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jueves, 5 de noviembre de 2020

La extraña planta


 

La extraña planta


...La casita que poseen, Antonio y Josefa, está rodeada por un gran jardín, en el cual crecen, bellas flores, entre las que destacan rosas rojas, lirios azules, margaritas, petunias y algunas más, que realzan y embellecen al jardín, con la llegada de cada primavera, donde una explosión de color, remarca el color blanco de la casa, cuyas tejas árabes, contrasta, añadiendo el color idóneo, para convertirla en una casa de ensueño.


Bajo las tejas, encuentran acomodo y aposento, para construir sus nidos, bulliciosos gorriones y vencejos, otorgando más aún a la casita, un aspecto de alegría y felicidad, como salida del pincel de un pintor impresionista, en un famoso cuadro.


Todas las tardes, cuando el sol se difumina por el horizonte, Josefa, con la ayuda de Antonio, comienza la labor, de regar las numerosas flores, con el agua de un pozo, que poseen en el jardín y que extraen con la ayuda de un cubo. Tras verter el agua en una regadera, comienzan, planta por planta, de esta forma, cada planta recibe el suministro diario de nutrientes. Las plantas agradecidas, obsequian a Josefa y Antonio, con fragancias y aromas, sutiles olores, que penetran hasta los pulmones, en una sensación de bienestar y placer, que nos beneficia, favorece y ayuda, en la rutina diaria de nuestra vida.


Debido a diversos factores, Antonio y Josefa, no han tenido descendencia. Josefa, al sufrir dos abortos, decidió junto a su marido, no tener otra oportunidad, pues podría poner en riesgo, la frágil salud de Josefa. Lo que si poseen son media docena de gatos, haciendo olvidar a la pareja con sus juegos, la ausencia de los tan ansiados hijos en la casa.


Una de las tardes, en que la llegada de la primavera, brinda la oportunidad de dar paseos, Antonio y Josefa, se acercan por los alrededores del barrio de Dique Pino. Barrio, abandonado, hace ya muchas décadas, cuyas familias fueron acogidas en los innumerables cuarteles, que iban quedando vacíos en el pueblo, tras el éxodo de la emigración. En uno de estos cuarteles abandonados, deciden penetrar, encontrando en su interior, las ruinas de un suntuoso jardín, en su tiempo de gloria, cuando el barrio de Dique Pino, poseía una bella estampa, al lado del dique que da nombre, siendo uno de los barrios, más famoso de Tharsis. Sobre la tierra, que en algún tiempo alimentó bellos claveles, rosas y clavelinas, crecía una planta extraña. Una planta que ocupaba todo el jardín, la cual poseía una fragancia y aroma, jamás descrito, que cautivó a Josefa, que se dispuso a recoger, unas pocas, para llevarla hasta su exuberante jardín.


Con la alegría de una nueva planta que no poseían, regresaron para casa el matrimonio. Nada más llegar a casa, Antonio, que posee una extensa colección de libros de botánica, se interesó en conocer el nombre de aquella planta, la cual no había visto jamás. Tras pasar largas horas de consulta, no pudo averiguar el nombre, mientras tanto su mujer, ya había plantado las plantas en varias macetas.


Sin poder conocer el nombre de la planta, Antonio, se dio por vencido, pero su testarudez, terquedad y tozudez, hizo que al día siguiente preguntara a todos los vecinos, y algunos expertos jardineros del pueblo, por su nueva adquisición, siendo siempre la respuesta negativa.


Pasado el verano y con la llegada del otoño, las flores fueron marchitando y desapareciendo de sus ramas, hasta la llegada de la primavera. La extraña planta, por su parte, tras los cuidados del matrimonio, seguía manteniendo, de manera increíble, su flor, de sorprendentes pétalos color amarillo, junto con su perturbador e inquietante aroma. Josefa, extremadamente feliz, porque la flor no palidecía y marchitaba, comenzó a esparcir las semillas, por todo el jardín, ocupando las macetas y arriates de las otras plantas.


El frío invierno, con temperaturas bajo cero, hizo acto de presencia, pero aún así, en estas extremas condiciones, la planta seguía manteniendo su vigor, viveza y energía. Este hecho provocó, que Josefa y Antonio, la preservara y protegiera, en detrimento de las otras, a las cuales ya no le retiraban ni la mala hierba. Pasados los meses duros de invierno, las semillas esparcidas, por todas las macetas, comenzaron a brotar, provocando un entusiasmo en el matrimonio, como jamás hubo experimentado en años anteriores. Con la primavera en todo su esplendor, el jardín de Antonio y Josefa, bullía de vida. Geranios, margaritas, rosales, orquídeas y lirios, mostraban todo su colorido y belleza, rivalizando entre todas, para ofrecer fragancias y aromas, en el vergel, que el matrimonio, con tanto esfuerzo y trabajo había creado.

Volvieron, también como cada año, vencejos, gorriones y estorninos, a anidar entre las tejas, y el matrimonio sonreía aún más, al comprobar como del pie de rosales, jazmines y demás plantas brotaban, un sinfín de extrañas plantas, cuyos tallos, ascendían buscando los tímidos rayos de sol, de una primavera aún prematura.


Poco tiempo después, el color amarillo, ocupaba gran parte del jardín, suplantando los diferentes colores de las demás, ahogadas, por toda una estampida a la cual no podían hacer frente.


Un hecho sin importancia para Antonio, aconteció, una de las mañanas. Un rosal, de preciosas rosas rojas de varios años, había marchitado y secado. A sus pies, la extraña planta, se encontraba en todo su esplendor, y sobre la reseca madera del rosal, crecía sin remisión, las verdes ramas de la extraña planta, abrazando las espinosas ramas marchitas, como si de zarzamora se tratara. En ese mismo día, por la tarde, aparecía sobre un geranio el cadáver de un gorrión, hecho al cual respondió, Antonio, con una respuesta, aunque en el cuerpo del gorrión no se notaba signos de sangre, al ser perforado por el balín.


