé de la Torre,en reclamo turístico con la implantación de una maquina de las que poseía la compañía minera,que recorriera toda la zona admirando sus bellos paisajes. Poco a poco,las relaciones del equipo de gobierno del ayuntamiento y Julián,fueron enfriando,distanciando y disminuyendo,sin conocer el motivo. Tachado de hipocondríaco,Julián visitaba regularmente el médico de cabecera,acompañado de su fiel sirviente Jeremías,ciudadano de origen boliviano,que hacia todo el trabajo de la casa...jardinería,cocina y la reparación de cualquier desperfecto que se producía y que requerían conocimientos de albañilería,electricidad y fontanería.
En el posterior entierro,todo el tema de conversación gira en torno,a la figura de Julián...¡¡Gozaba de buena salud,siempre se ha cuidado muy bien,pues no recuerdo que haya fumado o probado alcohol!!...-pude conocerlo en Alemania,coincidimos en mas de una ocasión en el bar regentado por españoles,siempre acompañado de la mujer de origen...árabe...creo..-pues he oído decir que la inmensa fortuna que posee,iba a ser destinadas a obras sociales..-es un viejo miserable y austero,como siempre ha sido...para que,ahora todo el dinero se lo quedará el...”machu pichu”..que tiene como sirviente...es solo algunas de las conversaciones y comentarios que los vecinos,departen,charlan y dialogan,en el exterior de la ermita, donde el párroco local ofrece una misa por el eterno descanso de Julián.
Sebastián, mientras tanto, como un sabueso,sagaz,astuto,intuitivo y perspicaz,cree que en el fallecimiento del viejo Julián, puede haber elementos delictivos,aunque el médico que testificó la defunción del anciano puso la causa, como de muerte natural,que le sobrevino por una subida del nivel de glucosa en sangre, junto con un aumento progresivo de la tensión,originando un fallo cardíaco del cual no pudo restablecerse...¡¡Me parece todo muy raro Ramón,hace meses gozaba de una excelente salud,sus entrevistas con el alcalde eran constantes,estaba ilusionado con los proyectos que iba a generar en su pueblo!!...exclama Sebastián,con el rostro contrariado..-según el medico que testificó,el fallecimiento,todo ha sido producto de un fallo en su organismo,sorprendiéndolo con el posterior fallecimiento..-respondo a Sebastián,para que no trate de juzgar y levantar falsos testimonios.

Capítulo II.

...Jeremías, bastante afectado por la muerte,de la persona a la cual asistía,hace ya bastantes años,no puede disimular,el dolor que conlleva el fallecimiento de un ser querido. Abatido,apesadumbrado y desalentado,asiste a la ceremonia del enterramiento,entre profundas lágrimas,que seca una y otra vez con un pañuelo. Terminada la ceremonia,emprende la marcha entre sollozos y lamentos,mientras Sebastián,observa todas sus reacciones,en sus pensamientos aún mantiene la idea de que el fallecimiento de Julián no se ha debido a causas naturales. Surge entre la población,todo tipo de hipótesis,suposiciones y sospechas,donde el principal sospechoso es sin duda Jeremías...pero ¿Por qué?...Jeremías,al fallecer la persona que cuidaba,se quedará sin trabajo,en el testamento del anciano no sabemos que personas figuran,hasta que un notario,se haga cargo y pueda testimoniar quienes son los agraciados con la suculenta fortuna que poseía el anciano. Pasados unos días,me visita Sebastián...ante un buen café de origen portugués,continuamos hablando,conversando y dialogando,sobre el fallecimiento de Julián...¡¡Entonces,querido amigo,aún sigues creyendo que en la muerte de Julián,puede haber un componente delictivo,fundamentado para recaudar la suculenta herencia,sucesión y patrimonio del difunto!!...exclamo,mientras saboreo un exquisito queso de oveja,realizado por mi buen amigo Alejandro,un autentico artesano..-creo que si,basando mi hipótesis,en variados hechos que han ocurrido en estos últimos meses,con la fractura de diálogos,conversaciones y entrevistas que existían con el ayuntamiento,principal receptor de toda la fortuna del difunto,incluida la gran mansión,para fomentar y desarrollar en el pueblo, varios proyectos de obra social...mi segunda hipótesis es el descenso en la fortaleza,vigor y vitalidad que poseía el anciano,cuando bajaba hasta el pueblo para entrevistarse con el alcalde..-responde Sebastián..-si, son dos hechos notables,los cuales crean todo tipo de suposiciones y sospechas,pero debo recordarte amigo Sebastián,que la salud puede pasar factura en cualquier momento aunque seas un hipocondríaco,y te mantengas constantemente en alerta..-respondo.
Las horas de animada charla pasan inadvertidas y es medianoche,cuando Sebastián,me realiza una pregunta....¿Ramón,por qué no visitamos a Jeremías, en la gran casa...he escuchado y oído,que pronto marchará para su tierra?..-buena pregunta Sebastián,pero debemos encontrar una razón,pretexto y motivo,para visitar a este hombre..-respondo...¡¡No te preocupes por eso,tengo mil razones,para visitar a ese hombre,sin que surja ninguna sospecha!!...exclama.
Las amplias tardes de primavera,ofrecen suficientes estímulos para emprender paseos, admirando los bellos paisajes,y eso hacemos cualquier día del florecido mes de abril,para visitar a Jeremías,en la magnifica casa....mientras paseo con Sebastián,relato a mi amigo,la inquietante historia surgida sobre los parajes,donde hoy día se alza la mansión del difunto Julián...¡¡Sí,conozco la historia,todo el pueblo conoce la leyenda de la pequeña Ana!!..-exclama Sebastián,un poco alterado,por algunos quilos de más..-esa historia,está recogida, en un blog de estas nuevas tecnologías,escritas por el aficionado...Marcos Tenorio..muy influenciado por escritores del siglo pasado de habla anglosajona y poco interesado en autores españoles..-bueno, cada cual,busca influencias donde le interese, en un mundo global y universal..-responde Sebastián.
..-Como ha cambiado,estos parajes, del prado las papas,recuerdo cuando niño, visitaba regularmente estos parajes,con mi padre,para cazar mirlos y zorzales,en tiempo de invierno..que frondosidad,ofrecía los innumerables pinos ,higueras,olivos,encinas
alcornoques y todo tipo de arbustos,donde destacaba los madroños y brezos...los huertos sembrados de patatas,lechugas,cebollas,ajos
rábanos...y los pozos con suficiente agua para regar...ahora todo está abandonado,reseco y los incendios que han asolado la zona estos años,han convertido el lugar, en desolado,desierto,yermo..-argumenta Sebastián,cuando ya divisamos la esplendida mansión,rodeada de pinos.
A los mismos pies de la imponente sierra tersae,que da nombre al pueblo,a pocos metros de la corta Filón norte y de la carretera que conduce hasta el mirador y antiguo polvorín,se alza majestuosa esta construcción de corte moderno,construida por una cooperativa de albañiles de la pedanía.
Poco menos de una hectárea,es suficiente,para que su tierra albergue varios pinos piñoneros,arbustos y otros tipos de plantas,como hiedra, que crece de modo anárquico,por todo el recinto,encaramándose también por los pinos, a los cuales recubre el tronco de vistoso color verde.
La casa se divide en dos plantas,construida con fuerte armazón de hormigón,cubierta de ladrillos vistos de colores apagados,destacando sobremanera el ocre. Las ventanas de pvc de color blanco,disponen de doble sistema de vidrio,para amortiguar el frio que suele azotar por estas tierras en invierno. En cada esquina de la casa, se puede divisar faroles de color blanco dispuestos de forma estratégica,para dar luz artificial a los diferentes lugares del entorno,así mismo el gran porche delantero,nos invita a tomar sol y disfrutar de maravillosas vistas sentado junto a unas cómodas sillas,disfrutando un café o refresco.Por último el tejado de tejas mixtas de doble onda,de colores rojizos,ofrece un diseño rustico que se asemeja al exterior de la zona.
Recibidos por los ladridos de un inmenso perro de raza “rottweiler” retrocedemos,hasta que Jeremías, se percata de nuestra presencia y nos hace pasar con exquisita educación,mientras aplaca y ata el perro a una gran cadena...¡¡Hola,buenas tardes,vamos de paseo y al pasar hemos mirado la excelente hiedra que recubre algunos lugares de la casa...tengo un jardín en casa al cual le hace falta un poco de color verde,sería tan amable de dar unas plantas!!...exclama,Sebastián, con sabio argumento para acceder al interior..-claro que sí,todas la que queráis...es un arbusto invasivo,pero precioso..ahora pasad para adentro y os invito a un café,té o refresco..-responde Jeremías,demostrando de esta forma su exquisita educación,hospitalidad y acogida.
Sentados de forma confortable,en cómodas sillas de maderas nobles,admiramos la esplendida construcción,amplio porche y cuidado jardín de césped natural...¡¡Que pena el fallecimiento de Julián,buen hombre,de trato cordial,afable,afectuoso!!..exclama Sebastián,para entrar de lleno en la conversación que interesa..-perdón,aún no conozco vuestros nombres..-responde..-perdona a nosotros por no presentarnos,yo me llamo Sebastián y aquí mi amigo Ramón,ambos jubilados y ex funcionarios de este bendito país..-responde Sebastián.
Yo me llamo Jeremías y he cuidado a Julián ocho largos años desde que nos conocimos en Alemania,hasta prácticamente unos días en que su fallecimiento,me ha sorprendido,extrañado y desconcertado..-responde...-a todo el pueblo,pues como sabrás,Julián,nació en la popular calle Alicante,desde donde marchó a muy temprana edad, aún así se mantuvo fiel a su pueblo de nacimiento,tanto que construyó esta casa para pasar los últimos años de vida..-responde Sebastián, con rostro serio,apenado.
Solo,han bastado unos minutos para saber que este hombre no tiene nada que ver con el presunto homicidio de Julián,eso por mi parte...Sebastián,no sabemos que pensamientos tendrá,seguiremos indagando,aunque con paciencia sin mostrar motivos que haga sospechar a nuestro interlocutor que esto es una
entrevista. A punto de acabar la amena,entretenida,sobremesa, con un rico café...efectúo la pregunta más incómoda de la tarde,pues me responderá con cierta reticencia,reserva y recelo...¡¡Jeremias,solían visitar a Julián muchas personas!!...exclamo con ligeros síntomas,de que mi pregunta haya tomado un derrotero equivocado y entienda el buen hombre,que ya estamos preguntando más de la cuenta,y que este tipo de preguntas la efectúan investigadores para descifrar casos de homicidio,robo u otras causas...tras una ligera pausa,la pregunta es digerida,sin levantar sospechas y responde con decisión..-pues si le digo la verdad...sí,Julián, al contrario de lo que mucha gente piensa,tenia un carácter sociable,tratable,como ya demostró en sus entrevistas con el equipo de gobierno del ayuntamiento...entre los muchos amigos y conocidos que visitaban la casa estaba Leonardo,cuya amistad con Julián se debía por su amor al ajedrez,ambos realizaban extensas partidas con mucho interés...también su doctor de cabecera acompañado de una enfermera,acudía con cierta asiduidad debido sobre todo al carácter hipocondríaco de Julián....Paco el del taller,solía también venir,para charlar sobre todo del automóvil y su respectiva mecánica...Fidel,el abogado que lleva todo el asunto de su herencia,muy emparentado con el difunto y hombre de confianza...y más personas que ahora no recuerdo,que solían venir,por la amistad surgida en Alemania...bueno amigos yo dentro de unos días marcharé, en otra ocasión os enseñaré la casa,pero debéis daros prisa,porque la semana que viene marcho para Bolivia.
Tras los rigurosos saludos,quedamos otro día para visitar la casa,de esta forma podré hacer un ligero análisis,fijándome en pequeños detalles,como haría todo buen investigador.
Cuando el crepúsculo viste de sombras,los bellos parajes,efectúo a Sebastián la siguiente pregunta...¿Aún crees que Jeremias,es el supuesto homicida?..-Ufff,amigo Ramón,ahora tengo serias dudas
han aparecido más personajes,debemos seguir investigando,aunque Jeremías se marchará dentro de una semana..-contesta Sebastián..-eso suponiendo de que se trate de un homicidio,muy bien planeado y ejecutado.

Capítulo III.

