jueves, 27 de octubre de 2022

Mi fenecida esposa (My dying bride)

Mi fenecida esposa (My dying bride)


...Me sumergí en un mundo de sombras infinitas horadadas, por inquietantes y frágiles rayos, que descubrían el cuerpo de mi esposa, sepultado entre rosas marchitas. Su rostro, blanquecino, lívido y macilento, maquillado de sutiles marcas cárdenas, amoratadas y violáceas, despedían olor a muerte, defunción y deceso.


De mis ojos, descendieron lágrimas, que humedecieron sus facciones y desaparecieron entre sus labios. Rasgué la tierra, impregnada de hojas putrefactas y sostuve su menudo cuerpo, fenecido, expirado, mientras sus cabellos dorados, mecían, balanceaban con el movimiento de mis pasos.


Junto a la vieja fuente, donde tantos años, prodigamos nuestro amor, dejé reposar su bella figura, sumida en un sueño profundo, perpetuo y eterno.

Extenuado, abatido y exhausto, comencé a recordar los buenos momentos, apropiándose de mi ser, la melancolía y nostalgia, influyendo en mi estado emocional, afectivo y anímico.


De pronto, negras aves, aparecieron ante mis ojos, dispuestas a devorar el putrefacto cadáver. Traté de espantarlas, profiriendo gritos y alzando los brazos, todo fue en vano, aquellas negras aves del averno, crecieron en número, amenazándome con fuertes picotazos.

Consideré desesperadamente en proteger el cuerpo de mi señora, mientras la sangre brotaba, tiñendo de color rojo, su vestido blanco nacarado.

Impotente e incapaz, de luchar contra aquellos demonios de alas negras, solo pude observar como con enorme, voracidad, avidez y ansias, aquellas negras aves del infierno, fueron descarnando el cadáver, dejando sólo algunos despojos, adheridos a frágiles huesos, esos huesos que formaban un armazón, donde la vida resplandecía, brillaba y centelleaba.


Desperté por el ruido de una sirena, todo había sido un mal sueño, el cuerpo de mi fenecida esposa, permanecía sobre la fuente. Varios policías, me apuntaban con sus pistolas y me obligaban a rendirme. Con rabia y dolor, no opuse resistencia y en ambas manos, el frio acero de unas esposas, me inutilizaron los brazos y los policías me condujeron hasta el coche.


En mi declaración, manifesté, el horrible crimen cometido, noches atrás, cuando poseído por el influjo de la luna, hechizado y embrujado, golpee sin querer a mi querida esposa, mientras nuestro pequeño hijo, dormitaba en los asientos traseros. Tan solo recuerdo, la luna sobre nuestras cabezas y una extraña figura, que cruzó la carretera como una centella.


...-¡ Era quizás la muerte, que esperaba con una guadaña, para arrebatar la vida de mi compañera !


En esos momentos, algo extraño, me indujo a cometer el vil y cobarde asesinato, al ser que mas quería y adoraba.

En el juicio, fui declarado culpable y encerrado en una fría mazmorra, mientras nuestro pequeño retoño, crecía, ajeno al drama, suceso y tragedia.

 A punto de fallecer, enfermo, aquejado y desmejorado, he querido escribir esta carta, donde explico quizás un poco tarde, el drama ocurrido aquella fatídica noche. Mi querido hijo, al cual adoro, no comprenderá y concebirá, el texto escrito y jamás me perdonará, el horrible crimen cometido, por el cual he sido abandonado, ignorado y apartado, sin una sola visita, donde permanezco recluido.


...”Todo ocurrió, en una noche de luna llena, cuando viajábamos de vuelta, para el hogar, tras una cena. Una pequeña discusión, sin motivo aparente, condujo que mi estado emocional, se viera alterado, aunque juro que no consumí ni una gota de alcohol. Al pasar junto a un bosque de álamos, la hojarasca podrida y putrefacta, hacía que el coche oscilara, con suaves balanceos. En esos momentos, una extraña y espectral figura, emergió desde la inmensidad del bosque, para cruzar de norte a sur y desaparecer entre una maraña de ramas, arboles y arbustos.

Mi reacción, ante aquella espantosa, horrible y aterradora visión, fue acelerar y abandonar el lugar. Atenazada por el horror, mi esposa comenzó a gritar de modo excitado, alterado e histérico, hice amago con la mano para que callara y ella malinterpretó mi gesto, creyendo que era agresión.

 Comenzó a golpearme,mientras yo trataba de concentrarme para no abandonar la carretera, fue entonces cuando trate de calmarla, situando mi mi mano sobre su hombro.

 La reacción se produjo de manera instantánea con un fuerte mordisco. Con un fuerte dolor, en mi mano derecha, saturado y plagado de rabia, ira y furor, golpeé de manera violenta su rostro, con tan mala fortuna, que su cerebro golpeó contra el cristal de la puerta del auto, cayendo aturdida, sujetada por el cinturón de seguridad.


Transcurrido solo una veintena de metros, consciente del daño causado, aparqué el coche, sobre un claro, mientras en los asientos traseros, el pequeño preguntaba que había sucedido. Mentí al pequeño, de forma mezquina y ruin, diciendo que mamá estaba dormida. Llegado al pueblo, alojé al pequeño en casa de un familiar y volví al bosque, para ocultar el cadáver de mi esposa, bajo el influjo de algo extraño que se había apoderado de mi cerebro.



Atormentado, abrumado y preocupado, por el daño ocasionado, ingerí una cantidad de sustancias tranquilizantes y narcóticas, pensé que todo había sido un mal sueño, volviendo de nuevo al lugar de enterramiento para desenterrar el cadáver.


Junto a la fuente, donde tantas veces, prodigamos nuestro amor, deposité el cadáver, quedando sumido en un profundo sueño de pesadillas, alucinaciones y delirios, que acabaron cuando las sirenas de los coches de policía me tenían acorralado.


Han transcurrido más de tres décadas y aún en mis sueños, se repite aquella extraña visión, la culpable de todo lo sucedido, que acabó con la vida de mi compañera, con el tormento, tortura y padecimiento que he tenido que pagar, recluido y privado de libertad en esta fría mazmorra.



…”Ha fallecido en la prisión provincial de Houston, el ciudadano, Florence Harris, de setenta y tres años de edad. Prisión en la que cumplía condena, tras ser declarado culpable del asesinato de su esposa...Deborah Smith.


Pocos días después, donde se produjo el crimen, que acabó con la vida de Deborah, fue hallada una extraña tela de un vestido blanco nacarado, donde enunciaba que Florence, era inocente, del crimen cometido. Este fragmento de tela, fue encontrado por un matrimonio, tras un encuentro con una espectral figura de una mujer en vestido blanco nacarado. El matrimonio tras reconocer a la mujer, guardaron el trozo de tela, pues no creían que fuera cierta tal enunciación. Con el fallecimiento de Florence, el matrimonio entregó el trozo de tela al hijo de ambos, que tras un minucioso examen comprobó con grandes escalofríos, que la letra que contenía, el trozo de tela nacarado, correspondía a su difunta madre...Deborah Smith.


Hoy día, gracias a la gestión de Michael Harris, hijo del matrimonio, el cuerpo de ambos descansa junto, en un gran panteón.





Mi fenecida esposa (My Dying Bride)......Un relato de Marcos Tenorio Márquez.



 

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