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lunes, 7 de octubre de 2024

El jilguero.


 

EL JILGUERO.


Las mañanas de sábados y domingos, en tiempo de otoño, cuando la escuela nos ofrecía un merecido descanso, aprovechábamos estos días para entregarnos a nuestra afición favorita...el silvestrismo. Es común en Tharsis, esta afición heredada de padres a hijos como algo muy nuestro, como si fuera un vínculo que une al minero con estas pequeñas aves de canto melodioso y espléndido plumaje, a las cuales se enjaulaban para gozar de su extraordinario canto. Los alrededores de la corta sierra Bullones, desde la antigua casa de albañiles hasta prácticamente el huerto de Rambla, eran invadido por cualquier aficionado con un pequeño ramo de encina u otro arbusto, para colocarlo a pocos metros del abismo, en el mismo filo de la corta. A primeras horas de la mañana un sinfín de melodías se fusionaban, con las aves que comenzaban un nuevo día....así podríamos escuchar..lavanderas blancas, colirrojos tizones, bisbitas, cogujadas, junto al característico y harmonioso canto de los fringílidos...(Jilgueros, Verdecillos, Verderones, Pardillos, Lúganos y Pinzones). Bajo la figura del imponente malacate, testigo mudo, de tantas y tantas aventuras, hazañas y anécdotas, comenzábamos a disfrutar de nuestra jornada de fin de semana.


Este pequeño relato que escribo a continuación es verídico, sucedió una de tantas mañanas que acudíamos al lugar para satisfacer nuestra afición.


Titulo al relato...“El jilguero”...el cual he rescatado de mi memoria, como cualquier bibliotecario puede hacer de su extensa biblioteca, trayendo el libro que quiere consultar y de esta forma ofreceros y sumirnos juntos en la nostalgia de aquellos maravillosos años.




...Un precioso jilguero, de buen porte y esplendido canto, burlaba una y otra vez cualquier tipo de trampa que teníamos dispuesto para su captura, de esta forma, arboletes, cepos y alguna que otra red, no podían vanagloriarse de haber atrapado tan maravillosa ave. Su extraordinario y bello canto, podría escucharse a primeras horas de la mañana, desde los eucaliptos cercanos al huerto de Rambla. Desde ahí, partía todas las mañanas para dar buena cuenta de las semillas de cardo, que abundaban por los alrededores del cabezo.


Sus congéneres, enjaulados, se abatían con esplendidos reclamos para atraerlo hacia la trampa mortal, donde varetas embadurnadas de liria, esperaban ansiosas el contacto final. Algunos compañeros de nuestro maravilloso ejemplar, iban siendo capturados y la banda de la cual formaba parte, poco a poco diezmaba. Nadie podía capturar el bello jilguero, era algo insólito, extraño, inusual. Quizás, dotado de un sexto sentido, el cual advertía de las numerosas trampas que el ser humano le tendía para presumir de su belleza y canto encerrado en una triste jaula.


Juan Álvarez Zamorano, llegaba ese día, tarde a la cita con su afición favorita, en una de sus manos, portaba una jaula, donde un triste jilguero trataba de comer un poco de alpiste, en la otra mano una escoba de barrer y una bolsa donde guardaba algunas varetas, liria y canutos. Ningún lugar estaba disponible, todo estaba ocupado por numerosos aficionados que habían madrugado, para poder capturar el mayor número de aves. Cercano al huerto de Rambla ,quedaba un pequeño lugar libre, que Juan ocupó ante la atenta mirada de los numerosos aficionados que poblaban el cabezo.



Con toda la expectación, Juan, invirtió la escoba, colocándola sobre un pequeño montículo de tierra, luego, con varias rocas, la sujetaba para que no cayera, posteriormente amasaba en sus manos una liria pegajosa, realizada quizás con trozos de guantes de goma...mientras, en el cabezo, los numerosos aficionados reían a carcajadas, con aquel extraño artefacto. Pasados algunos minutos, por fin el jilguero de Juan, comenzó a cantar, el astro rey había ascendido su temperatura corporal y desde la pared del huerto donde estaba ubicado, comenzó a deleitarnos con toda una sinfonía de reclamos, atrayendo hasta nuestro ejemplar que se acercaba en un primer vuelo para posar sobre unos cardos a pocos metros donde estaba ubicado el extraño “arbolete”. De pronto, Juan emitió una palmada, que asustó a nuestro bello jilguero, posando sobre el extraño arbusto, embadurnando su frágil cuerpecillo con la liria de Juan. Nadie daba crédito de lo que había sucedido, y todos los aficionados se desplazaron para contemplar al gran ejemplar abatido....Juan, había vencido a la magnifica ave, que se había convertido en leyenda. Desde ese momento el maravilloso ejemplar ocuparía una de sus jaulas, para deleitar a Juan y cualquier aficionado de su excelente, prodigioso, portentoso, canto y plumaje.


Me dirijo, en esta mañana de sábado

reluciente y hermoso, hasta el cabezo

cómo vulgarmente es conocido en el

pueblo.


Hoy no voy a cazar, tan solo observar

los numerosos aficionados, que

disfrutan de este día de descanso

en un paraje, bello y precioso.


Al pasar junto a calle Málaga, saludo

a mi padrino Maximiliano, que da los

últimos retoques a su nuevo hogar

en la esquina, frente a la puerta de

entrada al campo de fútbol.


La calle Málaga, permanece tranquila

con muchos, cuarteles cerrados, quizás

pronto estén ocupados, por inquilinos

de la llamada zona peligrosa.


Un olor nauseabundo, fétido y hediondo

invade mis fosas nasales, al pasar junto

al retrete, en cuyo alrededor han crecido

de manera desmesurada, cardos y malvas.


Emprendo el ascenso, pasando junto

al filtro de agua, cuyo liquido derramado

permanece estancado, manteniendo

abundante vegetación, de olores

agradables, cautivantes y complacientes.


Ya junto al gran depósito, que en un

tiempo albergara agua, observo multitud

de aficionados, con reclamos y arboletes

ocupando toda la zona, en el mismo filo

de la corta.


Las postreras lluvias caídas, en estos

últimos días en el ecuador del otoño

han creado una bella alfombra vegetal

en la que observo, bisbitas, lavanderas

y cogujadas.


Frente al gran malacate, separado

por el abismo, recreo la vista y el

oído, con una sinfonía de cantos

trinos y gorjeos.


Sobre media mañana, aparece el

amigo Juan.


...-¿No sé donde se va a poner ?


Me pregunto, al estar toda la zona

ocupada.


Risotadas, carcajadas y jolgorio

se confunden con los trinos de

los pájaros, cuando Juan, invierte

la escoba, que servirá de arbolete.


...El jilguero, el jilguero, ha sido

capturado, retumba en todo el

cabezo...


...-¿ Quién lo ha cogido ?


Pregunto.


...-Juan “el chipi” con una escoba.




El Jilguero.


Un relato de Marcos Tenorio Márquez.

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