Recuerdos
de Tharsis....La churrería de “tío José”
Ubicada
en la esquina de la calle “Calderón”, justo antes de entrar por
la gran puerta que da acceso a la plaza, ahí se encontraba la
churrería de “tio José” como amablemente, era conocido en
aquellos años, en el pueblo.
Desde
su pequeño establecimiento, despachaba ricos churros o tejeringos,
como son conocidos por estos lares. Para tal menester, tío
José, poseía utensilios que se nos quedaron grabados en la
memoria.
..-¿Quien no recuerda, la churrera de metal, dónde tío José
colocaba, la excelente masa a base de harina, agua, sal y
levadura ,hasta conseguir una consistencia pastosa, que distribuía
con un mazo de madera de haya, en la gran sartén, de aceite puro
hirviendo?.
Y como nos relamíamos, al ver aquella masa convertida
en ricos tejeringos, cuando era ubicada en el mostrador en un
utensilio también de metal, parecido a una gran bandeja. Y como la
ansiedad se apoderaba de nosotros, dispuestos para hincar el diente al
observar como tío José, de forma paciente, cortaba los churros con
aquellas enormes tijeras, para distribuirlos en papel de traza, con el
aceite sobrante adherido al papel
.
El
pequeño establecimiento, situado en un lugar estratégico, atraía
vecinos de todos los barrios del pueblo, para degustar un
manjar, realizado con esmero por un auténtico artesano. Tío José,
era un hombre de mediana estatura y complexión fuerte, su cara
redonda, permanecía parte del tiempo enrojecida, mientras continuaba
en la churrería, por las altas temperaturas registradas. Su cabeza
desprovista de cabello, alojaba un pañuelo, para que el sudor excesivo
no descendiera, por los surcos de su rostro.
Para
alimentar el extraordinario fuego, que servía para calentar el
aceite, tío José, disponía de un pequeño asno, el cual equipado con
serones, transportaba las cepas de brezos, desde los campos que Tharsis
posee, donde este arbusto suele ser abundante y frecuente. Cada cierto
tiempo, tío José, acudía a estos terrenos equipado con una azada, para arrancar las duras cepas de un terreno escabroso, abrupto
y accidentado. Una vez arrancadas, eran introducidas en los serones y
regreso para el pueblo. Gracias a este tipo de energía limpia y
sana, se podían hacer un producto de calidad, para ser consumidos con
una buena taza de café portugués, o un tazón de cola cao.
Mi
abuelo Juan, me decía las mañanas de los sábados, con el descanso
obligado del colegio.
..-Toma hijo, estas 10 pesetas, para que compres
tejeringos de tío José!
Y allí acudía, para aguardar
pacientemente la cola, que se formaba, bajo su alpende de chapa
galvanizada de color negro.
Recuerdos
de Tharsis....La churrería de “tío José”
Marcos
Tenorio Márquez
No recuerdo esa churrería, pero el sitio es ideal.
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