viernes, 18 de octubre de 2013

Recuerdos de Tharsis........El Malacate.

Recuerdos de Tharsis



El malacate.



Paseo  por las  inmediaciones donde  antes se  alzaba altivo  el gran  malacate, cierro  los ojos  y recuerdo su  enorme
estructura  de acero  e hierro  revestida de  negro. Desde su  privilegiada atalaya  se observaba  el pueblo  casi en  su
totalidad. Silencioso, cómo un faro en la oscuridad, que orientara  los barcos, hasta buen puerto,así se distinguía,desde
cualquier rincón del pueblo. Desde  pequeño,cuando acompañaba a mi abuelo  Juan al huerto, preguntaba.. ¿Abuelo?..  ¿Que
es  aquello?..  mi   abuelo  alzaba   su  mirada   de  reojo  y  respondía   ¡Aquello!....una  pausa   para  pensar   la
respuesta y respondía....aquello que ves allí tan negro,es un malacate donde llevan a los niños traviesos.






Mi  curiosidad de  ese  modo  quedaba apaciguada,así  mi  abuelo  con dicha  respuesta   me mantenía  alejado de   aquel
lugar,peligroso para cualquier persona  ajena,dónde  los hombres  bajaban  a  la contramina  desde  un  enorme ascensor.
Poderosos cables  de acero  los conducían al interior de la mina. Una vez en el interior cada uno tomaba su destino,  los
estibadores  colocaban    gruesas  vigas  para sujetar  el  techo  de  las galerías  y   procurar  que  no se  produjera
derrumbes. Los picadores con picos  y barrenas taladraban el duro  mineral,sus rostros ennegrecidos  levemente iluminados
por  la   tenue   luz   del  candil,reflejaban   la  dureza   del  trabajo,    gotas  de   sudor  afloraban   sobre  sus
torsos,ennegrecidos,trazando,perfilando y coloreando la piel, impregnada de partículas de color ébano,destacando sólo el
blanco de  los ojos. Brazos  de  acero,surcadas  por venas  de titanio,  transportaban el  mineral  en vagonetas,hacia el
exterior de  la mina. Terminada  la jornada,  cansados y  agotados, regresaban  al exterior, dónde la luz de  sol,cegaban
sus ojos,delicados y sensibles,por la oscuridad reinante,existente e imperante.






Tras la ducha  regresaban a sus  hogares, sus mujeres  habían estado rezando  a Santa Barbara,para  que les protegiera y
ayudara. Tras la comida una pausa,un  cigarrillo encendido y  los hijos  que se acercaban y preguntaban  curiosos  ¿Papá?
¿Cómo te ha ido hoy en la mina ?..-bien hijo,  me ha ido bien.....siempre la misma respuesta para mantenerlos felices  y
que no sufrieran. Una  reparadora siesta hasta la  tarde,dónde  el café estimulaba  y reformaba. El gran  circulo  minero
reunía a buen número de mineros, que tras la dura jornada relajaban su cuerpo y mente,con el chasquido de las fichas  de
dominó,naipes de  la baraja  española,o las carambolas del billar. Otros por  el contrario  acudían a  los huertos   que
se  ubicaban por los alrededores del  pueblo,entre pepinos,tomateras y pimientos,lograban recaudar un  sustento extra
para  ayudar   al  mísero   sueldo.  Terminado   el  trabajo,las   herramientas  quedaban   bien  guardadas,en  pequeñas
chozas,construidas con piedras de la mina,recubiertas de  carbasa e impregnadas de cal,los tejados sostenidos  por vigas
de madera,relucían con los reflejos dorados de las tejas,apaciguando las extremas temperaturas.









Los   bailes   en   los   cuarteles   constituían   un   aliciente   para   contactar   con   jóvenes    mineras. Miradas
insinuantes,sugerentes,provocaban los primeros amagos,intentos e indicios  de un posible noviazgo,que terminaba ante  el
altar de la ermita,tras unos  años e incluso décadas de  respeto,deferencia y cortesía. Los domingos el  fútbol acaparaba
toda la atención,para terminar por la noche ante la gran pantalla de cinemascope,dónde parejas de novios ya formalizadas
acudían  para  dar  sus  primeros  besos,contemplando  películas,emotivas,románticas  y  apasionadas  de  todo  tipo  de
género...suspiraban las novias con Clark Gable,ellos con Vivien Leigh. Mientras "Que verde era mi valle" entristecían con
el amor imposible de un cura y  una feligresa, bajo el marco de las  minas de Gales, para terminar  con "Las  uvas de la
ira" magistral,lírica y comprometida, dirigida ambas por el genial director John Ford. Los lunes vuelta al trabajo,siempre
bajo la insinuante sombra de la muerte,que aguarda en  cualquier rincón preparada con la guadaña,para segar la vida  del
pobre minero que trataba de olvidar e ignorar los peligros de la mina,silbando una alegre canción.



Una sirena a deshora alertaba a la población,los  corazones comenzaban a palpitar.... ¿Qué ha pasado?.....las   primeras
noticias  llegaban   hasta el   lugar...........  ¿Un  derrumbe  en   la mina?...   la  angustia  y  la   inquietud se
apoderaba de  la  población,poco  más  tarde  los  infortunados  mineros  eran  izados  a  la  superficie.  Sus  cuerpos
tapados  con sábanas blancas,impregnadas de rojo de  la sangre. Momentos de  intenso dolor de llanto  y angustia,como un
puñal   clavado en  el corazón,  así recibían  los familiares  a las  victimas.  El  último adiós,dónde  todo el  pueblo
participaba,consolaban a  las familias de la tragedia pasada. En el epitafio de la lápida,de mármol negro con letras  de
color dorado...Rezaba



 Tu desconsolada esposa,padres e hijos jamás te olvidaran.



 Marcos Tenorio Márquez 2011.

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