..-¡Mira cariño, algún insensato ha disparado contra este pobre gorrión!


Exclamó, ante su mujer, que acogió la noticia con pena.

Josefa, que era mujer, de temperamento tranquilo, comenzó a mostrar irascibilidad, en momentos del día. Estos hechos, sin importancia, los atribuía, Antonio, a la época del año, empleando la popular frase...”La primavera, la sangre altera


Un nuevo día, despuntaba por el horizonte, y de nuevo en el jardín, ocurría cosas extrañas. Las flores del jazmín, habían caído sobre el suelo, esparciendo sus delicados pétalos de un blanco nacarado, por toda la superficie. El matrimonio, no daba crédito de lo que habían visto sus ojos y entre lágrimas, recogieron todas las flores, descubriendo que todas las plantas a excepción de la extraña mata, mostraban signos de desecación y deshidratación, por lo que decidieron aumentar la cantidad de agua diaria. Esta nueva medida, apenas tuvo repercusión en las plantas, que seguían palideciendo y marchitando, a un ritmo bastante alto, en plena efervescencia de la primavera.


Nuevos cadáveres de gorriones, vencejos y algún estornino, aparecían diseminados por todo el jardín, y el matrimonio todo un ejemplo de feliz convivencia, en todos estos años, mostraba peligrosos signos de incompatibilidad. Mientras todo esto ocurría, en el jardín, la extraña planta seguía invadiendo y conquistando toda la superficie, suplantando y reemplazando, todos aquellos arbustos, matas y plantas, que contenían bellas y diferentes flores.


Gorriones, vencejos y estorninos, abandonaron el lugar y un ambiente tétrico, sombrío y gótico se apoderó del espacio. Las fuertes discusiones del matrimonio, comenzaron a prodigar, con el paso de los días y en un momento de ira y rabia, Antonio, con la ayuda de una soleta, se dispuso a arrancar y destrozar todas las macetas, que contenía la extraña planta. Sin duda, desde que la planta se adueñó del exótico jardín, fue también transformando y alterando, la personalidad de ambos, hasta convertir un feliz matrimonio, en dos personas totalmente opuestas y enfrentadas.


Josefa, al comprobar, que su marido se había vuelto loco, arrancando sus maravillosas y extraordinarias plantas, golpeó con un martillo a su cónyuge sobre la zona de la espalda, produciendo un intenso dolor, el cual enojó y enfureció a un más a Antonio, que se revolvía con rabia, golpeando con fuerza a su mujer, con la soleta, sobre la cabeza, causándole la muerte.


Arrepentido y destrozado, por el acto que había realizado, lloró junto al cadáver, de su querida esposa, manchando la camisa con la sangre que brotaba de su cerebro. Con síntomas de locura, marchó hasta la cocina, y un gran cuchillo incrustó a la altura del corazón, produciéndole la muerte instantánea sobre un mar de sangre.


La dantesca escena fue descubierta, pocas horas después por una vecina, avisando de manera rápida a la guardia civil, que acudieron al lugar, encontrando en el lugar de los hechos el cadáver de Josefa, en el jardín, junto a innumerables macetas destrozadas, cuya cerámica, plantas y tierra que contenía, se fusionaban con la sangre de la fallecida. Poco después en la cocina, yacía el cuerpo del esposo, con un gran cuchillo, de hoja estrecha, incrustado en el pecho.


Gran conmoción causó en el pueblo, el fallecimiento de un matrimonio, donde todo irradiaba felicidad y alegría, aunque faltaban en ambos, los hijos anhelados y deseados. Los vecinos preguntados por la guardia civil, admitieron y testificaron, que hace menos de un año, que comenzaron a pelear entre ellos.


..-¡Causas!


No supieron responder, cual sería la causa, aunque mis queridos lectores, saben, el origen y germen, que provocó que un matrimonio ejemplar y modélico, terminara de manera terrible y aterradora. Al no poseer familiares cercanos, la casa permaneció cerrada. En el jardín, multitud de plantas, de fragancias y olores, se multiplicaron, en una densa alfombra que ocupaba todo, ocultando hasta la tierra que las alimentaba.


Con el paso de los años, la casa comenzó a derrumbarse y sobre las ruinas de la misma, en el interior, comenzaron a crecer, extrañas plantas, invadiendo, lo que en su día fue una casa confortable y acogedora. Tejas, ventanas, puertas y vigas de madera, fueron saqueadas y hoy día solo queda, los gruesos muros de pizarra y carbasa, atestiguando que en tiempos pasados aquel lugar perteneció a una bella edificación.


Pasados largos años de los acontecimientos, en el lugar de los hechos, una pareja de profesores de E.G.B, destinados en Tharsis, para dar clases y que se hospedan en las casas frente al colegio, acuden hasta el lugar en una tarde soleada. Ambos, apasionados por la jardinería, no pueden pasar por alto aquella extraña planta de pétalos amarillos y pistilo rojo.


..-¡Mira, Alberto, es preciosa!.


Exclama Claudia, esposa.


..-¿Que planta es, no tengo idea?


Pregunta Alberto, intrigado, confuso.


..-¡Bueno, eso ya lo consultaremos más tarde, ahora mismo, me voy a llevar varios ejemplares, para el jardín...¿Que te parece?


Exclama Claudia, con una pregunta final


..-Me parece perfecto, de esta forma, daremos vida, al triste jardín que nos dejó el maestro Adelaido, jajajajaja.



La extraña planta...Cuento original de Marcos Tenorio Márquez.


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