...Pasados unos días,volvemos otra vez al esplendido chalets,propiedad del fallecido,Julián...quedamos con Jeremías para que nos enseñara el interior,de esta forma nuestra curiosidad se verá colmada,antes que el chalets cierre sus puertas hasta que el testamento firmado por el anciano, desvele quienes son los propietarios. Recibidos nuevamente con grandes muestras de agasajo,complacencia y agrado,el ciudadano Boliviano,nos hace pasar hasta el interior,donde encontramos un inmenso salón,con una gran chimenea al fondo. En el mismo centro del salón, unos tresillos de dos y tres piezas de piel, color burdeos oscuro,rodean una mesa de madera noble, cuya cubierta está compuesta de una plancha de mármol,de cinco centímetros de grosor. Todo bien dispuesto para recibir calor desde la estufa de hierros forjados,con vidrio incrustado,capaz de resistir la temperatura más alta a la que es sometido,mientras contemplamos la pantalla de televisión de sesenta pulgadas, que se eleva por encima de la chimenea. En un lateral del salón, a unos metros de las ventanas,una gran mesa de madera noble,es rodeada de una decena de sillas,en el centro de la misma mesa, un gran jarrón de flores naturales,propaga,extiende y difunde,intensos aromas de claveles y clavelinas. En el otro extremo del salón,una puerta arqueada con dos columnas,comunica con un pasillo que nos lleva hasta una gran cocina a la derecha y con un cuarto de baño a la izquierda,de cuyas ventanas se puede observar el gran cabezo de la divisa flanqueados por inmensos molinos de vientos.
Abandonamos el salón que comunica con otro pequeña estancia,por medio de una gran puerta corredera, donde se encuentra una escalera,con pasamanos de madera labrada y tallada por artesanos de Valverde del Camino. Ascendemos apoyándonos en los pasamanos,hasta el piso superior del extraordinario chalets,donde encontramos distintos tipos de dormitorios,cuartos de baño y un estudio,que contiene una excepcional e impresionante biblioteca,dividida en varios muebles de madera. Un suntuoso sillón,una mesita y una lámpara,nos indica con precisión que el fallecido era ferviente admirador de grandes clásicos y sobre la mesita aún reposa el ejemplar que leía cuando fue sorprendido por el intenso dolor que derivó en colapso...Jeremías, muy atento en todo momento,como un experto guía,nos indica cada rincón de la casa y sobre todo,nos informa que solía hacer Julián. Por último nos detenemos ante una mesa y una silla,cerca de la ventana,que posee el estudio. Desde la ventana divisamos un fabuloso paisaje, donde observamos,esta tierra de contrastes,de diferentes tonos,coloridos y matices,bajo un cielo azulado...¡¡Sobre esta mesa,solía escribir,firmar y anotar,cualquier documento, mi señor Julián!!...Exclama Jeremías,mientras unas lágrimas descienden por sus mejillas...¿Entonces desde esta mesa, con estas vistas preciosas, pudo redactarse,el testamento,que permanece aún bajo custodia del señor notario?..-realiza esta incómoda pregunta Sebastián,sin conocer cual puede ser la reacción de Jeremías..-Sí,ya le digo que desde aquí,redactaba,escribía y firmaba cualquier documento..-contesta sin sospechar que la pregunta de Sebastián,nos sumerge de lleno,en el asunto del testamento..¿Y conoce usted Jeremías quienes pueden ser los agraciados de la fortuna del difunto?..-pregunto a bocajarro,influido por la pregunta anterior de Sebastián..-pues no lo sé,la verdad,se lo digo de forma desinteresada...han pasado por su vida tantas personas,que no sabemos a quién corresponderá su inmenso patrimonio..-responde de manera sincera. Julián, era el menor de cuatro hermanos,recordemos que su familia marchó a tierras de Cataluña y esos tres hermanos si aún viven, tendrán hijos,que serán los que heredaran el suculento patrimonio de su tío en la cadena de sucesiones...murmura Sebastián..-los hermanos de Julián,no aprobaron,admitieron y aceptaron,que su hermano emigrara al país Germano,rompiendo todas las relaciones,aún así surgieron durante aquellos años, conatos e intentos de reiniciar y restablecer los vínculos,sin poder lograrlo, ya que Julián,abatido,desalentado y desanimado,por no poder tener descendencia,envidiaba a sus hermanos que sí disfrutaban de hijos preciosos...y esto fue lo que fracturó,fragmentó y quebrantó la delicada linea que podía unirlos..-responde Jeremías...muy interesante Jeremías,todo lo que has contado,y como llega a fracturarse los vínculos familiares sin que haya luego lugar para la conciliación,avenencias y acuerdos y todo queda sumido en el olvido más absoluto..-respondo. Con el estudio termina el recorrido efectuado en el interior de la casa,tan sólo queda por ver el garaje que se encuentra en la zona trasera...durante el recorrido efectuado,he sacado la conclusión y deducido,que todo se encuentra en perfecto estado,y que el anciano no dudó ni un momento en hacer una fuerte inversión en esta esplendida casa y todo en ella rezuma lujo,confort,suntuosidad y exceso,quizás pensando que su ultima morada en este reino de vivos,en el pueblo que lo vio nacer,no faltara nada, en contraste con sus años de niñez e infancia,cuando estaban hacinados,pasando hambre y miseria en un pequeño “cuartel” de la compañía minera. Antes de abandonar el estudio,me fijo en el ejemplar de novela que permanece en la mesilla y exclamo...¡¡El señor de los anillos..de J.R.R.Tolkien...aún no he leído esta esplendida obra del escritor Sudafricano,aunque haya visto las películas de Peter Jackson!!..-sí, Don Julián era un apasionado de grandes clásicos de la literatura universal,este libro lo leía cuando sintió los profundos dolores que derivaron en colapso..-responde Jeremías..¿Le pido un favor Jeremías,quisiera que me lo dejara para leerlo,pues siento enorme curiosidad si la esplendida novela se adapta de forma fiel, a la película de Jackson?...pregunto...claro hombre,se lo puede llevar y ya lo devuelve cuando yo regrese de Bolivia..-responde Jeremías.
Con el ejemplar de J.R.R.Tolkien en mis manos,emprendemos el camino de vuelta,antes de saludar con un fuerte abrazo a Jeremías,dándole ánimos para esta nueva etapa en su vida que comienza,aunque antes tenga que regresar para asistir ante el notario que dictaminará,decretará y resolverá quienes son los agraciados de todos los bienes del fallecido...para estar en contacto,pedimos su número de teléfono,el cual es facilitado de forma inmediata,con una fuerte sonrisa.
De camino de vuelta,observando la corta Filón Norte,conversamos sobre la casa que hemos contemplado y admirado..¡¡Que lujo,te fijaste Ramón,en los suelos de mármol,los muebles de excelente madera noble tallada y labrada,los cuadros que recubren las paredes,los confortables tresillos de piel...los...!!..exclama,Sebastián. Me fijé en todo querido amigo,y también me fijé,que si en la muerte de Julián hay motivos delictivos,nos costará llegar hasta el verdadero asesino,pues ha actuado de forma sigilosa,astuta y sagaz...cuando por fin descubramos quienes son los afortunados,será entonces cuando comencemos a sospechar.
Ya en casa, de noche,mi anciana madre prepara la cena,mientras yo me entrego a mi pasión favorita,leer libros de grandes literatos,novelistas y escritores...que mejor ocasión que comenzar a leer este esplendido ejemplar llamado...El señor de los anillos. Comienzo la lectura con avidez,contemplando como el anciano,antes de pasar una hoja,mojaba su dedo en saliva,se nota aunque de forma opaca,borrosa, por la pequeña arruga,pliegue y estría de la parte superior de la hoja derecha,cuando es mojada.

Capítulo IV.

...Continuo con la lectura del famoso ejemplar, hasta altas horas de la madrugada,en la que mis ojos comienzan a sentir cansancio y fatiga,por lo que decido descansar y reanudar la lectura de esta interesante obra al día siguiente. Jeremías, parte hoy para Madrid,desde donde cogerá un vuelo directo hasta La Paz...¿Me pregunto, que rondará por la cabeza de Jeremías,marcha para su tierra,sin saber quienes son los verdaderos herederos de la fortuna del fallecido?.A primeras horas de la mañana, recibo una llamada en mi teléfono,de alguien preocupado,al principio no reconozco la voz,hasta que por fin se presenta,su estado anímico muestra signos de ansiedad,angustia e inquietud...¡¡Don Ramón,soy Jeremías,acaba de cancelarse el vuelo para mi país...y hasta dentro de tres días no habrá otro,regreso en autobús,no puedo permitirme el lujo de pasar tres días en Madrid!!...exclama..-vuelva,Jeremías,es la mejor opción que puedes tener,aunque las compañías aéreas,pagan los tres días que durará el retraso,en cómodos hoteles..-respondo..-sí,Don Ramón, es cierto,algunas compañías que realizan vuelos,transoceánicos suelen pagar las cancelaciones u otro tipo de impedimento que pueda surgir,pero este vuelo conseguido a bajo coste..(low cost)..lleva consigo este tipo de riesgos,que si cancelan el vuelo,debes pagar un hotel,hostal o pensión o por el contrario esperar de manera interminable en la terminal..-responde. Es casi noche cerrada,cuando de nuevo,suena el teléfono...descuelgo el auricular,y es nuevamente,Jeremías, que ya ha regresado de Madrid, quién exclama,sorprendido,asombrado,estupefacto...¡¡Don Ramón,venga con Sebastián,ya le contaré cuando lleguen!!. Recojo a Sebastián con el auto,quién exclama de manera sorprendida...¡¡Jeremías, no había marchado para Bolivia!!..-sí, amigo Sebastián,había marchado,pero el vuelo fue cancelado y ha regresado,pues hasta dentro de tres días no habrá vuelo...la compañía aérea contratada no posee cláusula,que permita pagar hotel,pensión u hostal en caso de este percance y ha tomado la determinación de regresar pues resulta más económico, que pernoctar en Madrid..-respondo.
En poco tiempo recorremos los dos kilómetros escasos,desde el hogar de Sebastián,hasta los mismos pies de la sierra Tersae...las luces de los faroles que lucen cada rincón, del contorno de la casa están encendidas,así como también permanece encendidas las del porche,para recibir nuestra visita...los ladridos del perro por el contrario no se advierten,quizás antes de marchar,Jeremías entregara el can a una protectora de animales,hasta su llegada. Cruzamos el jardín y llegamos hasta el porche,para tocar el timbre y ser recibidos por Jeremías al instante...¡¡Pasad,pasad...ha ocurrido algo extraño en la casa!!...exclama..-que ha sucedido,Jeremias,yo noto todo en perfecto estado..-respondo..-no Don Ramón,a simple vista parece que está todo bien,pero llevo muchos años sirviendo a Don Julián,y soy muy meticuloso,minucioso y detallista...tan solo llegar de viaje y abrir un cajón de la cómoda,percibo que aquí han estado personas registrando y buscando algo,pero es raro pues todas las joyas y objetos valiosos permanecen...¿Que buscarían,esa la incógnita que debemos resolver?..-termina Jeremías,su alocución,dejando una pregunta en el aire...¿Que buscarían?..-muy buena pregunta,Jeremías....aunque también debemos hacernos eco...del dilema...¿Como lograron entrar en la casa?..-respondo con interrogantes.
Jeremías,a medida que recorre toda la casa,me indica de manera eficiente,eficaz y segura,como todo ha sido revuelto y colocado,nuevamente en el lugar,para no levantar sospechas,aunque el ladrón o ladrones han subestimado y desestimado,o no han sabido reconocer,que Jeremías posee un autentico don en la manera y ordenamiento de las cosas u objetos y que si el objeto en cuestión es descolocado y vuelto a colocar en el lugar,no posee la misma destreza que emplea Jeremías,adquirida por los muchos años en la profesión...metafóricamente hablando,es como un billete que falsificado de manera hábil,se asemeja sobremanera al original,siendo detectado por un experto que se dará cuenta del engaño. Tras rastrear toda la casa como un experto sabueso,Jeremías,llega a la conclusión,que la persona o personas que han permanecido en su interior buscando,solo querían un objeto valioso...¿Que objeto,elemento o cosa..querrían?. Esa es la pregunta que nos hacemos los tres,mientras degustamos un café...es entonces cuando Sebastián que ha ido observando todo,sin emitir veredictos...lanza la siguiente pregunta..¿El viejo posee el testamento,sin duda....aunque el original permanece en la notaría,el anciano debe poseer una copia del mismo?..-es verdad,respondo..-el viejo nunca me habló de una copia,si existiera dicha copia, debe estar en algún lugar oculto,pues os diré que para estos asuntos era muy reservado,discreto,cauteloso y prudente..-responde Jeremías. Estamos ante un gran dilema,pues el viejo sorprendido por la muerte de manera,inesperada e imprevista,no pudo concretar,precisar y puntualizar el lugar exacto donde se aloja la copia del testamento...y eso es lo que creo que han venido a buscar,la persona o personas que han rastreado la casa...intuyo que debe ser alguien cercano al circulo de amigos del fallecido,pero con qué propósito...el acta del levantamiento del testamento se hará efectivo dentro de un mes..Jeremías y todos los que han formado parte de su circulo,deben acudir a dicha recepción, cuando el señor notario abra el testamento bien sellado franqueado y precintado,y por fin pueda leer quienes son las personas agraciadas,por la voluntad del fallecido.
...¡¡Habrá conseguido la persona o personas que han visitado la casa su objetivo!!...exclama Sebastián,para crear aún más confusión..-no lo podemos saber,pero la copia oculta algo que alguien quiere que no sepamos...es solo una hipótesis,suposición..-responde Jeremías...¡¡Sabe usted Jeremías,quién puede poseer una copia de llaves!!...exclamo..-no lo sé,seguro que alguien del circulo de buenos amigos que poseía Don Julián...creo que lo más conveniente sería llamar a la guardia civil y denunciar este allanamiento de propiedad privada..-responde Jeremías..- es una buena opción,Jeremías,pero no ha habido robo,atraco o saqueo,tan solo su buen ojo,ha sabido deducir y suponer que alguien ajeno a la casa ha visitado el lugar..-argumento,que es bien recibido por Jeremías. Queda claro que alguien cercano al fallecido que posee una copia de llaves ha visitado el lugar,con el claro propósito de encontrar algo valioso que el anciano guardaba con autentico celo.
..-recuerdo ahora una frase que el anciano repetía con asiduidad,frecuencia y costumbre...algo así como....”la mano por el lugar, pasará una y mil veces, ignorando que guarda su interior”..-reflexiona Jeremías..-es buen acertijo y no sabemos si estas palabras aloja alguna pista,de un lugar secreto, en la cual el anciano guardaba algunos objetos,pertenencias y enseres de alto valor..-respondo. Tras oír esta intrigante frase,retornamos para casa,después de despedirnos de manera,efusiva,cordial y amable de Jeremías..¡¡Que le parece Don Ramón,usted que ha descubierto casos tan impresionantes como el del chalets nº1...la casa Rutheford...señales en la ventana...extrañas desapariciones..las cuatro muñecas ...y...!!...exclama Sebastián..-gracias Sebastián por todos estos halagos,pero este caso parece fácil y a la vez más difícil de resolver,pues aun no sabemos nada del fallecimiento,ni tampoco quienes son los agraciados de la inmensa fortuna del fallecido,debemos esperar...aunque creo que la persona y personas que han visitado la casa volverán a hacerlo,si no han alcanzado su objetivo..-respondo.
Cansado, retorno al hogar,aunque con ganas aún de leer,algunos capítulos del extraordinario ejemplar que comencé a leer ayer. Mi anciana madre,hace horas que duerme...sobre el poyo,en una pequeña olla, me tiene guardada la cena...sopa de fideos. Ceno con avidez,la estancia en la casa de Don Julián,me ha abierto el apetito,habrá sido por el tremendo recorrido efectuado,con Jeremías, buscando alguna pista dejada,por el supuesto ladrón.
Recojo el libro del interior del mueble bar,y me dispongo a seguir leyendo,las extraordinaria aventura de Frodo Bolsón y los pequeños hobbys,cuando observo que el libro está impregnado de un talco,casi invisible,en la zona de la hoja que se suele pasar con la mano...llegando a la conclusión de que el anciano no había leído esta parte del libro,pues la diferencia con las anteriores leídas,posee pequeños cambios muy difícil de detectar.

