Clasificado “S”....La profesora de Francés.
...Un nuevo curso escolar se inicia, con la llegada de nuevos profesores, procedentes de diversas zonas del país. De entre todos ellos, destaca una joven, que ha acabado de manera reciente, las oposiciones y se enfrenta a su primer destino.
Luisa, que así se llama la joven profesora, sustituirá, al excelente, magnifico y extraordinario profesor, Don Gonzalo, natural de la localidad, al cual le ha llegado la jubilación, culminada con un excelso y excelente palmares, labrado y forjado, en difíciles y complicados años de docencia.
La joven profesora se instala, en la casa, quedada precisamente, vacante, por el profesor. Destinadas a los profesores que imparten clases, en el colegio público, las casas poseen dos tipos. Unas, para profesores casados con familia, amplias y confortables, que imparten clases en la localidad de modo prolongado, y las otras, destinadas a profesores, sin cargas familiares, mas pequeñas.
Acostumbrados a los métodos de enseñanza de Don Gonzalo, severo, estricto y exigente, los alumnos de clase de Inglés, aún no saben que la asignatura de este año ha cambiado, y en su lugar se dará Francés, y con esta incertidumbre esperan al nuevo profesor. Con gran jaleo y alboroto, reciben a la nueva profesora, acompañada por el director Don José Ramón, el cual increpa a los alumnos, por su mala conducta, a la vez que presenta, a la nueva profesora que impartirá clases de Francés.
...-Respetados alumnos, a partir de este año, cambiaremos de asignatura, en lugar de Inglés, que impartía Don Gonzalo, que como sabéis se ha jubilado, en su lugar impartiremos clases de Francés, y os presento a la nueva profesora, la señorita...Luisa.
Asevera, Don José Ramón.
Cohibidos, por la presencia del director, los alumnos, emiten tímidos aplausos, que se convierten en alboroto y algarabía, cuando el director, abandona el aula, teniendo que intervenir la nueva profesora, para poner paz y orden.
Tras una breve presentación, todos los alumnos, esbozan una sonrisa, por fin se han liberado, del modo, de impartir la asignatura arcaico, anticuado y primitivo, aunque efectivo, de Don Gonzalo.
En pocos días, la joven profesora, cambia la tristeza del aula, colocando murales de vivos colores, sobre las desnudas paredes. También retira el viejo terrario, dónde Don Gonzalo, albergaba una pareja de lagartos ocelados. Introduce cambios, en la forma de colocación de los pupitres, en pequeños grupos, ocasionando la mejoría, de relación de los compañeros.
No todo podían ser buenas noticias, pues el carácter noble, generoso y sincero, de la profesora al impartir las novedosas clases, indujo a un grupo de alumnos, adentrarse en terrenos, donde imperaba, la desidia, desgana y desinterés, poniendo en serio peligro, la convivencia de toda la clase. Con la intervención del director, acababa, que este rebelde e insurrecto grupo de alumnos, interfirieran en el normal desarrollo de la clase, con claras advertencias de ser expulsados.
Mi trabajo cómo conserje en el colegio, consistía en reparar cualquier desperfecto, que se producía en el mismo. De esta forma, conocí a la nueva profesora, que requirió mis servicios, para reparar unas de las ventanas que había destrozado, uno de los “salvajes”, cómo llamaba ella, a los alumnos, más irresponsables, imprudentes e informales. Tras golpear en la puerta, me hizo pasar de manera cortés.
...-¡Buenos días....!
Exclamó, de manera pausada.
...-¡Buenos días, mi nombre es Marcos y soy conserje del colegio!.
Exclamé.
...-Perdone, por no decir mi nombre, algunos alumnos, me tienen de los nervios...mi nombre es Luisa.
Respondió, con algunos nervios.
En un corto espacio de tiempo, la ventana estaba arreglada, ante la mirada curiosa de los alumnos de la clase.
...-¡Muy bien, Marcos, buen trabajo, veremos
a ver cuanto dura!.
Exclama Luisa, con una sonrisa.
Pocos días después, Luisa, se acercó por la conserjería.
...-Perdone que le moleste, Marcos, por casualidad, conoce algún carpintero, por el pueblo, bueno, también necesito fontanero, electricista, en fin, necesito varias reformas.
Aseveró,con una sonrisa, pues siempre, aún en las peores situaciones, trasmitía optimismo y ánimos.
