Recuerdos
de Tharsis....Los “cuarteles” de navidad
...A
comienzos de la década de los ochenta, aún quedaban una extensa
zona de cuarteles abandonados, por sus inquilinos, que emigraron
hasta otra zonas de España, o extranjero. También que mudaron de
casa, en el mismo pueblo, hasta otros barrios, donde la proximidad de
la mina es lejana. Estos últimos cuarteles abandonados, se
encontraban en la zona cercana a la casa de Don Rafael, en el
comienzo de las calles Madroñal, Alicante y Málaga. Las distintas
reuniones de jóvenes para acceder hasta dichos cuarteles, tenían
que pedir permiso a la compañía española de Minas de Tharsis.
Una
vez dado el visto bueno, era entregada una llave, que tendrían que
devolver pasadas las fiestas. Comenzaba de esta forma la preparación
de dichos cuarteles, para la acogida y recibimiento de las fiestas
navideñas, con verdaderos artistas para la decoración. Cada reunión
imprimía en paredes, techos, puertas y ventanas, la personalidad de
los miembros del grupo, así por ejemplo si veíamos sobre la pared
un posters de Bob Marley y una hoja de marihuana, dedujéramos que
sus miembros adoraban dicha planta, consumiendo sus derivados, por el
contrario encontrarse posters de figuras como los Pecos o Hombres G,
no hacia falta preguntar por sus miembros, adolescentes que aún
suspiraban por dichos intérpretes de temas melosos, acaramelados y
empalagosos. También si encontrabas la típica imagen de Ernesto
“Che” Guevara..(muchos no tenían ni idea de quien era y pensaban
que sería un famoso vocalista)..Bob Marley o Angus Young, los
estilos, caracteres y personalidades de los miembros, aunque
diferentes, reinaba entre ellos un clima de cordialidad, afabilidad y
afecto.
Como
cada año, el acondicionamiento de cuarteles comenzaba con la
instalación en la base del techo, de unas cuerdas, para alojar
encima de ellas, ramajos de eucalipto, que disolviera el humo
producido por cigarrillos u otros derivados. Posteriormente,
dependiendo de la vocación de los miembros de cada reunión, los
cuarteles iban siendo decorados con motivos que representaba en
medida la personalidad de su gente, como acabo de comentar. Ya con
todo decorado, llegaba el momento de portar “plata” como diría
un argentino, para la adquisición de bebidas alcohólicas, refrescos
y algunos zumos. También ya reuniones más establecidas,
constituidas e implantadas poseían todo tipo de material, incluidos
equipos de música, mesas, sillas y demás mobiliario. Estas
reuniones construirían más tarde ya consolidadas como pequeñas
sociedades, grandes salones, para reunirse no solo en navidades,
también en las distintas festividades que se celebra en el pueblo y
cualquier evento que afectara a miembros de la reunión y su familia
(cumpleaños, comuniones..etc).
Siguiendo
con los “cuarteles”, la mayoría poseían dos habitaciones, en la
primera de ellas solía haber una chimenea, que se encendía con leña
rescatada de nuestros montes, en esta misma habitación de unos 12
metros cuadrados, también estaba instalada una pequeña barra, para
servir las bebidas. Sobre una estantería de madera, se colocaba el
equipo de música, con suficientes discos y cassettes, con diversidad
de grupos y estilos, para satisfacer, complacer y halagar a los
miembros de la reunión. Unos bancos y algunas perchas para sostener
ropa de abrigo, conformaba el escaso mobiliario, ya que el pequeño
cuartel no podía albergar más. En la otra habitación, una cortina
de color oscuro, solía proteger y preservar la intimidad de los
presentes, que se entregaban en cuerpo y alma, al placer,
narcotizados, por las flechas, lanzadas por cupido. De vez en cuando,
algún embriagado, ciego como un conejo con mixomatosis, con dosis
altas de licor, que penetraba en la reducida habitación, era
increpado por las personas, que entregadas al placer, escuchaban
relajadas, algunos temas lentos, entre arrumacos y caricias. La luz
roja en la mayoria de las habitaciones, otorgaban a estas un
ambiente, acogedor, relajante y excitante..sumando a todo ello la
música tranquila de baladas, que constituían el cóctel perfecto,
para enamorados.
..Llegaba
al cuartel, casi a las cuatro de la mañana, con algunos colegas, la
fina lluvia que caía, había empapado mi abultada cabellera. El
cuartel, estaba despejado, desierto, tan solo detrás de la barra
estaba mi buen amigo Gus, que manipulaba el equipo de música, nos
saludamos, para poco después entregarnos en cuerpo y alma al calor
que desprendía el generoso fuego de cepas de brezo de la chimenea.
Tras servirnos algunos Whiskies y cubatas, recordé que en mi
cazadora tejana, guardaba una cassette marca “basf” mil veces
grabada y regrabada.
.-¡Toma Gus, pon esta cassette en la
cadena!.
Exclamé.
..-¡No será Heavy Metal!.
Exclamó
Gus.
..-¡No, hombre, como voy a poner esa música en navidad, las
pijas retrógradas, rancias, huirían despavoridas, pero ahora
estamos solos, jajajaja!
Exclamé, con una generosa
carcajada.
..-Te conozco amigo
Marcos, pero esta bien, la gente ha salido y estamos solos, lo que no
sé si este equipo está preparado para soportar tanto decibelio.
De pronto Gus, dejó caer la cassette y comenzó a escucharse unas
extrañas campanas que daban paso al infernal riffs de guitarra de
Angus Young y sus AC/DC. Tras acabar este tema, clásico e
impactante, serian los feroces Judas Priest, quienes infringirían
la ley con su tema..Breaking the law. Black Sabbath y comitiva,
fueron transformando aquel maldito antro, en un oscuro y lóbrego
pasaje al infierno con el estribillo de “go to hell” de mis
admirados Motorhead, aquellos blaffes vomitaron fuego divino. Luego,
la luz volvió a brillar, la reunión de amigos, había vuelto de su
paseo...Gus, de forma rápida, desalojó la cassette y me la
devolvió...y en la microcadena comenzaba a sonar Duran Duran y
Spandau Ballet. Sin duda, fue un gran momento que disfruté y
recordaré para siempre, con cierta nostalgia, cada vez que lo
pienso, nostalgia y añoranzas de un tiempo, pasado, que sin duda
nunca volverá.
Recuerdos
de Tharsis....Los “cuarteles” de navidad
Marcos
Tenorio Márquez
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