Continuará....

El pasamanos......Un relato de Marcos Tenorio.

lunes, 5 de octubre de 2015

Extrañas desapariciones.

Extrañas desapariciones.

..Maribel,mi vecina,oronda,corpulenta y gruesa,me visita en casa de mis padres,con rostro demacrado,pálido,macilento...¡¡Don Ramón...Don Ramón!!..exclama de forma excitada,angustiada, cercana al histerismo...¡¡Que sucede Maribel...tranquiliza,esos quilos de más,no son buenos para tu actual estado!!..exclamo,con suficiente calma para frenar el ímpetu de mi interlocutora....Don Ramón,un nuevo minero que se dirigía esta mañana a la mina..... ha desaparecido,junto al cementerio,el mismo lugar dónde desaparecieron de forma misteriosa hace años el hijo de Isabel y Dolores....pensativo,mi cerebro comienza a procesar, para que en un breve intervalo de tiempo recuerde las extrañas desapariciones...¡¡Y quién ha desaparecido esta vez!!...exclamo,con rotundidad....me da un poco de agua Don Ramón,me encuentro bastante alterada..-responde Maribel,en el momento que su rostro se vuelve rojizo debido a la tensión acumulada. Más calmada,me da todo tipo de detalles de la desaparición....se trata esta vez del hijo de Manuela...Francisco,que trabaja en el turno de mañana y se dirigía como es habitual, hasta la estación, para coger el tren con rumbo a Corrales,donde debería descargar junto a sus compañeros el mineral. Tras despedirme de Maribel,me acerco acompañado,de mi pequeño can,regalo de mi padre por mi cumpleaños,hasta el cementerio de Tharsis,cercano a los vacies de mineral de la corta Filón Norte,que ha comenzado nuevamente a trabajar debido a la demanda de mineral por parte de países extranjeros. En mi largo paseo hasta las inmediaciones del cementerio,los vecinos que encuentro,dan su versiones,hipótesis, de lo que ha podido ocurrir...en una de estas reuniones me detengo y charlo con un viejo minero...sus años de contramina,han marcado profunda huellas sobre su rostro y apenas vislumbra mi silueta, debido al daño producido sobre sus pupilas.La oscuridad absoluta de las galerías,dónde la sutil,delicada y frágil haz de luz que llegaba de los focos de carburo,no era suficiente,para que el sobreesfuerzo,pase factura estos últimos años de vida...¡¡Entonces Joaquín...que ha podido ocurrir...pues en estos tres años,llevamos tres desaparecidos!!.exclamo, subiendo el tono de mi voz,pues también sus oídos
han sufrido deterioro...no me explico lo que puede ocurrir...los tres desaparecidos,son chavales jóvenes,con dieciocho o diecinueve años,recién cumplidos y poca experiencia en la mina..-responde Joaquin,con evidentes muestras de consternación. Con dudas sobre el paradero de los jóvenes,dejo al bueno de Joaquín y emprendo el camino,hasta el cementerio,cruzando la barriada Santa Barbara,para desembocar en la plaza de San Benito, donde ya se vislumbra,triste,sombría y lúgubre, la silueta de este edificio construido en el siglo XIX. Encuentro muchas personas por los alrededores,quizás destruyendo algunas pruebas, que puedan servir a la guardia civil y los agentes desplazados desde Huelva,para esclarecer la desaparición reciente y las anteriores.
Dialogo con el sargento Calderón,desplazado hasta la zona....¡¡Buenos días,sargento,que tal!!...exclamo,con exquisita educación,dando los buenos días,a mi buen amigo Calderón, sargento de la guardia civil...¡¡Ah, hola buenos días Ramón,que tal las oposiciones!!...exclama,con rostro serio,circunspecto y reservado....bien,el próximo mes me presento..-respondo...mientras realizo la pregunta que quizás esperaba...¿Un nuevo desaparecido?...pues sí, un nuevo desaparecido, y sobre la misma zona que desaparecieron los anteriores,y realmente extraño,pues no se observa nada en el terreno,hemos acordonado la zona,pero no advertimos nada que nos pueda ofrecer alguna pista...de verdad Ramón,te aseguro que en todos mis años sirviendo a la benemérita,nunca había observado algo igual..-responde con franqueza. Es una pregunta bastante incómoda,mi buen amigo,esta que voy a realizar,pero quizás aporte algo de luz..¿Los desaparecidos,realmente han desaparecido sobre la misma zona?...sí,te lo aseguro con rotundidad,pues es, en el tramo que va desde el cementerio hasta el área de la oficina de Filón Norte,donde han desaparecido...en este tramo que bordea varios vacies,y dónde creo que puede haber un kilómetro escaso,es dónde los sujetos han desaparecido,ya te digo, sin dejar ningún tipo de huella. Vecinos que viven en esta zona,aseguran haber visto a Francisco,adentrarse en la oscuridad que ofrece este paraje,acompañado de un linterna,foco o candil,no te puedo asegurar que tipo de iluminación portaba,pues tampoco ha aparecido nada. Llevas razón amigo Calderón,además, esta zona, es muy transitada,por trabajadores de la mina,que se dirigen a sus respectivos puestos de trabajo,bien sea en auto,motocicleta y bicicleta,aunque estos tres desdichados muchachos caminaban a pie..-respondo....has acertado,bien por tu cualidad detectivesca,para descubrir alguna pista,eres muy sagaz,creo que el descubrimiento de lo que aconteció en la casa de los Rutheford,te ha otorgado suficiente perspicacia e intuición en estos asuntos...te aconsejo que deje las oposiciones para profesor de E.G.B y te prepares para ser un buen detective..-responde el sargento,Calderón, con una sonrisa,para disminuir un poco la tensión acumulada. Con las desapariciones anteriores,buscamos una amplia zona,sin descubrir nada...varios buzos,se adentraron en las aguas de los diques que bordean la zona sin encontrar rastro,un amplio dispositivo recorrió los vacies,huertos y todo tipo de parajes, sin resultados,ya te digo que es un asunto para que lo investigue el mismísimo Holmes..-responde Calderón. El miedo que se creía extinguido,hace meses, vuelve de nuevo a recobrar fuerzas...muchos trabajadores,se niegan a caminar o viajar hasta sus puestos de trabajo, cuando la noche cubre con su profundo manto de misterio y oscuridad, estos parajes,además el cementerio cercano a la zona de desapariciones, alimenta,incrementa y aumenta, la sugestión,y son muchos los que cuentan haber observado figuras espectrales,salir de los amplios muros del cementerio,seguido de oleadas de olores fétidos,nauseabundos y hediondos,que jamás hubieran reconocido. La compañía minera,observando que los trabajadores se niegan a cubrir los puestos de trabajo,inaugura una línea de autobuses,que cubrirá los respectivos horarios,de esta forma los trabajadores viajaran todos juntos,sin peligro para que nuevas desapariciones se produzcan. Muchas casas y huertos cercanos al cementerio, son abandonados por sus inquilinos,que se trasladan hasta otra zona del pueblo o emigran hasta otras ciudades de España o extranjero,ante la oleada de histerismo que se produce,debido sobre todo a comentarios vertidos por personas sensibles a los fenómenos paranormales,realizando interpretaciones en su mayoría infundadas,injustificadas y absurdas,debido sobre todo al temor que causa estos edificios de reposo eterno . Busco alguna razón,motivo y causa, que ha podido inducir a estos jóvenes en abandonar el pueblo y no las encuentro...comienzo a indagar en los diferentes casos,comenzando por la primera desaparición....Pedro Fernandez...19 años....”Pedro,según sus familiares más cercanos, es un muchacho alegre y extrovertido...a los dieciséis años ya formalizaba su primer noviazgo,con la que había sido su primera novia,a la que conoció en el colegio o escuela grande,como es conocida en Tharsis...el paso que se produce desde la adolescencia a la juventud,dónde los jóvenes aún no tiene asimilado lo que pretenden ser en la vida,fue superado por Pedro,con relativa facilidad...y ya desde su etapa en el colegio,contaba a sus padres que quería ser carpintero...impregnarse,untarse, de serrín, con los olores característicos que desprende la madera recién cortada. En pocos años, su sueño se hizo realidad y comenzó a trabajar en su pueblo natal,en la carpintería situada en talleres...Ana, su primera y única novia,me cuenta que no tenía apenas aficiones,aunque le gustaba leer novelas del oeste,que publica el genial..Marcial Lafuente “Estefanía”...con un retrato en las manos,al que besa constantemente,pide a su Santa,que aparezca sano y salvo y este episodio en su vida, haya sido un mero trámite. Aunque haya pasado dos años aún no pierde la esperanza,de que su querido y adorado Pedro,aparezca por casa”...Martín Rodriguez...18 años...”totalmente opuesto a Pedro,en ideas y conceptos...Martín, es un joven tímido y apocado...gracias a los contactos que su padre posee en la empresa,pudo entrar en esta, con relativa facilidad...ejerciendo como aprendiz en la sección,mecánica “Diesel”...a punto de cumplir los diecinueve años y celebrar su onomástica, desapareció al igual que Pedro,sin dejar rastro...cuando ya ha pasado año y medio de su desaparición,ambos habrán superado la veintena...sus desconsolados padres,no pueden dar crédito, que su hijo haya desaparecido,de esa forma,pues como corroboran,ratifican y confirman... es muy tímido y apocado,donde su verdadera pasión es jugar al fútbol,perteneciendo a los juveniles del club atlético Tharsis,donde demuestra sus dotes como fino y estilista,futbolista...al igual que Pedro...Martín,posee un amplio coeficiente intelectual,docto y culto,puesto a prueba en los estudios que ha realizado de mecánica “Diésel”..donde quizás,no hubiera echo falta la pequeña ayuda de su padre,para formar parte de la empresa. Mientras anoto en mi cuaderno de observaciones,estos datos suministrados por los familiares,dejo constancia de que ambos desaparecidos, disponen de buenos coeficientes y dotes para desarrollar,trabajos de diversa índole.
Por último el caso más reciente..el joven Francisco,ocurrido escasas semanas...Francisco Martín...18 años...”otro joven talento,de las nuevas incorporaciones que la compañía minera ha realizado,tras un duro casting...Francisco, es el menor de cuatro hermanos,los cuales tuvieron que emigrar ante la pocas posibilidades de trabajo en la zona...Francisco, por su parte,muy arraigado a las costumbres de su pueblo,prefirió no emigrar como el resto de hermanos y cuidar de los padres...la recompensa por su estimado,querido y apreciado amor por su pueblo,donde es miembro de la hermandad de Santa Barbara,llegó en forma de contrato indefinido,entrando a formar parte de los conductores de trenes que hacen la travesía hasta Corrales...Francisco,al igual que Martín,es aficionado al fútbol,aunque no lo practica y también otro punto con Martín, es que permanece soltero,aunque haya tenido algún conato,intento y amago con alguna joven del pueblo.
Y hasta aquí los tres casos,sin que haya entre los mismos,ningún vinculo,conexión y enlace..solamente,el talento que reúnen los tres.