...-Efectivamente, la casa donde usted se aloja, ha sido usada muy poco, Don Gonzalo, su anterior inquilino, al ser natural del pueblo posee una primera casa, donde pasa la mayor parte del tiempo, ahí en esa que usted posee ahora, visitaba de manera esporádica, por esa razón está un poco descuidada, si usted desea yo soy un poco como el maestro liendre, de todo sabe de nada entiende....jajajajajaja.
Respondí, con una carcajada final.
...-Muchas gracias, Marcos, le estoy muy agradecida...¿Cuando puede venir?.
Preguntó, de manera interesada.
...-Cuando desee, en horario de tarde, estoy a su disposición.
Respondí.
...-Bueno, pues esta tarde debo ir a Huelva, a realizar unas compras...¿Que le parece mañana jueves?.
...-Correcto, me parece bien, primero, haremos una inspección, con todo lo que hay que reparar y hacer una lista, con lo que debemos comprar, pues habrá cosas que estarán deterioradas, por el paso del tiempo.
Respondí.
Llegado el día, y con horario taurino, a las cinco en punto de la tarde, golpeaba la deteriorada puerta de madera.
...-¡Pase, por favor, Marcos, la puerta está abierta, espere en el comedor, me estoy duchando!.
Exclamó, desde la ducha, con el agua cálida, tórrida y suave, descendiendo por su cuerpo desnudo.
Pasados unos minutos, estaba ante mi presencia, con el cabello húmedo, recién lavado, el cual secaba con suaves movimientos, introduciendo sus manos, entre los cabellos y retirando el agua que aún impregnaba su media melena.
La suave fragancia del gel de rosas, que había usado en la ducha, impregnó el pequeño comedor, de aromas y perfumes, cautivándome, a la par que contemplaba y observaba, su cuerpo escultural, modelado y atractivo.
Con sutiles movimientos, se acercó hasta una silla, para colocar su extremidad, sobre el asiento, descubriendo unos muslos, de piel morena, al quedar el albornoz que portaba entreabierto. De modo delicado, con suaves movimientos, de toalla, secaba hasta un palmo por encima de la rodilla, ocasionando que me estremeciera y lanzara un suspiro, inaudible para el oído humano.
...-¿Marcos, desea un café, un Cola Cao?
Preguntaba, al retirarse hasta el único dormitorio de la casa.
...-No, gracias, de momento quiero ver primero los desperfectos, luego tomaremos lo que usted quiera.
Respondí.
Ya vestida, comenzamos a recorrer la pequeña casa, anotando los desperfectos. Con unos ajustados tejanos, que marcaban y trazaban, unos perfectos glúteos, llegamos hasta la cocina, donde señalaba la parte baja del fregadero, adoptando una posición, que me hizo lanzar un nuevo suspiro, esta vez más audible, mientras en mi entrepierna crecía un músculo de manera alarmante.
...-¿Le ocurre algo, Marcos, parece haber escuchado un suspiro?.
Preguntó, con una sonrisa, pícara, tuna y astuta.
...-No, nada, ha sido, un leve jadeo, es que tengo la garganta tomada...
Respondí, mintiendo, de manera impulsiva, para salir del aprieto, aunque ella se había dado cuenta, al mirar de manera descarada, mi entrepierna.
En el tramo final del recorrido, llegamos hasta el dormitorio, la fragancia de perfumes, florales, inundaba la estancia.
...-Bueno, y esto es ya lo último creo, que hay que reparar, esta ventana.
…-Pues si, se encuentra en un lamentable estado, habrá que lijarla y retirar toda esta antigua pintura, y reforzar con masilla toda la cristalera, cambiando por último, estas bisagras, que se encuentran oxidadas.
Respondí, poniendo punto y final al recorrido.
...-Bueno Marcos, compre usted todo, lo que esté en mal estado, incluida la pintura para la ventana, ya que voy a vivir aquí, me gusta tener la casa sin desperfectos.
...-Bien, pues tengo todo anotado, lo que habrá que comprar, como aún estamos en septiembre y las tardes son largas, me llego hasta la ferretería de Repiso y compro todo, creo que así por lo alto, todo puede costar unas doscientas pesetas.
Aseveré.
...-Vale, aquí tiene un billete de quinientas pesetas, si hace falta más, me lo pide.
...-No, con esto es mas que suficiente, le dije que rondaría sobre las doscientas pesetas.
Respondí.
...-Y ahora me permite ofrecerle una taza de café o cola cao, cómo prefiera.
...-Café, por favor.
Respondí.
