Las
pequeñas tiendas de ultramarinos de Tharsis.
...Como
hace años, dediqué una ilustración y relato, a las pequeñas
tiendas de “chuches” del pueblo, quedaba cierto vacío, pues
también existía en aquellos tiempos y aún hoy día perduran
algunas, pequeñas tiendas, dedicada a la venta de ultramarinos.
Productos de todo tipo..drogueria, comestibles, papeleria,
ferreteria, tabacalera e incluso farmacia, con las clásicas
pastillas para el dolor de cualquier localización, cuyas firmas
comerciales, se hicieron populares al designarlas...(calmante
vitaminado, aspirina, optalidón...etc.) eran vendidos en estas
tiendas, cuyos horarios eran mantenidos casi todo el día, pues en
muchos casos, las tiendas, formaban parte de la casa del propietario.
Nos
sumergimos en la nostalgia, y nos dejamos llevar por las olas, que
surcan nuestro cerebro y viajamos en el tiempo...Un día cualquiera
de la década de los setenta.
..-¡Mamá, nos puede hacer una
tortilla francesa, para mí y hermana, con los huevos que papá ha
traído del huerto!
Exclamé a mi madre, rogándole,
casi
..-Pues claro hijo, ahora mismo, saca la sartén...¡Anda, no
tengo aceite!
Exclamó, mi madre, preocupada.
..-Toma hijo,
estas cincuenta pesetas y vas a comprar a la tienda de “García”
un litro de aceite de oliva de la marca “carbonell”
..-Pero mamá,
mira que hora es, ya la tienda debe estar cerrada.
.-No te preocupes,
Juan o Rosario, te atenderán.
Como
intuía, la tienda ya había cerrado, tras un largo día de atención
a las personas, que acudían a realizar cualquier tipo de
compra...unos golpes en la puerta, y una voz lograba percibirse, tras
los gruesos muros.
.-¿Quién es?.
..-Preguntó,
una voz masculina.
..-Yo, Juan.
Un
corto espacio de tiempo y la puerta abría.
.-¡Anda,
Marcos, que deseas a estas horas!
Exclamaba,
con voz cansada, en un rostro soñoliento, Juán.
..-Quería
una botella de aceite de oliva, pero no recuerdo la marca..- a ver,
tengo Koipe y Carbonell.
..-Sí, esa es, Carbonell.
..-Anda, toma el
aceite.
..-Muchas
gracias, Juan, y buenas noches.
Y
es que las tiendas, de esta forma, cercana próxima, constituían una
sólida base, para ofrecer servicios, de manera desinteresada,
mostrando cordialidad, afabilidad y amabilidad, cuando cualquier
persona necesitaba algo en casa, sin respetar horarios, dispusieras
de dinero o no, para comprar, porque esa es otra cuestión, que sin
duda no puedo dejar pasar por alto, en este pequeño relato que
escribo y que remarco en negrita. Muchas
familias del pueblo, cuya unidad familiar, estaba formada por
numerosos miembros, no podían de ninguna forma, llegar a fin de mes,
debido a los sueldos miserables con los que obsequiaba la compañía
minera, a estos hombres que se jugaban la vida de manera diaria.
Agotándose los suministros diarios básicos de alimentos y no
teniendo recursos económicos, para volver a llenar otra vez las
despensas, había que recurrir, después de intentarlo de otras
maneras, a que las tiendas ofrecieran sus productos fiados, para una
vez llegado los primeros días de mes y con el sueldo abonado a los
obreros, poder satisfacer las cantidades prestadas sin ningún tipo
de interés o comisión. No había problemas de ningún tipo y en
todas las tiendas podría observarse, ensartado por un gancho de
acero inoxidable de los usados para colgar la carne, hojas de
cuaderno, papel de traza u otro tipo de papel, con las cantidades
adeudadas por las personas. Una vez satisfecho el pago, estas hojas
eran destruidas, por el dueño de la tienda.