Capítulo II.

...Pasados varios años,el caso de los desaparecidos,poco a poco comienza a diluirse,cayendo en el olvido absoluto,sólo los familiares y algunos vecinos allegados a la familia, mantienen aún un halo de esperanza,certidumbre e ilusión de que sus queridos hijos,puedan aparecer,aunque esta idea a medida que los días van pasando, van creando resignación,conformidad y acatamiento, aún en los más optimistas.
...Nos encontramos en el año de 1982,han pasado ya doce años desde el último desaparecido y catorce desde el primero. Ejerzo mi profesión de profesor de E.G.B,en Cortegana,pueblo de la sierra onubense,conocido por el corcho que se extrae cada cierto tiempo, de sus innumerables alcornocales,distribuidos por la sierra,dotando a la misma, de una belleza paisagistica de notable referencia, para el turista que la visita. Este año de 1982,es particularmente seco,árido y yermo,con temperaturas por encima de lo normal,haciendo que muchos pequeños embalses,diques y pantanos,queden totalmente vacíos,resecos y desérticos,donde el lodo acumulado se resquebraja,agrieta y cuartea. Decenas de cadáveres de peces y otros animales acuáticos,se amontonan, dando lugar a un panorama dantesco,impresionante y aterrador,favorecido por los nauseabundos,fétidos e indescriptibles olores que emanan de los cuerpos en descomposición. Llegado el mes de julio, me traslado a mi pueblo,para pasar las vacaciones estivales,junto a mis padres. La sequía en Tharsis, como en el resto de pueblos, que poseen pequeños pantanos,es principalmente acuciante,apremiante y urgente...paseo junto a mi amigo Pepe,por el pantano que abastece al pueblo de agua...llamado dique “Lagunazo”....el espectáculo es aterrador...¡¡Jamás, Don Ramón,en los años que tengo de vida, había visto al dique en esta situación!!...exclama,Pepe,con rostro,fascinado e impresionado..lo que debería hacer la compañía minera,ya que es a ella a quién pertenece el dique..es limpiar de lodos, toda la superficie,para que cuando comience a llenar de nuevo,desaparezca todos estos cadáveres de peces y tierra acumulada..-respondo. Parece ser que la compañía minera ha percibido,intuido, mis comentarios, vertidos sobre el estado actual del dique y actúa con celeridad, desplazando maquinaria,destinada a la extracción de mineral,a retirar lodos,fango y barro....no solo del dique “Lagunazo” también de los diques que bordean los vacies de mineral,cercanos a la mina...y que reciben nombres tan dispares como...dique “Grao y Pino”. Es en este primer dique,llamado “Grao” (llamado así,porque un alto porcentaje de las aguas que recibe su extensa superficie,provienen de los vacies de mineral cercano),donde el operario de una pala cargadora que retira lodo acumulado,hace un macabro descubrimiento...¡¡Que es esto, que aparece en esta capa de tierra arenosa,donde tengo problemas para acceder al terreno,debido a la inestabilidad!!...exclama Juan,operario de la pala cargadora,mientras realiza señas con la mano, al compañero que aguarda en el camión,para retirar el lodo...¿Que sucede?...pregunta,Javier....Juan,detiene la pala y se dirige a la zona del descubrimiento....¡¡Esto parece...huesos humanos!!..exclama, mientras su rostro comienza a palidecer y una sensación de horror,pavor y pánico invade su menudo cuerpo....¡¡Javier...Javierrr....ven para ver lo que ha aparecido sobre esta zona,donde el lodo parece tierra movediza!!...exclama,con ligeros tartamudeos,debido a su estado nervioso,excitado y angustiado....eso,son huesos,no hay duda y hay varios....hay que comunicarlo al capataz..-responde Javier,veterano camionero,que afronta el hallazgo con más entereza que Juan. La noticia del hallazgo de los huesos,pronto se expande,propaga y difunde por el pueblo,de forma rápida,acelerada...y muchos vecinos acuden hasta la zona,donde la guardia civil ya tiene acordonada la franja,donde han aparecido los huesos...Calderón,interroga a los operarios,que han descubierto los huesos,mientras espera a los forenses,que se desplazan desde Valverde del camino. Mientras esto sucede,comienzan a surgir entre la población,todo tipo de hipótesis,suposiciones y sospechas...muchas de las mismas dirigidas a las extrañas desapariciones surgidas entre los años 1968-70. Aunque todavía es pronto para dictar un veredicto sobre la procedencia de los huesos aparecidos,un alto porcentaje de la población,creen que pueden pertenecer a los desaparecidos y trasladan de forma indirecta, estas suposiciones,creencias y opiniones a los familiares,que se muestran convencidos,persuadidos, por la avalancha de veredictos y criterios,vertidos aún sin confirmar, cuyo dictamen final demuestren fehacientemente, por parte de los forenses y antropólogos,que dichos huesos pertenecen efectivamente a los jóvenes. Abatidos,apesadumbrados y desanimados,las familias sollozan y gimotean,recordando la figura de los jóvenes,mientras son aplacados,calmados y tranquilizados,por vecinos. Resignados,al menos podrán dar cristiana sepultura a sus queridos hijos,y este hecho calma,aplaca a los familiares más allegados.
...Todos los huesos esparcidos en la franja,son meticulosamente recogidos por un equipo de personas especializadas, desplazadas hasta la zona. Actuando con delicadeza, van desenterrando cada hueso con verdadero mimo,aunque las aguas sulfurosas,procedentes de los vacies cercanos,han actuado con contundencia sobre los mismos y su poder de abrasión y corrosión,ha ocasionado un importante deterioro y donde los únicos que han podido resistir,el contacto con los sulfuros, son los huesos de las extremidades inferiores (fémures,tibias) y algunos de las superiores (húmeros).Con el trabajo terminado, los huesos se analizaran en el instituto anatómico forense de la ciudad Hispalense, hasta donde son desplazados,mientras en el pueblo todos los vecinos aguardan con impaciencia,ansiedad e inquietud,el dictamen final,que arrojen la procedencia de los mismos. Tras varios días de incertidumbre,inquietud y desasosiego,los resultados obtenidos arrojan un informe demoledor, y asolador para los familiares que aún arrojaban algún tipo de esperanzas de que los huesos aparecidos no pertenecieran a sus queridos hijos...el informe realizado,por varios antropólogos, forenses y firmado por el facultativo jefe,dictamina entre otros asuntos....”Aunque en avanzado estado de descomposición, debido a los sulfuros que han actuado de modo cáustico,abrasivo y corrosivo,sobre los huesos,creemos que los fémures,tibias,húmeros,aparecidos sobre la franja donde hemos actuado, corresponde con al menos dos individuos de edad adulta....”. La noticia es recibida en el pueblo,de modo impactante,conmoción e impresión,y de nuevo se vuelve a repetir escenas de dolor,en casas de los familiares de los desaparecidos. Deprisa y de modo bastante chapucero,creo que el examen de los huesos hubiera requerido más tiempo,pues el estado en que se encontraban los mismos,así lo confirma...no soy antropólogo tan solo forense jubilado,pero en unos días,no puede hacerse de modo exhaustivo y eficaz un estudio que dictamine a quién perteneció dichos huesos...me lo confirma mi buen amigo Feliciano,médico forense jubilado,con el cual mantengo alguna charla,de vez en cuando, y al que le he entregado, alguna fotografía, filtrada por mi buen amigo Calderón. El caso nuevamente vuelve a recobrar actualidad,aunque hayan pasado más de doce años..y hay muchas preguntas en el aire de las que aún no hay respuestas y de las que nadie parece interesar,más aún cuando se quiere archivar por completo el asunto, con los supuestos huesos,para que las apenadas familias puedan descansar, ya tranquilas,sabiendo que los cadáveres de sus hijos por fin,reposan en el camposanto. La hipótesis que recobra mas fuerza entre la población,es que los supuestos desaparecidos,prefirieron darse un chapuzón antes de acudir al trabajo,pues recordamos que los desaparecidos,desaparecieron en época estival,cuando las altas temperaturas invitan a sumergirse en las templadas aguas de estos diques cercanos a la mina. Un embudo de forma natural, formado en el mismo fondo, donde el dique se muestra más profundo, hicieron que este recogiera todo tipo de lodo y arena,haciendo que la capa de fango que lo cubre,se volviera dúctil,maleable y blanda,como arenas movedizas,absorbiendo y aspirando todo cuanto objeto quedara pinchado,clavado, en su radio de acción...así lo confirma Juan,operario de la pala cargadora...al tener problemas para retirar tierra del lugar, debido a la inestabilidad. Al no conocer a quién pertenece cada hueso aparecido, las familias deciden,tras común acuerdo, dar sepulturas a los restos encontrados en una sola caja,y ocupando un solo nicho en el cementerio,con los nombres y una fotografía de los mismos,de esta forma los tres compañeros y amigos descansaran eternamente en su tierra natal....un bonito epitafio y varias coronas de flores,rememoraran y recordaran a estos tres jóvenes,cuyo destino les deparaba a su corta edad, un desenlace fatal.
...Transcurridas varias semanas,repasando el cuaderno donde anoto todo lo concerniente al caso,me cuesta creer que los jóvenes hayan fallecido o asesinado,por algún demente,y sepultados bajo las aguas del dique...no estoy conforme con el veredicto final, como ya me apuntara mi amigo Feliciano...el examen se produjo de forma rápida y chapucera,para que las familias tranquilizaran,porque había un alto porcentaje que los huesos pertenecieran a dichos sujetos. Las preguntas que me hago son las siguientes.....¿Los jóvenes si hubieran optado por dar un baño,en las templadas aguas....vestimenta,calzado y comida para el trabajo hubieran aparecido cerca del lugar..si por el contrario algún demente o perturbado,hubiera infringido daño, siempre quedaría algún objeto sobre la zona,donde se produjo el asalto?...son preguntas que realizo,mientras observo que los días se acortan,y pronto volveré a las clases en Cortegana,con la apertura de un nuevo curso escolar.

Capítulo III.