Esa noche, no pude conciliar el sueño, pensando en su escultural y modelado cuerpo, su media melena de cabellos sedosos, negros, color azabache, sus ojos marrones como la miel, sus largas extremidades inferiores que moldean unos perfectos glúteos y su sonrisa picarona, donde destacan unos labios carnosos, perfectamente hidratados, color rosa. Todo en ella era perfecto, mientras un líquido lechoso, templado, bajaba por mi entrepierna, sumiéndome en un profundo sueño, que solo se vio perturbado por el maldito despertador.
...-¡Marcos, hijo, despierta, que son las ocho y media!.
Exclama, mi madre, con el desayuno en la mesa.
Por fin en el colegio, Luisa, pregunta, con picardía.
...-¿Buenos días Marcos, como ha pasado esta noche de calor?.
...-Perfecta, señorita Luisa, he dormido como un tronco, sin afectarme esta calor, excesiva, del més del menbrillo.
...-Esta tarde, irá a comprar todo lo que hace falta en la casa.
...-Si, esta tarde me acerco a la ferreteria y luego a su casa, para comenzar con las reparaciones.
...-Bueno, allí le espero, que tenga buen día.
...-Igualmente, señorita.
Respondí, poniendo punto y final a esta pequeña conversación.
Ya por la tarde, me acerqué a la ferreteria, donde fui atendido de manera cordial por Manuel. Con todo comprado, dirigí mis pasos hasta la casa de Luisa, que ocupa la última casa de esquina, justo después de la casa de Don Carlos. Unos ligeros golpes en la puerta y una voz suave, responde.
...-Pase Marcos, espere nuevamente en el comedor, perdone, me estoy vistiendo, hoy estoy perezosa, me acabo de levantar de la siesta.
Responde, efectivamente, con voz cansada.
Mientras, coloco todo lo comprado,sobre la mesa camilla, con la nota de Repiso, en perfecta caligrafía, con todos los detalles, y el dinero sobrante, poco más de trescientas pesetas.
...-¿Ha comprado todo, lo que hacía falta?
...-Si, aquí está todo, en la mesa.
Respondí, mientras visualizaba, una esplendida figura, tras un vestido, que se traslucía al pasar por una fuente de luz, dejando entrever unas perfectas curvas, no aptas para personas con problemas cardíacos.
Comenzamos las reparaciones, primero, con los desperfectos eléctricos, donde cambié varias cajas para continuar con la fontanería, en el fregadero y cuarto de baño, hasta dejar la ventana del dormitorio para el día siguiente. En todo esos momentos, estuve acompañado por Luisa, cuyo vestido traslúcido, quitaba el hipo, al entrar en contacto con las fuentes de luz, ya que estas actuaban como auténticos rayos x, poniendo al descubierto su escultural figura. Terminado el trabajo, ante una buena taza de café, con una torta de manteca de García, comenzamos una charla donde tocamos temas íntimos.
...-¿Marcos, es usted casado o soltero?
...-Soltero, señorita, vivo aún con mis padres y todavía no he conocido la mujer de mis sueños, o media naranja.
...-No comprendo, siendo usted un joven atractivo y bastante trabajador.
...-Pues así es, señorita, soy bastante tímido, cuando hablo con una mujer, suelo quedar trabado, bloqueado, no soy capaz de mantener una conversación, esto con usted es una excepción...ah no, no, eso que usted piensa no que va, no creerá usted que yo....
...-No, no, no insinúo nada, por Dios.
...-Bueno, por hoy hemos terminado, sólo queda la ventana, mañana, terminaremos esta pequeña faena.
...-Ha realizado una faena genial...¿Quiere tomar una copita de anís, yo suelo tomar por las tardes, acompañada por unas pasas?.
...-No suelo beber alcohol, pero hoy haré una excepción, después del café es bueno para quitar el amargor.
Sentados en el comedor, continuamos la charla, que habíamos iniciado al comienzo del café, mientras mi testosterona ascendía, observando a esta mujer, bajo un vestido sugerente y provocativo.
...-Marcos, una pregunta muy intima, ya que usted es soltero...¿Ha tenido alguna experiencia con alguna mujer?.
Realizó, esta pregunta, con una sonrisa socarrona, astuta y solapada, que me cogió como se suele decir en el argot futbolístico, fuera de juego, respondiendo con sinceridad.
...-No, de verdad que no, aún no he tenido relaciones, en estos casi treinta y cuatro años, que tengo.
...-Bueno, no hay que alarmarse, usted aún es joven, debe vencer la timidez, romper el hielo...la primera vez es difícil, luego superada verás que no es tan complicado.
