Recuerdos de Tharsis......Aquellas
veladas
...Ya huele a velada, en el real de la
feria. Falta casi un mes, y ya están montando la caseta, los
carpinteros de la Compañía, que instalan y adaptan las numerosas
piezas de madera, con profesionalidad y esmero.
Las primeras atracciones, acuden hasta
el llano del casino, y van acomodándose, en el lugar reservado para
ellos. Musculosos brazos, curtidos y bronceados, bajan las primeras
planchas de acero, para ensamblarlas y acoplarlas, en la pista de
“coches topes” ante el delirio de jóvenes y mayores.
Numerosos niños y niñas, corretean
entre las atracciones, soñando, anhelando y deseando, que comience
la feria, mientras preguntan a los mayores. ..-¿Cuanto queda, para
que comience, la velada?. ..-Paciencia, ya queda poco. Responde
el viejo.
Ya queda poco, niños y niñas, tened
paciencia, como dice el viejo, que vivió su años de infancia allá
en el casino viejo. Tened paciencia, que la magia volverá, un año
más, a inundar este paseo, de luces, farolillos y banderitas de
colores.
Los primeros cohetes, estallan,
explotan, en el cielo azulado, dibujando una nube, que se esfuma con
el viento, luego llega el estallido, y los corazones laten con brío,
energía e ímpetu, cuando en los armarios y roperos, visualizan las
prendas de ropa, que lucirán ante sus prometidos/as. El
característico olor a pólvora, se expande por el pueblo, y multitud
de niños y niñas, siguen la trayectoria de la varilla, que recogen
y guardan, para presumir, vanagloriarse ante las niñas, a las cuales
regalan, cómo distinguidos, gentiles, caballeros. Ellas dibujan una
sonrisa, comprometidas con la causa, besando la mejilla, sonrojando y
ruborizando, el rostro de su valiente y heroico, noble hidalgo.
Estos, emiten un gesto de aprobación y
desaparecen en veloces carreras, para seguir la trayectoria de una
nueva varilla.
Gigantes y cabezudos, pasean por las
calles del pueblo, los pequeños observan con temor, aquellos
extraños seres, escondidos entre las piernas de los adultos, que
aplauden la banda de música, que deleita al personal con el
pasodoble...Paquito Chocolatero. Con la llegada del crepúsculo,
nuestras madres, abuelas y hermanas, planchan con primor, las
indumentarias nuevas, que luciremos en las largas noches de velada.
Vestidos, trajes y zapatos, adquiridos de manera fiada, en los
distintos almacenes de Huelva y el Cerro, lucirán sin arrugas, y van
ocupando sillas, hasta la espera del baño.
Ya por la noche, en los cuarteles que
aún no poseen cuartos de baño, pues paneras, baños o el cubo con
la ducha incrustada, pondrán nuestros cuerpos a punto, para enfundar
la ropa nueva. En las casas nuevas, más modernas, las duchas
cumplirán a la perfección con la higiene, sin necesidad de cambiar
el agua. Bien peinados, y luciendo traje nuevo, es el momento de
recaudar algunas pesetas, en casas de abuelos, tíos y parientes.
Algunas familias acomodadas, lucirán
trajes, cada día de feria, otras por el contrario, sólo sábados y
domingos, los restantes irán alternando.
Los adolescentes, se reúnen en torno a
los “coches de topes” para
invitar a sus prometidas a dar una vuelta. La terraza del casino,
repletas de familias, degustan ricos chocos fritos, adobos de pescado
y gambas de la costa, regados con cerveza, tintos de verano y
refrescos de cola, naranja o limón. Para el postre, visitamos el
puesto de dulces, de María Roldan, que nos atiende con gracia y
salero. Es tiempo de dar una vuelta, y probar suerte, en las
tómbolas, para ver si nos toca, la olla express o la carabina de
aire comprimido.
Un
momento de silencio, en la caseta, pues va a producirse la coronación
de la reina y damas, escogidas de manera selecta en un baile
anterior.
Con
cierto rubor, sonrojo, son coronadas ante los aplausos del
respetable, luego, unos bailes acompañadas por jóvenes del pueblo.
Con
un ligero descanso de la orquesta, se anuncia, el artista, que
amenizará con su arte al publico asistente, que observarán la
actuación sentados, en las sillas, junto a las mesas, mientras que
las personas que no tienen entradas, verán la actuación desde la
terraza del casino o tras la valla.
Las
tardes de sábados y domingos, son utilizadas para competiciones
deportivas, donde el premio es un trofeo, con importantes partidos de
fútbol y tiradas al plato, en el dique grande.
Así
de esta forma, van pasando los días y el cansancio acumulando,
mientras anunciamos un nuevo día con la música, que nos brinda la
banda del Cerro, en la diana matutina. Es hora del desayuno y que
mejor que unas sardinas asadas y unos tomates corazón de toro, que
son capaces de reanimar a un muerto.
Con lágrimas en los enrojecidos y
cansados ojos, nos miramos unos a otros y exclamamos. ..-¡Habrá
que ir descontando los días, para la llegada de un nuevo año, y de
nuevo se inunde el paseo de banderitas y luces de colores, que alegre
nuestros corazones!
Recuerdos de Tharsis......Aquellas
veladas
Marcos Tenorio Márquez
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