.Transcurridos más de cuarenta años de los tristes acontecimientos,que acontecieron sobre la pequeña pedanía,solo nos queda aunque vagamente,algunos recuerdos,difuminados por algún lugar de nuestro cerebro. Rebasamos ya la primera decena del nuevo milenio y nos encontramos en el año de 2011, donde disfruto de mi jubilación,en la tierra donde mis padres me trajeron al mundo hace 66 años. Para no aburrirme debido a la inactividad laboral,suelo dar intensos paseos alrededor del pueblo,sobre todo por las inmensas,colosales y gigantescas cortas,que permanecen acalladas,adormecidas y enmudecidas...donde ya no escucho,percibo y advierto,los graznidos de las grajillas,el majestuoso vuelo del cernícalo,los rápidos vuelos de vencejos...donde ya no observo la silueta del malacate,altivo,encrestado e imperioso, icono del pueblo,convertido en chatarra,para satisfacer la avaricia,codicia y rapacidad,de personas sin escrúpulos,reparos ni afectos. Mañana,dirigiré mis pasos, hasta donde se encontraba quizás todo el entramado,armazón y estructura,de esta gran corta que recibe el nombre de “Filón norte”,ultima de las cuatro grandes minas de cielo abierto explotadas,en este pueblo milenario llamado Tharsis.
Para recorrer estos casi dos kilómetros de trayecto,desde mi casa en la calle Madroñal,hasta las oficinas ubicadas en Filón norte,decido hacer el mismo itinerario que hicieron los desdichados jóvenes hace cuarenta años. Cruzo el puente cercano al cementerio,construido para el paso de camiones de gran tonelaje,para depositar rocas,pedruscos y piedras del interior de la corta,en los grandes vacies,a cuyos pies,se alza solemne,el gran dique,donde supuestamente los jóvenes perdieron la vida de forma trágica. Hoy día los vacies cercanos al cementerio,están cubiertos por tierra fértil,que han amortiguado el impacto visual,que ofrecía las grandes rocas,para ser colonizados por vegetación autóctona,originaria y nativa,donde destaca...retama,lentisco,aulagas,pinos piñoneros,jaguarzos, jaras y una amplia variedad de flores. Cabe destacar también,los caminos,construidos de pizarras,cortadas en finas láminas , compactadas con cemento y arena,y delimitadas por vallas de madera,envejecida,otorgando al lugar una panorámica rústica,en estos sobrecogedores parajes. Antes de adentrarme en la zona donde se encontraba todos los edificios de las instalaciones mineras, cruzo un último puente,pero al contrario que el primero que cruzaba por la zona baja,este es cruzado por la parte de arriba. Contemplo con rabia impotencia e ira,el saqueo,vandalismo y barbarie,que ha asolado las instalaciones,cuando la compañía minera cesó sus actividades. Desde entonces el pillaje,rapiña y saqueo, es lo que ha imperado en este lugar,en el que no hace mucho tiempo,trabajaba un amplio número de personas,cualificadas,competentes y expertas. Penetro en las oficinas,ubicada,en una pequeña colina,a mi alrededor crece de forma anárquica,desordenada y caótica,multitud de arbustos,entre los que sobresalen los bellos aromos,signo de identidad de un pueblo,que se resigna,abdica y renuncia a perder su gran patrimonio, ante personas a las cuales solo les interesa el interés generado por la venta de chatarra. El estado de la oficina es lamentable,sus despachos han sufrido con inusitada violencia y vehemencia,la embestida de personas con escaso coeficiente intelectual,desatando toda la cólera que puede albergar el ser humano,aunque no me explico porqué razón. En uno de estos despachos me detengo...aquí trabajó el ingeniero alemán...Jens Ludwing...cuyo rótulo aún permanece en la puerta,salvado de forma milagrosa de la ira de los vándalos. Cruzo la puerta y me encuentro el lugar destrozado,destruido y deshecho...de forma asombrosa,aún las estanterías que albergaban multitud de carpetas,ficheros,archivadores,clasificadores y registros,se encuentran en pie,aunque seriamente dañadas. Por su parte, la mesa de despacho, ha sufrido con furor, el ímpetu de los bárbaros,que la han golpeado hasta hacer astillas su preciada madera. Con curiosidad,comienzo a visionar algunos ficheros de registros y expedientes, que me encuentro esparcidos por el suelo,en uno de estos, escrito en idioma germano,me encuentro con una gran sorpresa,asombro e impresión,pues aparece el nombre de los tres desaparecidos...Pedro Fernández,Martín Rodríguez y Francisco Martín...mas arriba escrito en alemán,reza la siguiente frase....Date arbeiter bergwerke Tharsis (expediente de trabajadores de Minas de Tharsis).
...De pronto siento que algo importante guarda este expediente,en los folios que permanece en su interior, escritos a máquina,aunque en idioma alemán. Recojo el expediente,como si se tratara de un preciado tesoro y encamino los pasos nuevamente hasta mi hogar. Por el largo camino de retorno comienzo a discurrir y razonar....¡Un expediente,con los nombres de los tres desaparecidos,en el despacho del ingeniero alemán!..exclamo en silencio...aunque está escrito en alemán,no hay problemas para traducir el expediente,conozco un amigo que se ha llevado casi cuarenta años en Alemania,que lo traducirá sin problemas..-razono en silencio,mientras cruzo de nuevo el gran puente,apareciendo la imagen del cementerio,reflejada por el astro rey,que viste de colores dorados los nichos,donde reposan los restos de nuestros seres queridos.
Ya es noche cerrada,cuando visito el humilde hogar de mi buen amigo Manuel,que exclama con exquisita educación al observar mi figura,cruzar el pequeño jardín...¡Buenas noches, Don Ramón...bienvenido a mi casa!...hola Manuel,muy buenas noches...harás la pregunta...¿Pero que hace este viejo profesor jubilado, visitando... mi hogar?...no, Don Ramón,personas educadas,instruidas y sabias, como usted, siempre serán bienvenidas, ahora mismo pase para adentro,pues ya las tardes son más cortas y el frío ya hace acto de presencia..-responde Manuel. Acomodados en el acogedor y humilde salón de la casa,ante una buena taza de café,explico a Manuel,el motivo de la visita...¡Manuel,aunque trabajabas en Alemania...recuerdas el caso de los tres desaparecidos,surgidos entre los años de 1968-70!...exclamo,con gesto tajante,categórico...claro que recuerdo,mis padres me tenían bien informado,en un pueblo tan pequeño,quien no iba a recordar el caso..al final que triste destino...todos fallecieron en las aguas del dique...pobres chavales..-responde Manuel. Sí, triste destino,la vida a veces se muestra tan cruel,despiadada,que la muerte no selecciona a las personas por su estado de salud,bienestar,juventud y lozanía,mostrando frialdad e imparcialidad,cuando tiene que arrebatar un alma. Bueno Manuel,el motivo de mi visita,tiene algo que ver con aquellos pobres muchachos,que perdieron la vida,supuestamente en el dique,como nos informaron los peritos que examinaron los huesos...esta misma tarde,en mis paseos alrededor del pueblo,accedí hasta las oficinas de Filón norte,que se encuentran en un estado lamentable,deplorable y desolador..en uno de sus despachos,concretamente en el del ingeniero alemán..Jens Ludwing..lo sé porque aún permanecía el rótulo en la puerta...hice un descubrimiento que ojalá arroje algún resultado,sobre la investigación del caso,que llevo desde que prácticamente desapareció el último de los chavales,y es este expediente que encontré de manera casual,sobre el suelo,y donde reza unas palabras en alemán y los nombres de los desdichados. Manuel con curiosidad,ojea algunos folios y traduce algunas palabras sueltas...esto parece Don Ramón,que se trata de un seguimiento a estos jóvenes,para seleccionarlos para algún objetivo..-responde Manuel. Muy interesante,Manuel,si puedes y no tienes problemas..¿Podías traducir,estos folios...tengo unas ganas enormes, de comprobar que contiene escrito?...respondo,con una pregunta,a la cual creo que responderá positivamente...claro,Don Ramón,lo traduciré con mucho placer y lo entregaré lo antes posible..-responde Manuel,con una sonrisa sobre sus labios. Bueno querido amigo,debo marcharme,mi anciana madre espera para servir la cena....tómese el tiempo que quiera,esperaré para tomarnos unos vasos de mosto,de San Bartolomé de la Torre,con un queso de oveja que me han enviado de Cortegana. Espero con impaciencia,inusitada,lo que puede contener los folios escritos en alemán,mientras tanto esperaré,aunque estos folios ha alterado un poco mi sistema nervioso,a los cuales hago frente con infusiones de tila.

Capítulo IV.

...A punto de iniciar mi paseo diario por el pueblo,recibo a mi buen amigo Manuel,con rostro dubitativo,vacilante...¡¡Buenos días,Don Ramón!!..exclama
...Buenos días,Manuel..-respondo con enorme interés y satisfacción,al observar sobre la mano derecha,el expediente...aquí le traigo completamente traducido el expediente,me ha costado un poco más de la cuenta,pues desconocía algunas palabras y las he tenido que buscar en el diccionario...no pasa nada amigo Manuel,lo importante es que está traducido y por ello le felicito y ahora pase para mi hogar, donde degustaremos como le prometí,el queso de Cortegana y el mosto de San Bartolome de la Torre..-respondo con una sonrisa. Comenzamos a degustar,los ricos productos,mientras ojeo algunos folios...¡¡Esto es un seguimiento,observación y análisis de los jóvenes desaparecidos,pues detalla con todo tipo de interés, las facultades de cada uno de ellos!!...exclamo con asombro y sorpresa...¡¡Que raro me parece Don Ramón,que los tres desaparecidos,hayan sido espiados,observados e investigados por ese tal.....!!...exclama,Manuel....Jens Ludwing..-respondo,con prontitud, para satisfacer a Manuel en su duda. Es muy interesante todo lo que aparece en los folios sin ninguna duda,pero aún falta saber,que persona estaba interesada en los jóvenes y por qué razón,creo que la respuesta debe estar entre la multitud de folios,expedientes,archivos,ficheros y demás... esparcidos,por el despacho del señor Ludwing...tendré que desplazarme nuevamente hasta el despacho del señor Ludwing...es como buscar una aguja en un pajar,pero lo tengo que intentar,ya que este caso recobra de nuevo actualidad,con la aparición de este expediente. Mientras discurro,pienso y reflexiono...muchas hipótesis surcan por mi cerebro como estrellas fugaces...¡¡Don Ramón,el tal Ludwing,si aún viviera, nos podía sacar de dudas..!!...exclama Manuel...muy bien Manuel,muy acertada tu reflexión y consideración...han pasado más de cuarenta años,suponiendo que el tal Ludwing,rondara la edad de ochenta años,podríamos entrevistarnos con el y nos sacará de dudas...eso positivamente hablando..pero aún tenemos la duda si vive. Es una buena alternativa la ofrecida por Manuel,aunque existe la posibilidad de encontrar más expedientes que nos ofrezca más pistas sobre las personas interesadas en los jóvenes.
Retorno junto con Manuel,de nuevo, hasta las deterioradas,desoladas y devastadas instalaciones,con el propósito de encontrar un segundo expediente,donde detalle con exactitud para que necesitaban este seguimiento,observación y contemplación de los jóvenes desaparecidos. La tarde declina sobre el horizonte,fundiendo de colores dorados,la imponente corta...Filón Norte. Penetramos en el que fuera despacho del señor Ludwing,con intención de encontrar un segundo expediente,ahora acompañado de Manuel,por lo que el radio de acción es doble y nos da la oportunidad de peinar bien la zona. Tras varias horas de incesante e ininterrumpida búsqueda,no encontramos nada y tan solo falta por buscar una pequeña zona,donde nuestras esperanzas están depositadas. Los nombres de los desaparecidos,llega a obsesionarme,cuando reviso cualquier expediente y mi cerebro en ese estado sugestivo,me hace ver y creer que los nombres aparecen escritos,una ilusión óptica,debido a la ansiedad que genera encontrar un expediente similar al encontrado. A punto de retirarnos,derrotados,abatidos y cansados...Manuel,emite un grito de exclamación...¡¡Don Ramón...mire...aquí aparece una dirección del tal..Jens Ludwing,en su domicilio de Alemania!!...¡¡Eureka,por lo menos hemos conseguido algo!!..exclamo,mientras abrazo a Manuel....Jens Ludwing Technische ingenieur für bergbau Hansaplatz nº 14 3º b Hamburg Germany...reza en una pequeña tarjeta de presentación..-Jens Ludwing...ingeniero técnico de minas...y esta es la calle...Hansaplatz nº 14 piso 3º habitación b..-responde Manuel, con el texto traducido. Creo Manuel,que debemos hacer una visita a este buen señor,aunque con serias dudas,pues solo poseemos una tarjeta de presentación,seguramente de aquellos años cuando residía en esta ciudad del norte de Alemania..-sí, me parece buena idea,Don Ramón,si tan interesado está en resolver este caso,cuente con mi pequeña ayuda y apoyo..-responde Manuel..-pequeña no Manuel,me prestarás una gran ayuda y si resolvemos este enigma,tu nombre aparecerá siempre en cabecera..-respondo..-muchas gracias Don Ramón,es todo un honor para mí,participar en esta investigación..-responde. Tenemos expediente y dirección de Jens Ludwing,solo nos queda que el destino y azar se ponga de nuestro lado y encontremos al señor Ludwing,para realizar una serie de preguntas, que nos ayude a resolver, porque hubo este seguimiento y observación a tres jóvenes del pueblo,desaparecidos en extrañas circunstancias. El tiempo apremia y debemos coger un vuelo para Hamburgo lo antes posible y ojalá podamos encontrar a Ludwing en la ciudad. Surge de pronto nuestro primer inconveniente...hay que convencer a María,mujer de Manuel,que al principio muestra recelo,desconfianza y sospecha,aunque mi presencia como ciudadano responsable,sensato y consciente,hace que María,de momento muestre su apoyo de manera incondicional,aconsejándonos que tratemos de evitar cualquier tipo de encuentros indeseables.
Partimos para el aeropuerto de Faro,tras sacar los billetes de forma cómoda en el corte inglés..nuestro vuelo saldrá a las seis de la tarde. Antonio,mi vecino, servicial,amable y atento, se ha prestado de forma totalmente desinteresada, acercarnos hasta Faro,con mi vetusto automóvil. Manuel,muy acostumbrado a viajar en avión, se muestra totalmente tranquilo,sosegado y reposado,mientras yo todo lo contrario revelo y manifiesto,una sensación de ansiedad,inquietud y angustia,por viajar en estos grandes aparatos,que surcan los cielos de todo el mundo. La compañía Air Berlin,es una compañía alemana,que ofrece vuelos de forma diaria a bajo precio, denominados...Low Cost,muy asumibles por las personas que viajan de forma constante y esporádica. Una sensación de ahogo,sofoco y asfixia se produce,en mi persona,cuando el avión inicia el despegue...calmado por Manuel,pronto desaparece sin tener que hacer uso de la mascarilla. Desde las alturas observamos como la tierra empequeñece,mostrando la belleza del litoral y esta preciosa región de Portugal,llamada..El Algarve. El viaje transcurre bastante cómodo,sin las consabidas turbulencias,que suelen agitar el avión debido a los cambios de presión. Sobre las 10 de la noche aterrizamos por fin en el gran aeropuerto,llamado...Fushlsbüttel,sin ninguna incidencia y dispuesto para hospedarnos en un hotel. En poco menos de dos horas por fin estamos alojados en un céntrico hotel de la ciudad,llamado Ibis budget Hamburg City,muy acogedor y ecónomico,siento verdadera envidia de estos germanos,todo funciona a la perfección con personas responsables,consecuentes y sensatas. Bastante cansados por el viaje,pronto nos sumimos en brazos de morfeo,hasta prácticamente mediodía,en el que almorzamos,para emprender una primera búsqueda con la dirección que tenemos alojada en mi cartera. Hamburgo, situada al norte de Alemania,es una ciudad portuaria, que limita al oeste con el mar del norte y al este con el mar Báltico. Recorremos con el taxi sus amplias calles y denotamos y expresamos la excelente limpieza que hace gala sus avenidas.Con exquisita educación el taxista nos informa,que ya hemos llegado hasta la dirección indicada y nos bajamos divisando el piso donde quizás podamos encontrar a Jens Ludwing. A pocos metros de un restaurante de comida Afgana,divisamos el número 14,el cual divide un salón de corte de pelo del restaurante. Con ansiedad y deseosos de encontrar al anciano Ludwing,subimos unas empinadas escaleras que nos llevará hasta el tercer piso. A pocos metros de nuestro objetivo,mi corazón late con fuerza,estimulado y espoleado,por saber que ocurrió con los desaparecidos. Frente a la puerta,golpeamos con decisión,sin percatarnos de que existe un timbre...¡¡Anrufer!!...exclama una voz desde dentro,que Manuel de forma rápida me traduce..-quién llama. A los pocos segundos estamos ante un señor de mediana edad...y Manuel con educación pregunta...¿ Wir suchen Mr. Jens Ludwing...die hier leben?..-(buscamos al señor Jens Ludwing..vive aquí)..-Ich weiß nicht, dass Herr spricht zu mir, ich lebe hier vor fünf Jahren und lebte hier eine Dame, fragen Sie den alten Mann, der dort in der d lebt, könnte man etwas wissen...(no sé de que señor me habla,vivo aquí hace cinco años y antes vivía aquí una señora,pregunte al anciano que vive ahí en el d,puede que sepa algo)..-responde de manera malhumorada,quizás hayamos interrumpido una merienda,café u otra cosa. Como presentía en un principio,los años transcurridos en la vida de una persona,puede hacer que esta cambie de domicilio por muchas razones...hemos perdido la primera oportunidad,pero aún nos queda que seguir buscando,y tenemos una nueva ocasión a pocos metros,quizás el anciano que habita en el “D” viva aquí toda la vida y haya conocido a Ludwing.