De esta forma llegamos al final de la animosa charla, mientras en mis pensamientos surgía, la idea de hacer el amor, con aquella esplendida criatura, aunque mi falta de experiencia, me aconsejaba que quedara las cosas tal cómo estaban.
Muchas mujeres, con poses insinuantes, provocan incitan e inducen al sexo contrario, a pensar que tienen deseos y anhelos de practicar el acto sexual, pero más lejos de la realidad, solo desean ser observadas, para que realcemos su belleza y quedemos prendados, de su poder de seducción y atractivo físico.
Llegaba el último día de los trabajos en casa de Luisa. Su simpatía, belleza, había cautivado mi pobre corazón, sinceramente, me había enamorado y comenzaba a sentir, los mismos síntomas, que sentía en mi adolescencia, cuando me enamoré de la hija de nuestra vecina.
El último día, Luisa, me recibía enfundada en una bata de fino satén, la cual aumentaba mi estado de excitación, fogosidad y pasión, hasta cotas inimaginables. Pasamos al dormitorio, donde se encontraba la ventana bastante deteriorada, y tras colocar mi caja de herramientas, en el suelo comienzo a quitar una de las hojas. Ella mientras tanto, sentada en la cama, observaba mi trabajo, fijándose en todos mis movimientos. Pasado un rato, comenzó a desalojarse la bata de satén, descubriendo un camisón de fina seda, totalmente transparente, de color blanco nacarado, que se ajustaba a las curvas de su prodigiosa y generosa, anatomía. Continué el trabajo, con bastantes ojeadas, de manera disimulada, alterando mi situación.
...-¡Marcos, descanse un poco, venga!
Exclamó, de forma susurrante y llevando el dedo indice, hasta los labios, me indicó que guardara silencio. Obedecí, como un perrillo faldero, mientras mi corazón, latía con fuerza. Sentado junto a su lado, comenzó a seducirme, besando mis labios, desalojando los botones, de mi camisa, con movimientos sutiles, delicados y suaves. Con mi torso totalmente desnudo, el musculo de la entrepierna había crecido de modo considerable, y batallaba, con brutales impulsos, para salir y romper la cruel cremallera, que impedía su salida. Tendido sobre la cama, pasaba una y otra vez, de forma delicada, sus manos sobre mi torso, besando mis labios y aumentando mi excitabilidad, que llegó hasta el punto más álgido cuando cogía mi mano, para llevarla hasta sus senos, tersos y suaves. Descendía mis manos de manera torpe, por aquella escultura, llegando hasta sus generosos glúteos. Noté que su temperatura corporal había ascendido tanto como la mía, en el momento que decidió, descender sus delicadas manos, hasta mi bajo vientre, colocándose a escasos centímetros, de mi bragueta, sin duda su objetivo era liberar la cremallera. Emití un alarido de placer, jamas descrito anteriormente, mientras yacía en el lecho observando, como Luisa, sonreía. Sublime, excelso, grandioso, una experiencia inimaginable, sobrevino, cuando sus manos, retiraban delicadamente la cremallera y el botón que sujetaba mis pantalones, poniendo al descubierto mis vergüenzas. De manera sutil, acarició, aquel músculo, erguido, erecto y tieso, a punto de provocar una explosión, que desalojara, como un violento volcán. toda la lava que contenía, en forma de semen. Y así fue como ocurrió, pues mi fuerte excitabilidad, no podía ser controlada por mi cerebro y un torrente de semen, inundó todo el perímetro, de bajo vientre y extremidades inferiores, bajo la atenta mirada de Luisa, que sonreía, observando mi rostro, descompuesto, excitado y alterado.
En los días, semanas y meses anteriores, mantuve con Luisa, relaciones. De corta edad, aunque experimentada, me enseñó todo lo relacionado en el arte de seducir a una mujer. De forma tímida y apocada, declaré estar perdidamente enamorado de ella, contestándome de manera negativa. Sólo había sido unas clases, para romper el hielo, ese mismo hielo que impedía que mantuviera cualquier charla duradera con una mujer sin bloquearme, para declarar mi amor. Al año siguiente, Luisa, abandonó el colegio, para dirigirse a otra zona de Andalucía. Mi primera experiencia sexual, con una mujer, jamás la olvidaré. Hoy día felizmente casado, le debo mucho a Luisa, y aquellas clases, que me brindaron la oportunidad de romper el hielo, para enfrentarme a una mujer, sin timidez, vergüenza y cortedad.
Clasificado “S”....La profesora de Francés
Un relato de Marcos Tenorio Márquez
No hay comentarios:
Publicar un comentario