...Suelo realizar para el diario Odiel, intrincadas sopas de letras, para que nuestros queridos lectores, pasen un rato agradable, entre tantas noticias de interés nacional, regional y local. Al llegar el tan ansiado fin de semana, regreso para mi pueblo, pues mi trabajo en el polo industrial, requiere que mis pulmones respiren aire puro, descontaminando, limpiando toda la suciedad que alberga mis bronquios.
Antes de incorporarme al trabajo, suelo tomar café, en una cafetería próxima a la avenida Italia, con mi buen amigo Benito, paisano y excelente persona, aficionado a resolver las enrevesadas y complicadas sopas de letras que propongo todas las semanas.
..-¡Vaya Carmelo, esta semana lo has puesto difícil, está complicado resolver la sopa!
Exclama, mientras saboreamos una buena taza de café.
..-No sé, si te habrás dado cuenta, pero hace semanas, que una palabra se repite con asiduidad, sin que nada tenga que ver con el motivo, causa y asunto del tema en cuestión.
Argumenta, antes de finalizar la sopa de letras de forma correcta.
..-¡Que palabra es!.
Exclamo, con curiosidad.
..-Pues es esta...”cantareras”...como buen aficionado, suelo guardar, todas las hojas donde aparece tus sopas, y me llama la atención que esta palabra se repita en todas direcciones, desde hace semanas, sin que tenga ningún motivo con las palabras elegidas.
Responde, con rostro contrariado.
..-Suele pasar que entre tantas letras, alguna se pueda repetir de forma mecánica,sin que me dé cuenta, en un acto reflejo que nuestro cerebro concibe a la cual no hay que dar ninguna importancia.
Por fin, llegaba el tan ansiado viernes, aunque la tarde se presentaba lluviosa, borrascosa, tempestuosa, y no invitaba a salir, menos para mi pueblo, que registra un índice de pluviosidad mayor al de otros municipios.
Pudo más, el arraigo y los vínculos que me unen, como las raíces centenarias de los viejos eucaliptos, que circundan la pedanía, para que decidiera salir, aunque esta vez viajaría solo, pues mi mujer arrastra una fuerte gripe, que se podía agravar.
Tras despedirme de mi mujer e hijas, encaro la carretera, con decisión. El fuerte viento de poniente, hace que el coche emita suaves balanceos y fluctuaciones, que intensifican a medida que avanzo hacia el norte. La lluvia, se abate contra el cristal delantero del vehículo, aporreando, golpeando con inusitada fuerza, mientras los parabrisas se agitan de arriba abajo con rapidez, desalojando el agua que cae con insistencia. En silencio me pregunto, si habría sido mejor quedar este fin de semana en casa, pero los vínculos que me unen a mi pueblo son sagrados, divinos y santos, y solo saludar a mis octogenarios padres, todas las semanas, me llena de orgullo, satisfacción y honra.
..-¡Que raro, que mi Carmelo aún no haya llegado, como está la tarde, creo que ha debido quedar en casa!.
Exclama María, madre de Carmelo, ante la tardanza de su hijo.
Horas más tarde, unos golpes en la puerta de la casa de María y Antonio, padres de Carmelo, alertan a los ancianos.
..-¡Quién es, quién es, eres tu hijo!.
Exclama María.
..-María, Antonio, algo grave ha sucedido, aquí está la guardia civil, preguntando por vosotros.
.-¡Que ha pasado..que ha pasadoooo!
Grita con histerismo María, que agarrada a su marido, cree que una mala noticia será dada en esta noche infernal.
..-¡Sois vosotros, Antonio y María, padres de Carmelo!
Exclama el sargento de la guardia civil
..-¡Sí, nosotros somos!
Gritan al unísono, con rostros histéricos, excitado y nerviosos
..-Su hijo Carmelo, acaba de fallecer hace mas o menos una hora, en la llamada curvas...”Cantareras”..cuando se dirigía al pueblo.
Sopa de letras....Un relato de Marcos Tenorio.
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