Recuerdos
de Tharsis...La carbonería de Domingo Franco (d.e.p)
...Antes
que modernas cocinas de gas, vitrocerámicas y electricidad, se
apoderaran de los hogares y cuarteles de Tharsis, la fuente de calor
para cocinar y calentar el hogar, llegaba por medio del carbón. Las
grandes chimeneas del pueblo, vomitaban humo con olor a pescado de
nuestro litoral, de calderetas de borregos o pucheros con el caldo de
gallina y hueso de jamón del cerdo, criado en las zahurdas que
circundaban el pueblo.
Para
satisfacer tal demanda de carbón, existía en el pueblo, varias
carbonerías...la que recuerdo con mayor prontitud, ya que estaba
ubicada cerca de mi hogar, pertenecía a Domingo Franco(d.e.p) y su
familia. Ubicada en la calle Luciano Escobar, en un complejo de casas
y cuarteles donde también estaba la zapatería de Melchor (d.e.p) la
casa de celebraciones de Moguer (d.e.p) y la casa de Juan José
Vallellano, amén de varios garajes y la carpintería de Jacinto,
recién construida.
La
carbonería de Domingo, satisfacía un amplio sector de vecinos del
pueblo, que acudían hasta el local para comprar carbón de encina.
Para elaborar el carbón, disponía Domingo, de un huerto en Umbría
Madroñal, cercano al de mi abuelo Juan Márquez (d.e.p).
Todo
comenzaba con la materia prima,la madera de encina, que se iba
instalando, bien apilada, formando una especie de cono, donde la base
estaba formada por los pedazos de maderas grandes, que aguantarían
trozos más pequeños, hasta llegar al punto más alto. En el
interior de la carbonera, una especie de ojo, funcionaría como una
chimenea, en el cual estaba alojada la leña menuda, que prendería
fuego, una vez cubierta la carbonera con la tierra fértil del mismo
huerto. Una vez terminado dicho proceso, en el huerto siempre solía
haber, tres carboneras, se prendía fuego desde lo alto, para ello
Domingo disponía de una escalera, que utilizaba para subir hasta el
cono y prender fuego, desde arriba.
Este
trabajo resultaba tedioso, pesado y fatigoso, ya que se debía
controlar las carboneras, para que el carbón, no se cociera
demasiado o se apagara con la consiguiente vuelta a empezar.
Era
bonito observar los hornos humeantes, con el característico aroma
que desprendían, al consumirse la leña de manera lenta, y no
terminar en ceniza, lo que supondría la perdida total de la
carbonera.
Una
vez consumida la leña, convertida ya en carbón, era cargada en un
viejo carromato, tirado por un asno hembra, de pelo rojizo pardo y
llevada hasta la carbonería, donde se vendería al peso.
Como
todo en la vida, evoluciona, la vieja carbonería cerró sus puertas
a principio de la década de los años ochenta. En su amplio salón,
Domingo, realizó obra, para convertir la vieja carbonería, en un
kiosko y despacho de quinielas,primitivas y bono lotos.
Recuerdos
de Tharsis...La carbonería de Domingo Franco (d.e.p)
Marcos
Tenorio Márquez.
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