Aquella partida de “futbolín”
...En mi afán por recorrer y explorar el pueblo, en mis años de infancia, logré descubrir un día dónde se encontraba ubicado los famosos “futbolines”, que mis compañeros de juegos, tanto nombraban, citaban y mencionaban.
En una esquina del famoso barrio de Santa Barbara, oculto a la vista por la esplendida casa de Galán (si lo contempláramos desde el casino), justo ahí, se encontraba los famosos “futbolines”, regentado en esa fecha por el matrimonio formado por Francisca “Bruto” y Sebastián Rodríguez “Burra” (descansen en paz).
Los “futbolines” que yo conocí en mi infancia, constaba de dos habitaciones, una primera, en la cual se encontraba un pequeño mostrador, con varias estanterías que alojaban ricas golosinas, cromos de la liga de fútbol, tebeos, comics y novelas de Marcial Lafuente “Estefania”.
Justo en el centro, una mesa camilla con un brasero de picón, ofrecía calor a la familia y allegados, los cuales ayudaban a despachar y servir a las muchas personas, que acudían hasta el local a cambiar novelas, tebeos, cómics, comprar cromos de la liga de fútbol o simplemente, comprar las exquisitas golosinas.
La otra habitación, estaba destinada, de forma exclusiva a albergar dos grandes y ruidosos “futbolines”, que siempre estaban ocupados, por adolescentes y jóvenes, disputando intensas partidas de gran emoción y estruendo, los cuales acallaba Francisca, golpeando sobre la pared, para que el ímpetu, brío y afán por ganar, fuera menos violento, enérgico y furioso.
Según cuentan personas de mayor edad, los “futbolines” pertenecían a un señor llamado Julián Castel, que emigró a Cataluña, pasando el negocio a Sebastián Rodríguez y Francisca, los cuales regentaron el local muchos años, para posteriormente venderlo al matrimonio formado por Cristóbal Márquez (d.e.p) y Catalina Ramirez.
A continuación paso a relatar, una pequeña historia real, que nos sucedió a mi y mi compañero de juegos Juan Alonso, a la que titulo... Aquella partida de “futbolín”.
...Antes de contemplar, las partidas de ajedrez, en el casino, yo y mi compañero de juegos, acudíamos a los “futbolines” a cambiar algún tebeo, saborear alguna rica golosina o simplemente mirar las intensas partidas, que disputaban jóvenes con algunos años más que nosotros.
Nos encontramos a mediados de la década de los setenta, y muchos jóvenes aguardaban en la esquina de la fabulosa casa de Galán, la apertura de los “futbolines”. De los dos grandes “futbolines” que ocupaban la pequeña habitación, el del fondo, era el que más usaban los veteranos, para desarrollar las partidas, debido a que poseía, mayor rodaje y suavidad. El cercano a la ventana, con menos años, era usado sobre todo por jóvenes novatos, principiantes, que comenzaban a jugar en este apasionante juego.
Precisamente en este “futbolín”, fue en el que aprendimos a jugar mis compañeros y yo. El del fondo, estaba designado para grandes y veteranos jugadores, verdaderos expertos, maestros y avezados jugadores, en el arte de perforar el pequeño marco, con las bolas de duro granito, que simulaban un balón de fútbol.
De las parejas de jugadores, que conocí, quizás la que infundían más respeto, miedo y pavor, fuera la formada por Carlos "gallo" y Francisco Llanes.
Auténticos, maestros, cuando aparecían por el local, todo el mundo sabía que una vez ocupadas las barras de acero con mangos de madera, nadie podría arrebatar el lugar, y todas la parejas que se enfrentaran a ellos, sucumbirían, claudicarían ante su destreza y habilidad. Llegamos una tarde mi compañero y yo, dispuestos para entrar a jugar, con los grandes maestros del juego.
Allí estaban avezados jugadores, cómo Francisco Cuaresma, Martín González, Blás González y algunos más, dispuestos a hacerles frente.
Las partidas se jugaban, con siete bolas, ganaba la partida, quién más goles metiera en la portería contraria, el resultado más ajustado sería un 4-3, mientras el 4-0 implicaba que otra pareja entrara a jugar, pues ya no había forma de ganar, aquí se jugaba con la ley de quien pierda paga, y así sucedía con las parejas que intentaban derrocar a este “dream team” del “futbolin” al equipo formado por Carlos y Francisco.
Tras presenciar unas cuantas partidas y admirar la destreza y habilidad de los campeones, decidimos entrar, todos quedaron asombrados y sonriendo, mirando con el reloj el tiempo que aguantaríamos.Introducimos con bastantes nervios, la moneda de 5 pesetas, en la ranura, y pulsamos aquel resorte que dejaría libre las 7 bolas de duro granito.
Juan Alonso, se haría cargo de la media y delantera, yo defensa y portero. Comenzó la partida de forma rápida y a los pocos segundos, Carlos, en un perfecto giro de muñeca, introducía la bola en mi portería..1-0.
Lanzamos un suspiro viendo los rostros del numeroso público que se había congregado alrededor. Lanzamos la siguiente bola, que fue a parar a los jugadores que manejaba Juan Alonso desde la media, que con destreza y templando los nervios, puso la bola lejos del alcance del portero de Francisco..1-1.
Esta jugada enfureció sobremanera a Carlos, que se desquitó con furia, introduciendo la tercera bola en mi portería tras varios lances dónde rechacé varias bolas. Del 2-1 se pasó rápidamente al 3-1, a punto de caer noqueados, golpeé con fuerza desde la defensa, girando toda la barra de acero, entrando la bola en la portería de Francisco con furia..3-2. Las personas que miraban la partida no podían creer lo que sucedía, dos novatos enfrentados a dos grandes “monstruos”.
El asombro general, llegó con el 3 a 3, en una bola que mi compañero supo sacar provecho e introducirla en el marco defendido por Francisco. Quedaba la última bola, aquella que nos daría la gloria de vencer al " dream team"....una pausa y la bola cayó, sobre el rectángulo, dónde Carlos, en una perfecta maniobra, pasaba desde la media a la delantera, para conectar un perfecto chut, al cual pude parar con apuros. La bola, repelida por el portero, nuevamente, cayó en la media de Carlos, desde donde conectó un fuerte chut al cual pude nuevamente repeler, cayendo la bola en mi defensa, de la cual conecté con fuerza, para que una vez repelida por la madera, de la puerta contraria, cayera en la delantera de Juan Alonso, sorprendiendo a Francisco, y poniendo el 4-3, que nos daba vencedores, ante la estupefacción y asombro de los allí congregados. Cómo en la leyenda, David, había vencido a Goliath, y por momentos nos sentimos los reyes del “futbolín”, ante todas las personas reunidas, que nos felicitaron por la hazaña conseguida.
Aquella partida de “futbolín”
Marcos Tenorio Márquez
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