Continuará.....

Extrañas desapariciones....Un relato de Marcos Tenorio.

domingo, 27 de septiembre de 2015

AYLA

Ayla.


...Ayla,mi perrita,es un cruce de yokshire
y pinscher. El color negro azabache,recubre
una amplia zona de su cuerpo,desapareciendo
sobre su vientre y patas,mostrando en estos
últimos unas tonalidades castañas claras.

...Sabionda y pizpireta,defiende la zona,donde
deposito la comida,con fiereza,agresividad y
saña,gruñendo de modo ostensible,invitándome
para que me aleje y así satisfacer sus ganas de
devorar ricas viandas.
Come de todo,aunque muestra satisfacción
como cualquier cánido,por los huesos, sobre todo
de las aves, tiernos y jugosos.

...Cuando pasea conmigo junto al gran parque que
posee el pueblo,muestra curiosidad,por cualquier
pequeño detalle y ladra con inusitada energía ante
la presencia de otros congéneres,aunque estos
muestren robustez y corpulencia.
Ofrece enorme compañía y detesta la soledad,cuando
por algún motivo,debo de abandonar la casa,aúlla de
modo lastimero,sollozante y suplicante.

...Cuando regreso,me ofrece un recital de saltos,
cabriolas,volteretas y piruetas,mostrándome de
esta forma su profundo cariño,amistad,afecto y
devoción,pues reconoce que soy la persona que la
cuida y mima.

...Cuando suena el timbre y recibo alguna visita,
muestra su curiosidad con ladridos y gruñidos, que
desaparecen cuando la persona ha traspasado la
puerta de entrada,entonces muestra evidentes signos
de inspección,olfateando al sujeto,hasta que la reprimo
y desaparece entres las nagüillas de la mesa camilla,
para aparecer al poco rato e invitar al visitante,que
acaricie su acicalado y abundante pelo.

Marcos Tenorio.

lunes, 24 de agosto de 2015

El pozo y el péndulo.





Edgar Allan Poe.....El pozo y el péndulo.