En
cada barrio del pueblo, ubicadas en pequeños cuarteles o casa nueva,
se encontraban estas pequeñas tiendas. Muchas de ellas, aparte de
vender los clásicos productos de comercio, nos obsequiaban con
artículos artesanos, elaborados en casa, huertos u otras zonas.
Productos en su mayoría derivados de la matanza del
cerdo,(jamones,chorizos, morcillas, pancetas y toda la carne
extraída) productos lácteos, realizados con leche( vaca, oveja,
cabra) donde podíamos encontrar deliciosos quesiños y quesos, aves
de corral (huevos y carne) frutas e incluso productos de dulcería,
bolleria y panadería, con las ricas tortas de masa, rosas,
borrachos, roscos, todos ellos realizados por manos expertas,
diestras y entendidas, donde una de las materias primas era la miel
de abeja, extraída de las colmenas ubicadas por el pueblo, donde las
flores de brezo, flores silvestres y jaras, conformaban dicha mezcla,
sin olvidarnos tampoco de las aceitunas, ya que en todas ellas,
podría degustarse el sabor personal que cada tienda sabía dar, el
cual había sido heredado de generaciones. Todos estos productos eran
elaborados de manera natural y sana, sin agregar sustancias aditivas,
potenciadores de sabor, que pondrían en riesgo nuestra salud. Así
crecimos, los que conformamos, nuestras generaciones, degustando
productos, sanos, saludables y beneficiosos, para que nuestro
organismo, rechazara cualquier tipo de enfermedad, como las que
conocemos hoy en día, debido al abuso de productos manipulados de
forma genética.
Ya
para terminar este pequeño relato, dedicado a las tiendas, recordar
algunos nombres, que se convirtieron según al barrio que
pertenecieras, en familiares, usuales y comunes.
Recuerdo,
sobre todo la zona por la que vivía, en Tharsis y la parte donde
está ubicada la plaza de abastos....Juan el
de la García, era conocido por el apellido
de la familia de la mujer, tienda muy conocida,a la que siempre
recuerdo con cariño y a la que está dedicada la ilustración...en
productos artesanos,la familia García,nos
obsequiaba con las ricas tortas y bollos,aparte también chacinas y
huevos frescos.También posteriormente en el barrio se instaló la
tienda de Francisca Gómez,
familia con las que guardo una estrecha relación, excelentes
personas que nos brindaron durante muchos años sus servicios, en una
tienda que ofrecía de todo...Salva...la
tienda de la “Sarba”
primero en la calle, Madroñal, para después quedar ubicada, donde
se encontraba la zapatería de Melchor, en la calle Luciano Escobar.
La tienda de la “Sarba”
nos ofrecía productos derivados del cerdo así como deliciosas
aceitunas machacadas, es otra tienda que recuerdo con mucho cariño.
En la calle Colón, estaba ubicada la tienda de Manuel
Meníz, especializada en frutas del tiempo,
que nos ponía a disposición una amplia variedad, para saborear, con
total garantía de frescura. La tienda de Sacramento,
también ofrecía una amplia variedad de productos,en la calle
Madroñal, al quedar viuda la tienda pasó a formar parte de la
familia de Epifanio Rodríguez, la cual sigue, hoy día ofreciéndonos
sus productos, regentados por Epifanio
Rodríguez y Agueda García. En la plaza de
abastos, la tienda de Sebastiana,
especializada en el exquisito bacalao, que cortaba en aquel famoso
cortador al cual todos recordamos. Hay más tiendas que me dejo en el
tintero, la cual quiero que recordéis en algún comentario, para que
ninguna quede fuera....Y hasta aquí este pequeño recorrido por las
distintas tiendas, y valga este homenaje que hago para todas ellas,
para recordarlas con nostalgia y cariño, de un tiempo que
permanecerá en nuestra memoria para siempre.
Las
pequeñas tiendas de ultramarinos....Un relato de Marcos Tenorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario