Resplandor en las rocas.
…Suena la sirena, del gran malacate, alertando a los mineros que una tragedia ha sucedido...
...-¡Rápido, hay que bajar al piso noveno, ha habido un derrumbe, hay compañeros trabajando!.
Exclama, el capataz, nervioso, excitado, angustiado, presintiendo que algo ha sucedido...maldiciendo, la jaula, para que esté dispuesta lo antes posible, para bajar.
...-¡Vamos rápido, avisad al médico, puede ser que haya sucedido alguna desgracia!.
Exclama, nuevamente, el capataz, invadido, asaltado, por la angustia, que produce dicho estado emocional y anímico.
Con la llegada, del doctor, varios hombres se aprestan, organizan y preparan, para socorrer a los compañeros, que supuestamente hayan podido quedar atrapados, con el derrumbe de una zona de la galería.
...-¡Maldita galería, otra vez ahí, donde perdí a mi hermano, hace años!
Exclama Francisco, mientras cierra el puño, maldiciendo el piso donde nuevamente se ha producido el derrumbe.
...-Ojalá no haya pasado nada, hay que tener fe, la galería es amplia, grande y extensa, el derrumbe ha podido ser en una zona, donde no hay nadie trabajando.
Enuncia Manuel, para suavizar, las continuas muestras de pesimismo, que invade a los compañeros.
Mientras la jaula desciende hasta las profundidades, se produce todo tipo de manifestaciones en los mineros y la adrenalina se apodera, de cuerpos fornidos, robustos y corpulentos.
Simón, el más joven y devoto de los mineros, besa repetidamente la pequeña medalla, que aloja sobre su pecho, donde se observa la patrona, en tono dorado.
...-¡No es momento de súplica y rezos, eso no ayuda nada, hay que llegar cuanto antes al lugar, eso podrá salvar a los compañeros, si alguno ha caído atrapado por las rocas desprendidas!.
Exclama, José, ateo y de ideología comunista.
...-Cada cual puede opinar lo que quiera, soy ferviente devoto de nuestra santa y todo puede ocurrir cuando pedimos con devoción, fe
Murmura, Simón.
...-¡Ah, no creo en milagros, todo eso viene de la educación que has recibido de pequeño, donde nos mentían, y engañaban para adoctrinarnos, aleccionarnos y educarnos a su manera. En la manera que este país, quiere, donde el régimen impuesto por la dictadura, nos somete, obliga e impone que creamos en la religión, que ellos veneran, adoran y reverencia...El catolicismo!.
Exclama José, totalmente convencido de su convicción ideológica.
A medida que la jaula desciende, entre los compañeros, surgen enfrentamientos,que son rápidamente frenados por el capataz.
...-No es el momento de discutir, de razones religiosas ni políticas, es el momento de acudir al derrumbe y salvar a nuestros compañeros.
Al fin la jaula se detiene en el piso noveno, y los mineros, con focos de carburo y herramientas, buscan el lugar donde se ha producido el derrumbe.
El polvo producido por el derrumbamiento es espeso, tiene un olor ácido, asfixiante, sofocante e irrespirable. La luz tenue del foco, disipa por momentos el polvo, mientras los mineros avanzan con dificultades, ya que la ventilación ha quedado seriamente dañada y con las prisas para bajar se han olvidado las mascarillas.
Organizados, los mineros avanzan, lentamente, mientras el goteo continuo del agua ácida filtrada sobre la roca, rompe el silencio sepulcral, salpicado por el sonido de pequeñas rocas, que aún desprenden, las cuales son una amenaza para el grupo de mineros.
...-¡Tened cuidado, alumbrad también la zona de arriba, puede que nos sorprenda rocas, que han quedado, quebrada, fragmentadas y cascadas!
Exclama, Manuel.
Simón, el mas joven, fiel y devoto de la santa, que marcha en el grupo de cabeza, alumbra con el foco sobre una zona, donde se ha producido el derrumbe, emitiendo un alarido imperceptible, erizando los vellos, que cubren su cuerpo. Un resplandor que emana de aquellas negras rocas, produce, excitación, nerviosismo y entusiasmo, aunque ninguno de los compañeros, ha podido vislumbrar nada, solo la fe que posee, cree haber visto de forma fugaz, la imagen de Santa Barbara, emerger en tono dorado de la profundidad de las rocas....
...-¡Aquí, aquiiiii, están nuestros compañeros!.
Exclama, con verdadera pasión, arrebato y frenesí, intuyendo que la señal divina aparecida sobre la roca, es un indicio de que allí están sus compañeros, aunque no sabe en que situación.
...-¡Como lo sabes, aquí hay un grupo de rocas, desprendidas, pero no hay ningún tipo de señal que nos diga que nuestros compañeros se encuentran sepultados!.
Exclama, el capataz.
...-Ha sido una intuición, algo divino, por favor, comencemos a retirar las rocas.
Murmura Simón, con lágrimas que comienzan a brotar de sus enrojecidos ojos.
...-¡Algo divino, ahhh, no creo en nada, continuemos, aquí no hay nadie...no hay señal de algún foco, prenda, casco u otra cosa...prosigamos, pues no tenemos mucho tiempo!
Exclama José, convenciendo al resto de compañeros...
...-No, no puedo abandonar este lugar sin retirar estas rocas, proseguid vosotros si queréis.
Murmura Simón, que comienza a retirar rocas con una fuerza inusitada, sobrenatural, convencido de la señal divina que atisbó y observó de manera fugaz. En los pensamientos de Simón, surge la duda.
...-Me tacharán de loco, perturbado, no creerán lo que acabo de ver...es mejor no decir nada.
...-¡Vamos, prosigamos, dejemos aquí al loco este, retirar estas rocas...cree que su convencimiento religioso va ayudarle!.
Exclama José, totalmente enfadado y furioso.
A punto de abandonar y dejar solo a Simón, un leve gemido, casi imperceptible, brota a través de aquellas grandes rocas.
...-¡Habéis escuchado!.
Exclama Simón, afanándose en retirar las rocas, lo antes posible.
...-Algo hemos escuchado, pero ha sido casi imperceptible, quizás tenga razón.
Murmura, el capataz.
En esos momentos, desaparecen rencillas, rencores, y todos a una, se afanan en retirar las rocas, apareciendo poco después los compañeros sepultados. Milagrosamente, han salvado la vida...José, abraza a Simón, que besa repetidamente, la imagen de Santa Bárbara. La rencilla entre ambos desaparece. Desde ese mismo momento, José, pasa a formar parte activa de la hermandad y cada 4 de diciembre, porta la imagen de la Santa, sobre sus hombros, sin querer ser reemplazado por otros compañeros.
Resplandor en las rocas.
Un relato original de Marcos Tenorio Márquez
Dedicado a todas las personas que profesan devoción, fervor y fe, por Santa Barbara.
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