Sentía náuseas, náuseas de muerte después de tan larga agonía; y, cuando por fin me desataron y me
permitieron sentarme, comprendí que mis sentidos me abandonaban. La sentencia, la atroz sentencia de muerte, fue el último sonido reconocible que registraron mis oídos. Después, el murmullo de las voces de los inquisidores pareció fundirse en un soñoliento zumbido indeterminado, que trajo a mi mente la idea de revolución, tal vez porque imaginativamente lo confundía con el ronroneo de una rueda de molino. Esto duró muy poco, pues de pronto cesé de oír. Pero al mismo tiempo pude ver... ¡aunque con qué terrible exageración! Vi los labios de los jueces togados de negro. Me parecieron blancos... más blancos que la hoja sobre la cual trazo estas palabras, y finos hasta lo grotesco; finos por la intensidad de su expresión de firmeza, de inmutable resolución, de absoluto desprecio hacia la tortura humana. Vi que los decretos de lo que para mí era el destino brotaban todavía de aquellos labios. Los vi torcerse mientras pronunciaban una frase letal. Los vi formar las sílabas de mi nombre, y me estremecí, porque ningún sonido llegaba hasta mí. Y en aquellos momentos de horror delirante vi también oscilar imperceptible y suavemente las negras colgaduras que ocultaban los muros de la estancia. Entonces mi visión recayó en las siete altas bujías de la mesa. Al principio me parecieron símbolos de caridad, como blancos y esbeltos ángeles que me salvarían; pero entonces, bruscamente, una espantosa náusea invadió mi espíritu y sentí que todas mis fibras se estremecían como si hubiera tocado los hilos de una batería galvánica, mientras las formas angélicas se convertían en hueros espectros de cabezas llameantes, y comprendí que ninguna ayuda me vendría de ellos. Como una profunda nota musical penetró en mi fantasía la noción de que la tumba debía ser el lugar del más dulce descanso. El pensamiento vino poco a poco y sigiloso, de modo que pasó un tiempo antes de poder apreciarlo plenamente; pero, en el momento en que mi espíritu llegaba por fin a abrigarlo, las figuras de los jueces se desvanecieron como por arte de magia, las altas bujías se hundieron en la nada, mientras sus llamas desaparecían, y me envolvió la más negra de las tinieblas. Todas mis sensaciones fueron tragadas por el torbellino de una caída en profundidad, como la del alma en el Hades. Y luego el universo no fue más que silencio, calma y noche.
Me había desmayado, pero no puedo afirmar que hubiera perdido completamente la conciencia. No trataré de definir lo que me quedaba de ella, y menos describirla; pero no la había perdido por completo. En el más profundo sopor, en el delirio, en el desmayo... ¡hasta la muerte, hasta la misma tumba!, no todo se pierde. O bien, no existe la inmortalidad para el hombre. Cuando surgimos del más profundo de los sopores, rompemos la tela sutil de algún sueño. Y, sin embargo, un poco más tarde (tan frágil puede haber sido aquella tela) no nos acordamos de haber soñado. Cuando volvemos a la vida después de un desmayo, pasamos por dos momentos: primero, el del sentimiento de la existencia mental o espiritual; segundo, el de la existencia física. Es probable que si al llegar al segundo momento pudiéramos recordar las impresiones del primero, éstas contendrían multitud de recuerdos del abismo que se abre más atrás. Y ese abismo, ¿qué es? ¿Cómo, por lo menos, distinguir sus sombras de la tumba? Pero si las impresiones de lo que he llamado el primer momento no pueden ser recordadas por un acto de la voluntad, ¿no se presentan inesperadamente después de un largo intervalo, mientras nos maravillamos preguntándonos de dónde proceden? Aquel que nunca se ha desmayado, no descubrirá extraños palacios y caras fantásticamente familiares en las brasas del carbón; no contemplará, flotando en el aire, las melancólicas visiones que la mayoría no es capaz de ver; no meditará mientras respira el perfume de una nueva flor; no sentirá exaltarse su mente ante el sentido de una cadencia musical que jamás había llamado antes su atención.
Entre frecuentes y reflexivos esfuerzos para recordar, entre acendradas luchas para apresar algún vestigio de ese estado de aparente aniquilación en el cual se había hundido mi alma, ha habido momentos en que he vislumbrado el triunfo; breves, brevísimos períodos en que pude evocar recuerdos que, a la luz de mi lucidez posterior, sólo podían referirse a aquel momento de aparente inconsciencia. Esas sombras de recuerdo me muestran, borrosamente, altas siluetas que me alzaron y me llevaron en silencio, descendiendo... descendiendo... siempre descendiendo... hasta que un horrible mareo me oprimió a la sola idea de lo interminable de ese descenso. También evocan el vago horror que sentía mi corazón, precisamente a causa de la monstruosa calma que me invadía. Viene luego una sensación de súbita inmovilidad que invade todas las cosas, como si aquellos que me llevaban (¡atroz cortejo!) hubieran superado en su descenso los límites de lo ilimitado y descansaran de la fatiga de su tarea. Después de esto viene a la mente como un desabrimiento y humedad, y luego, todo es locura -la locura de un recuerdo que se afana entre cosas prohibidas.
Súbitamente, el movimiento y el sonido ganaron otra vez mi espíritu: el tumultuoso movimiento de mi corazón y, en mis oídos, el sonido de su latir. Sucedió una pausa, en la que todo era confuso. Otra vez sonido, movimiento y tacto -una sensación de hormigueo en todo mi cuerpo-. Y luego la mera conciencia de existir, sin pensamiento; algo que duró largo tiempo. De pronto, bruscamente, el pensamiento, un espanto estremecedor y el esfuerzo más intenso por comprender mi verdadera situación. A esto sucedió un profundo deseo de recaer en la insensibilidad. Otra vez un violento revivir del espíritu y un esfuerzo por moverme, hasta conseguirlo. Y entonces el recuerdo vívido del proceso, los jueces, las colgaduras negras, la sentencia, la náusea, el desmayo. Y total olvido de lo que siguió, de todo lo que tiempos posteriores, y un obstinado esfuerzo, me han permitido vagamente recordar.
Hasta ese momento no había abierto los ojos. Sentí que yacía de espaldas y que no estaba atado. Alargué la mano, que cayó pesadamente sobre algo húmedo y duro. La dejé allí algún tiempo, mientras trataba de imaginarme dónde me hallaba y qué era de mí. Ansiaba abrir los ojos, pero no me atrevía, porque me espantaba esa primera mirada a los objetos que me rodeaban. No es que temiera contemplar cosas horribles, pero me horrorizaba la posibilidad de que no hubiese nada que ver. Por fin, lleno de atroz angustia mi corazón, abrí de golpe los ojos, y mis peores suposiciones se confirmaron. Me rodeaba la tiniebla de una noche eterna. Luché por respirar; lo intenso de aquella oscuridad parecía oprimirme y sofocarme. La atmósfera era de una intolerable pesadez. Me quedé inmóvil, esforzándome por razonar. Evoqué el proceso de la Inquisición, buscando deducir mi verdadera situación a partir de ese punto. La sentencia había sido pronunciada; tenía la impresión de que desde entonces había transcurrido largo tiempo. Pero ni siquiera por un momento me consideré verdaderamente muerto. Semejante suposición, no obstante lo que leemos en los relatos ficticios, es por completo incompatible con la verdadera existencia. Pero, ¿dónde y en qué situación me encontraba? Sabía que, por lo regular, los condenados morían en un auto de fe, y uno de éstos acababa de realizarse la misma noche de mi proceso. ¿Me habrían devuelto a mi calabozo a la espera del próximo sacrificio, que no se cumpliría hasta varios meses más tarde? Al punto vi que era imposible. En aquel momento había una demanda inmediata de víctimas. Y, además, mi calabozo, como todas las celdas de los condenados en Toledo, tenía piso de piedra y la luz no había sido completamente suprimida.
Una horrible idea hizo que la sangre se agolpara a torrentes en mi corazón, y por un breve instante recaí en la insensibilidad. Cuando me repuse, temblando convulsivamente, me levanté y tendí desatinadamente los brazos en todas direcciones. No sentí nada, pero no me atrevía a dar un solo paso, por temor de que me lo impidieran las paredes de una tumba. Brotaba el sudor por todos mis poros y tenía la frente empapada de gotas heladas. Pero la agonía de la incertidumbre terminó por volverse intolerable, y cautelosamente me volví adelante, con los brazos tendidos, desorbitados los ojos en el deseo de captar el más débil rayo de luz. Anduve así unos cuantos pasos, pero todo seguía siendo tiniebla y vacío. Respiré con mayor libertad; por lo menos parecía evidente que mi destino no era el más espantoso de todos.
Pero entonces, mientras seguía avanzando cautelosamente, resonaron en mi recuerdo los mil vagos rumores de las cosas horribles que ocurrían en Toledo. Cosas extrañas se contaban sobre los calabozos; cosas que yo había tomado por invenciones, pero que no por eso eran menos extrañas y demasiado horrorosas para ser repetidas, salvo en voz baja. ¿Me dejarían morir de hambre en este subterráneo mundo de tiniebla, o quizá me aguardaba un destino todavía peor? Demasiado conocía yo el carácter de mis jueces para dudar de que el resultado sería la muerte, y una muerte mucho más amarga que la habitual. Todo lo que me preocupaba y me enloquecía era el modo y la hora de esa muerte.
Mis manos extendidas tocaron, por fin, un obstáculo sólido. Era un muro, probablemente de piedra, sumamente liso, viscoso y frío. Me puse a seguirlo, avanzando con toda la desconfianza que antiguos relatos me habían inspirado. Pero esto no me daba oportunidad de asegurarme de las dimensiones del calabozo, ya que daría toda la vuelta y retornaría al lugar de partida sin advertirlo, hasta tal punto era uniforme y lisa la pared. Busqué, pues, el cuchillo que llevaba conmigo cuando me condujeron a las cámaras inquisitoriales; había desaparecido, y en lugar de mis ropas tenía puesto un sayo de burda estameña. Había pensado hundir la hoja en alguna juntura de la mampostería, a fin de identificar mi punto de partida. Pero, de todos modos, la dificultad carecía de importancia, aunque en el desorden de mi mente me pareció insuperable en el primer momento. Arranqué un pedazo del ruedo del sayo y lo puse bien extendido y en ángulo recto con respecto al muro. Luego de tentar toda la vuelta de mi celda, no dejaría de encontrar el jirón al completar el circuito. Tal es lo que, por lo menos, pensé, pues no había contado con el tamaño del calabozo y con mi debilidad. El suelo era húmedo y resbaladizo. Avancé, titubeando, un trecho, pero luego trastrabillé y caí. Mi excesiva fatiga me indujo a permanecer postrado y el sueño no tardó en dominarme.
Al despertar y extender un brazo hallé junto a mí un pan y un cántaro de agua. Estaba demasiado exhausto para reflexionar acerca de esto, pero comí y bebí ávidamente. Poco después reanudé mi vuelta al calabozo y con mucho trabajo llegué, por fin, al pedazo de estameña. Hasta el momento de caer al suelo había contado cincuenta y dos pasos, y al reanudar mi vuelta otros cuarenta y ocho, hasta llegar al trozo de género. Había, pues, un total de cien pasos. Contando una yarda por cada dos pasos, calculé que el calabozo tenía un circuito de cincuenta yardas. No obstante, había encontrado numerosos ángulos de pared, de modo que no podía hacerme una idea clara de la forma de la cripta, a la que llamo así pues no podía impedirme pensar que lo era.
Poca finalidad y menos esperanza tenían estas investigaciones, pero una vaga curiosidad me impelía a continuarlas. Apartándome de la pared, resolví cruzar el calabozo por uno de sus diámetros. Avancé al principio con suma precaución, pues aunque el piso parecía de un material sólido, era peligrosamente resbaladizo a causa del limo. Cobré ánimo, sin embargo, y terminé caminando con firmeza, esforzándome por seguir una línea todo lo recta posible. Había avanzado diez o doce pasos en esta forma cuando el ruedo desgarrado del sayo se me enredó en las piernas. Trastabillando, caí violentamente de bruces.
En la confusión que siguió a la caída no reparé en un sorprendente detalle que, pocos segundos más tarde, y cuando aún yacía boca abajo, reclamó mi atención. Helo aquí: tenía el mentón apoyado en el piso del calabozo, pero mis labios y la parte superior de mi cara, que aparentemente debían encontrarse a un nivel inferior al de la mandíbula, no se apoyaba en nada. Al mismo tiempo me pareció que bañaba mi frente un vapor viscoso, y el olor característico de los hongos podridos penetró en mis fosas nasales. Tendí un brazo y me estremecí al descubrir que me había desplomado exactamente al borde de un pozo circular, cuya profundidad me era imposible descubrir por el momento. Tanteando en la mampostería que bordeaba el pozo logré desprender un menudo fragmento y lo tiré al abismo. Durante largos segundos escuché cómo repercutía al golpear en su descenso las paredes del pozo; hubo por fin un chapoteo en el agua, al cual sucedieron sonoros ecos. En ese mismo instante oí un sonido semejante al de abrirse y cerrarse rápidamente una puerta en lo alto, mientras un débil rayo de luz cruzaba instantáneamente la tiniebla y volvía a desvanecerse con la misma precipitación.
Comprendí claramente el destino que me habían preparado y me felicité de haber escapado a tiempo gracias al oportuno accidente. Un paso más antes de mi caída y el mundo no hubiera vuelto a saber de mí. La muerte a la que acababa de escapar tenía justamente las características que yo había rechazado como fabulosas y antojadizas en los relatos que circulaban acerca de la Inquisición. Para las víctimas de su tiranía se reservaban dos especies de muerte: una llena de horrorosos sufrimientos físicos, y otra acompañada de sufrimientos morales todavía más atroces. Yo estaba destinado a esta última. Mis largos padecimientos me habían desequilibrado los nervios, al punto que bastaba el sonido de mi propia voz para hacerme temblar, y por eso constituía en todo sentido el sujeto ideal para la clase de torturas que me aguardaban.
Estremeciéndome de pies a cabeza, me arrastré hasta volver a tocar la pared, resuelto a perecer allí antes que arriesgarme otra vez a los horrores de los pozos -ya que mi imaginación concebía ahora más de uno- situados en distintos lugares del calabozo. De haber tenido otro estado de ánimo, tal vez me hubiera alcanzado el coraje para acabar de una vez con mis desgracias precipitándome en uno de esos abismos; pero había llegado a convertirme en el peor de los cobardes. Y tampoco podía olvidar lo que había leído sobre esos pozos, esto es, que su horrible disposición impedía que la vida se extinguiera de golpe.
La agitación de mi espíritu me mantuvo despierto durante largas horas, pero finalmente acabé por adormecerme. Cuando desperté, otra vez había a mi lado un pan y un cántaro de agua. Me consumía una sed ardiente y de un solo trago vacié el jarro. El agua debía contener alguna droga, pues apenas la hube bebido me sentí irresistiblemente adormilado. Un profundo sueño cayó sobre mí, un sueño como el de la muerte. No sé, en verdad, cuánto duró, pero cuando volví a abrir los ojos los objetos que me rodeaban eran visibles. Gracias a un resplandor sulfuroso, cuyo origen me fue imposible determinar al principio, pude contemplar la extensión y el aspecto de mi cárcel.
Mucho me había equivocado sobre su tamaño. El circuito completo de los muros no pasaba de unas veinticinco yardas. Durante unos minutos, esto me llenó de una vana preocupación. Vana, sí, pues nada podía tener menos importancia, en las terribles circunstancias que me rodeaban, que las simples dimensiones del calabozo. Pero mi espíritu se interesaba extrañamente en nimiedades y me esforcé por descubrir el error que había podido cometer en mis medidas. Por fin se me reveló la verdad. En la primera tentativa de exploración había contado cincuenta y dos pasos hasta el momento en que caí al suelo. Sin duda, en ese instante me encontraba a uno o dos pasos del jirón de estameña, es decir, que había cumplido casi completamente la vuelta del calabozo. Al despertar de mi sueño debí emprender el camino en dirección contraria, es decir, volviendo sobre mis pasos, y así fue cómo supuse que el circuito medía el doble de su verdadero tamaño. La confusión de mi mente me impidió reparar entonces que había empezado mi vuelta teniendo la pared a la izquierda y que la terminé teniéndola a la derecha. También me había engañado sobre la forma del calabozo. Al tantear las paredes había encontrado numerosos ángulos, deduciendo así que el lugar presentaba una gran irregularidad. ¡Tan potente es el efecto de las tinieblas sobre alguien que despierta de la letargia o del sueño! Los ángulos no eran más que unas ligeras depresiones o entradas a diferentes intervalos. Mi prisión tenía forma cuadrada. Lo que había tomado por mampostería resultaba ser hierro o algún otro metal, cuyas enormes planchas, al unirse y soldarse, ocasionaban las depresiones. La entera superficie de esta celda metálica aparecía toscamente pintarrajeada con todas las horrendas y repugnantes imágenes que la sepulcral superstición de los monjes había sido capaz de concebir. Las figuras de demonios amenazantes, de esqueletos y otras imágenes todavía más terribles recubrían y desfiguraban los muros. Reparé en que las siluetas de aquellas monstruosidades estaban bien delineadas, pero que los colores parecían borrosos y vagos, como si la humedad de la atmósfera los hubiese afectado. Noté asimismo que el suelo era de piedra. En el centro se abría el pozo circular de cuyas fauces, abiertas como si bostezara, acababa de escapar; pero no había ningún otro en el calabozo.
