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domingo, 13 de octubre de 2024

El poeta y la poetisa.


 

El poeta y la poetisa.


Luce el poeta, pañuelo palestino

en solidaridad con el pueblo árabe.

Luce el poeta en su solapa, la insignia

del “che”Guevara, por la defensa de

las clases sociales, humildes y proletarias.

Luce el poeta barba enmarañada, descuidada

no busca la perfección en su físico, sí en

sus palabras.


Luce la poetisa, un aire desgarbado, desairado

deslucido, sin complejos, pues para componer

bellas poesías no hace falta mirarse al espejo.

Luce la poetisa, en su atuendo, ropa sencilla

simple y discreta, desprovista de joyas, alhajas

y sortijas, que hacen referencia a la abundancia

lujo y riqueza.

Luce la poetisa, gafas, que le otorgan un aire

intelectual, culto, instruido, para expresar sus

palabras con estilo, clase y elegancia.


A ti poeta, que compones, tus poemas, sin

importar el momento, mostrando en tus letras

sensibilidad, lirismo y encanto.

Expresas con tus palabras, sentimiento, afectos

y ternura, y con tus manos desnudas, manifiestas

con gestos, el mensaje que quieres transmitir,

acentuado por tu rostro, apasionado,

 desenfrenado, describiendo toda la emoción

 que contiene tus versos, poemas y estrofas.


A ti poetisa, que evocas, rememoras y

 despiertas pasiones, cuando recitas con

 maestría, poemas,de amor, odio, desencanto.

Posees magia, al incluir las palabras en el 

sitio exacto, preciso. Palabras que generan un 

torbellino de sensaciones, al recitarlas

desde el estrado, con el público puesto en pie, 

rendido, sumiso, subyugado, ante el arte

 empleado.


Gracias, escritor aficionado, por tus palabras

de alabanza, impregnadas de dulzura, pero

déjame que te deje escrito, antes de partir

hacia las lejanas tierras, estos versos,

 dedicados a mi santa.


No temas, Santa mía, son los latidos de mi 

corazón, que aceleran, ante tu presencia

latidos profundos, sinceros, porque pasaré

tiempo, sin la compañía que me ofreces y

brindas, en momentos delicados y en otros

en los cuales, la felicidad inunda, mi alma,

gracias a la profunda devoción, que te 

ofrezco, desde que mi padre, fue rescatado,

 en el derrumbe de la galería,  bastantes

 décadas, por su compañero, Simón.


Pronto marcharé, hacia tierras, extranjeras

pero juro, que te llevaré presente siempre,

cuando recite los versos que he compuesto

junto a mi señora, también poeta, y desde esas

tierras tan lejanas, una brisa de aire fresco

recorrerá un largo trecho, y sentirás mis

palabras, inundar tu bello rostro, con leves

susurros y murmullos.



Marcos Tenorio Márquez.


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