Vi todo esto sin mucho detalle y con gran trabajo, pues mi situación había cambiado grandemente en el curso de mi sopor. Yacía ahora de espaldas, completamente estirado, sobre una especie de bastidor de madera. Estaba firmemente amarrado por una larga banda que parecía un cíngulo. Pasaba, dando muchas vueltas, por mis miembros y mi cuerpo, dejándome solamente en libertad la cabeza y el brazo derecho, que con gran trabajo podía extender hasta los alimentos, colocados en un plato de barro a mi alcance. Para mayor espanto, vi que se habían llevado el cántaro de agua. Y digo espanto porque la más intolerable sed me consumía. Por lo visto, la intención de mis torturadores era estimular esa sed, pues la comida del plato consistía en carne sumamente condimentada.
Mirando hacia arriba observé el techo de mi prisión. Tendría unos treinta o cuarenta pies de alto, y su construcción se asemejaba a la de los muros. En uno de sus paneles aparecía una extraña figura que se apoderó por completo de mi atención. La pintura representaba al Tiempo tal como se lo suele figurar, salvo que, en vez de guadaña, tenía lo que me pareció la pintura de un pesado péndulo, semejante a los que vemos en los relojes antiguos. Algo, sin embargo, en la apariencia de aquella imagen me movió a observarla con más detalle. Mientras la miraba directamente de abajo hacia arriba (pues se encontraba situada exactamente sobre mí) tuve la impresión de que se movía. Un segundo después esta impresión se confirmó. La oscilación del péndulo era breve y, naturalmente, lenta. Lo observé durante un rato con más perplejidad que temor. Cansado, al fin, de contemplar su monótono movimiento, volví los ojos a los restantes objetos de la celda.
Un ligero ruido atrajo mi atención y, mirando hacia el piso, vi cruzar varias enormes ratas. Habían salido del pozo, que se hallaba al alcance de mi vista sobre la derecha. Aún entonces, mientras las miraba, siguieron saliendo en cantidades, presurosas y con ojos famélicos atraídas por el olor de la carne. Me dio mucho trabajo ahuyentarlas del plato de comida.
Habría pasado una media hora, quizá una hora entera -pues sólo tenía una noción imperfecta del tiempo-, antes de volver a fijar los ojos en lo alto. Lo que entonces vi me confundió y me llenó de asombro. La carrera del péndulo había aumentado, aproximadamente, en una yarda. Como consecuencia natural, su velocidad era mucho más grande. Pero lo que me perturbó fue la idea de que el péndulo había descendido perceptiblemente. Noté ahora -y es inútil agregar con cuánto horror- que su extremidad inferior estaba constituida por una media luna de reluciente acero, cuyo largo de punta a punta alcanzaba a un pie. Aunque afilado como una navaja, el péndulo parecía macizo y pesado, y desde el filo se iba ensanchando hasta rematar en una ancha y sólida masa. Hallábase fijo a un pesado vástago de bronce y todo el mecanismo silbaba al balancearse en el aire.
Ya no me era posible dudar del destino que me había preparado el ingenio de los monjes para la tortura. Los agentes de la Inquisición habían advertido mi descubrimiento del pozo. El pozo, sí, cuyos horrores estaban destinados a un recusante tan obstinado como yo; el pozo, símbolo típico del infierno, última Thule de los castigos de la Inquisición, según los rumores que corrían. Por el más casual de los accidentes había evitado caer en el pozo y bien sabía que la sorpresa, la brusca precipitación en los tormentos, constituían una parte importante de las grotescas muertes que tenían lugar en aquellos calabozos. No habiendo caído en el pozo, el demoniaco plan de mis verdugos no contaba con precipitarme por la fuerza, y por eso, ya que no quedaba otra alternativa, me esperaba ahora un final diferente y más apacible. ¡Más apacible! Casi me sonreí en medio del espanto al pensar en semejante aplicación de la palabra.
¿De qué vale hablar de las largas, largas horas de un horror más que mortal, durante las cuales conté las zumbantes oscilaciones del péndulo? Pulgada a pulgada, con un descenso que sólo podía apreciarse después de intervalos que parecían siglos... más y más íbase aproximando. Pasaron días -puede ser que hayan pasado muchos días- antes de que oscilara tan cerca de mí que parecía abanicarme con su acre aliento. El olor del afilado acero penetraba en mis sentidos... Supliqué, fatigando al cielo con mis ruegos, para que el péndulo descendiera más velozmente. Me volví loco, me exasperé e hice todo lo posible por enderezarme y quedar en el camino de la horrible cimitarra. Y después caí en una repentina calma y me mantuve inmóvil, sonriendo a aquella brillante muerte como un niño a un bonito juguete.
Siguió otro intervalo de total insensibilidad. Fue breve, pues al resbalar otra vez en la vida noté que no se había producido ningún descenso perceptible del péndulo. Podía, sin embargo, haber durado mucho, pues bien sabía que aquellos demonios estaban al tanto de mi desmayo y que podían haber detenido el péndulo a su gusto. Al despertarme me sentí inexpresablemente enfermo y débil, como después de una prolongada inanición. Aun en la agonía de aquellas horas la naturaleza humana ansiaba alimento. Con un penoso esfuerzo alargué el brazo izquierdo todo lo que me lo permitían mis ataduras y me apoderé de una pequeña cantidad que habían dejado las ratas. Cuando me llevaba una porción a los labios pasó por mi mente un pensamiento apenas esbozado de alegría... de esperanza. Pero, ¿qué tenía yo que ver con la esperanza? Era aquél, como digo, un pensamiento apenas formado; muchos así tiene el hombre que no llegan a completarse jamás. Sentí que era de alegría, de esperanza; pero sentí al mismo tiempo que acababa de extinguirse en plena elaboración. Vanamente luché por alcanzarlo, por recobrarlo. El prolongado sufrimiento había aniquilado casi por completo mis facultades mentales ordinarias. No era más que un imbécil, un idiota.
La oscilación del péndulo se cumplía en ángulo recto con mi cuerpo extendido. Vi que la media luna estaba orientada de manera de cruzar la zona del corazón. Desgarraría la estameña de mi sayo..., retornaría para repetir la operación... otra vez..., otra vez... A pesar de su carrera terriblemente amplia (treinta pies o más) y la sibilante violencia de su descenso, capaz de romper aquellos muros de hierro, todo lo que haría durante varios minutos sería cortar mi sayo. A esa altura de mis pensamientos debí de hacer una pausa, pues no me atrevía a prolongar mi reflexión. Me mantuve en ella, pertinazmente fija la atención, como si al hacerlo pudiera detener en ese punto el descenso de la hoja de acero. Me obligué a meditar acerca del sonido que haría la media luna cuando pasara cortando el género y la especial sensación de estremecimiento que produce en los nervios el roce de una tela. Pensé en todas estas frivolidades hasta el límite de mi resistencia.
Bajaba... seguía bajando suavemente. Sentí un frenético placer en comparar su velocidad lateral con la del descenso. A la derecha... a la izquierda... hacia los lados, con el aullido de un espíritu maldito... hacia mi corazón, con el paso sigiloso del tigre. Sucesivamente reí a carcajadas y clamé, según que una u otra idea me dominara.
Bajaba... ¡Seguro, incansable, bajaba! Ya pasaba vibrando a tres pulgadas de mi pecho. Luché con violencia, furiosamente, para soltar mi brazo izquierdo, que sólo estaba libre a partir del codo. Me era posible llevar la mano desde el plato, puesto a mi lado, hasta la boca, pero no más allá. De haber roto las ataduras arriba del codo, hubiera tratado de detener el péndulo. ¡Pero lo mismo hubiera sido pretender atajar un alud!
Bajaba... ¡Sin cesar, inevitablemente, bajaba! Luché, jadeando, a cada oscilación. Me encogía convulsivamente a cada paso del péndulo. Mis ojos seguían su carrera hacia arriba o abajo, con la ansiedad de la más inexpresable desesperación; mis párpados se cerraban espasmódicamente a cada descenso, aunque la muerte hubiera sido para mí un alivio, ¡ah, inefable! Pero cada uno de mis nervios se estremecía, sin embargo, al pensar que el más pequeño deslizamiento del mecanismo precipitaría aquel reluciente, afilado eje contra mi pecho. Era la esperanza la que hacía estremecer mis nervios y contraer mi cuerpo. Era la esperanza, esa esperanza que triunfa aún en el potro del suplicio, que susurra al oído de los condenados a muerte hasta en los calabozos de la Inquisición.
Vi que después de diez o doce oscilaciones el acero se pondría en contacto con mi ropa, y en el mismo momento en que hice esa observación invadió mi espíritu toda la penetrante calma concentrada de la desesperación. Por primera vez en muchas horas -quizá días- me puse a pensar. Acudió a mi mente la noción de que la banda o cíngulo que me ataba era de una sola pieza. Mis ligaduras no estaban constituidas por cuerdas separadas. El primer roce de la afiladísima media luna sobre cualquier porción de la banda bastaría para soltarla, y con ayuda de mi mano izquierda podría desatarme del todo. Pero, ¡cuán terrible, en ese caso, la proximidad del acero! ¡Cuán letal el resultado de la más leve lucha! Y luego, ¿era verosímil que los esbirros del torturador no hubieran previsto y prevenido esa posibilidad? ¿Cabía pensar que la atadura cruzara mi pecho en el justo lugar por donde pasaría el péndulo? Temeroso de descubrir que mi débil y, al parecer, postrera esperanza se frustraba, levanté la cabeza lo bastante para distinguir con claridad mi pecho. El cíngulo envolvía mis miembros y mi cuerpo en todas direcciones, salvo en el lugar por donde pasaría el péndulo.
Apenas había dejado caer hacia atrás la cabeza cuando relampagueó en mi mente algo que sólo puedo describir como la informe mitad de aquella idea de liberación a que he aludido previamente y de la cual sólo una parte flotaba inciertamente en mi mente cuando llevé la comida a mis ardientes labios. Mas ahora el pensamiento completo estaba presente, débil, apenas sensato, apenas definido... pero entero. Inmediatamente, con la nerviosa energía de la desesperación, procedí a ejecutarlo.
Durante horas y horas, cantidad de ratas habían pululado en la vecindad inmediata del armazón de madera sobre el cual me hallaba. Aquellas ratas eran salvajes, audaces, famélicas; sus rojas pupilas me miraban centelleantes, como si esperaran verme inmóvil para convertirme en su presa. «¿A qué alimento -pensé- las han acostumbrado en el pozo?» A pesar de todos mis esfuerzos por impedirlo, ya habían devorado el contenido del plato, salvo unas pocas sobras. Mi mano se había agitado como un abanico sobre el plato; pero, a la larga, la regularidad del movimiento le hizo perder su efecto. En su voracidad, las odiosas bestias me clavaban sus afiladas garras en los dedos. Tomando los fragmentos de la aceitosa y especiada carne que quedaba en el plato, froté con ellos mis ataduras allí donde era posible alcanzarlas, y después, apartando mi mano del suelo, permanecí completamente inmóvil, conteniendo el aliento.
Los hambrientos animales se sintieron primeramente aterrados y sorprendidos por el cambio... la cesación de movimiento. Retrocedieron llenos de alarma, y muchos se refugiaron en el pozo. Pero esto no duró más que un momento. No en vano había yo contado con su voracidad. Al observar que seguía sin moverme, una o dos de las mas atrevidas saltaron al bastidor de madera y olfatearon el cíngulo. Esto fue como la señal para que todas avanzaran. Salían del pozo, corriendo en renovados contingentes. Se colgaron de la madera, corriendo por ella y saltaron a centenares sobre mi cuerpo. El acompasado movimiento del péndulo no las molestaba para nada. Evitando sus golpes, se precipitaban sobre las untadas ligaduras. Se apretaban, pululaban sobre mí en cantidades cada vez más grandes. Se retorcían cerca de mi garganta; sus fríos hocicos buscaban mis labios. Yo me sentía ahogar bajo su creciente peso; un asco para el cual no existe nombre en este mundo llenaba mi pecho y helaba con su espesa viscosidad mi corazón. Un minuto más, sin embargo, y la lucha terminaría. Con toda claridad percibí que las ataduras se aflojaban. Me di cuenta de que debían de estar rotas en más de una parte. Pero, con una resolución que excedía lo humano, me mantuve inmóvil.
No había errado en mis cálculos ni sufrido tanto en vano. Por fin, sentí que estaba libre. El cíngulo colgaba en tiras a los lados de mi cuerpo. Pero ya el paso del péndulo alcanzaba mi pecho. Había dividido la estameña de mi sayo y cortaba ahora la tela de la camisa. Dos veces más pasó sobre mí, y un agudísimo dolor recorrió mis nervios. Pero el momento de escapar había llegado. Apenas agité la mano, mis libertadoras huyeron en tumulto. Con un movimiento regular, cauteloso, y encogiéndome todo lo posible, me deslicé, lentamente, fuera de mis ligaduras, más allá del alcance de la cimitarra. Por el momento, al menos, estaba libre.
Libre... ¡y en las garras de la Inquisición! Apenas me había apartado de aquel lecho de horror para ponerme de pie en el piso de piedra, cuando cesó el movimiento de la diabólica máquina, y la vi subir, movida por una fuerza invisible, hasta desaparecer más allá del techo. Aquello fue una lección que debí tomar desesperadamente a pecho. Indudablemente espiaban cada uno de mis movimientos. ¡Libre! Apenas si había escapado de la muerte bajo la forma de una tortura, para ser entregado a otra que sería peor aún que la misma muerte. Pensando en eso, paseé nerviosamente los ojos por las barreras de hierro que me encerraban. Algo insólito, un cambio que, al principio, no me fue posible apreciar claramente, se había producido en el calabozo. Durante largos minutos, sumido en una temblorosa y vaga abstracción me perdí en vanas y deshilvanadas conjeturas. En estos momentos pude advertir por primera vez el origen de la sulfurosa luz que iluminaba la celda. Procedía de una fisura de media pulgada de ancho, que rodeaba por completo el calabozo al pie de las paredes, las cuales parecían -y en realidad estaban- completamente separadas del piso. A pesar de todos mis esfuerzos, me fue imposible ver nada a través de la abertura.
Al ponerme otra vez de pie comprendí de pronto el misterio del cambio que había advertido en la celda. Ya he dicho que, si bien las siluetas de las imágenes pintadas en los muros eran suficientemente claras, los colores parecían borrosos e indefinidos. Pero ahora esos colores habían tomado un brillo intenso y sorprendente, que crecía más y más y daba a aquellas espectrales y diabólicas imágenes un aspecto que hubiera quebrantado nervios más resistentes que los míos. Ojos demoniacos, de una salvaje y aterradora vida, me contemplaban fijamente desde mil direcciones, donde ninguno había sido antes visible, y brillaban con el cárdeno resplandor de un fuego que mi imaginación no alcanzaba a concebir como irreal.
¡Irreal...! Al respirar llegó a mis narices el olor característico del vapor que surgía del hierro recalentado... Aquel olor sofocante invadía más y más la celda... Los sangrientos horrores representados en las paredes empezaron a ponerse rojos... Yo jadeaba, tratando de respirar. Ya no me cabía duda sobre la intención de mis torturadores. ¡Ah, los más implacables, los más demoniacos entre los hombres! Corrí hacia el centro de la celda, alejándome del metal ardiente. Al encarar en mi pensamiento la horrible destrucción que me aguardaba, la idea de la frescura del pozo invadió mi alma como un bálsamo. Corrí hasta su borde mortal. Esforzándome, miré hacia abajo. El resplandor del ardiente techo iluminaba sus más recónditos huecos. Y, sin embargo, durante un horrible instante, mi espíritu se negó a comprender el sentido de lo que veía. Pero, al fin, ese sentido se abrió paso, avanzó poco a poco hasta mi alma, hasta arder y consumirse en mi estremecida razón. ¡Oh, poder expresarlo! ¡Oh espanto! ¡Todo... todo menos eso! Con un alarido, salté hacia atrás y hundí mi cara en las manos, sollozando amargamente.
El calor crecía rápidamente, y una vez más miré a lo alto, temblando como en un ataque de calentura. Un segundo cambio acababa de producirse en la celda..., y esta vez el cambio tenía que ver con la forma. Al igual que antes, fue inútil que me esforzara por apreciar o entender inmediatamente lo que estaba ocurriendo. Pero mis dudas no duraron mucho. La venganza de la Inquisición se aceleraba después de mi doble escapatoria, y ya no habría más pérdida de tiempo por parte del Rey de los Espantos. Hasta entonces mi celda había sido cuadrada. De pronto vi que dos de sus ángulos de hierro se habían vuelto agudos, y los otros dos, por consiguiente, obtusos. La horrible diferencia se acentuaba rápidamente, con un resonar profundo y quejumbroso. En un instante el calabozo cambió su forma por la de un rombo. Pero el cambio no se detuvo allí, y yo no esperaba ni deseaba que se detuviera. Podría haber pegado mi pecho a las rojas paredes, como si fueran vestiduras de eterna paz. «¡La muerte!» -clamé-. «¡Cualquier muerte, menos la del pozo!» ¡Insensato! ¿Acaso no era evidente que aquellos hierros al rojo tenían por objeto precipitarme en el pozo? ¿Podría acaso resistir su fuego? Y si lo resistiera, ¿cómo oponerme a su presión? El rombo se iba achatando más y más, con una rapidez que no me dejaba tiempo para mirar. Su centro y, por tanto, su diámetro mayor llegaba ya sobre el abierto abismo. Me eché hacia atrás, pero las movientes paredes me obligaban irresistiblemente a avanzar. Por fin no hubo ya en el piso del calabozo ni una pulgada de asidero para mi chamuscado y convulso cuerpo. Cesé de luchar, pero la agonía de mi alma se expresó en un agudo, prolongado alarido final de desesperación. Sentí que me tambaleaba al borde del pozo... Desvié la mirada...
¡Y oí un discordante clamoreo de voces humanas! ¡Resonó poderoso un toque de trompetas! ¡Escuché un áspero chirriar semejante al de mil truenos! ¡Las terribles paredes retrocedieron! Una mano tendida sujetó mi brazo en el instante en que, desmayado, me precipitaba al abismo. Era la del general Lasalle. El ejército francés acababa de entrar en Toledo. La Inquisición estaba en poder de sus enemigos.
FIN