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miércoles, 19 de julio de 2023

Recuerdos de Tharsis....El juego de los bolindros (canicas)


 

Recuerdos de Tharsis....El juego de los bolindros (canicas)

...Dentro de los juegos desarrollados en nuestra infancia y adolescencia, afirmo, que el más popular y que más aceptación poseía, era el juego de bolindros, como llamamos por estas tierras sureñas a las canicas.


Calles, esquinas, plazas, plazoletas, alrededores de edificios municipales, colegios, campos de fútbol y antiguos vaciaderos de mineral con eucaliptos, se convertían sin duda, en lugares elegidos para la disputa de este apasionante juego, pues la tierra era un factor determinante que necesitábamos para desarrollar el juego y Tharsis, en aquellos tiempos, antes, de la llegada del cemento, con la pavimentación de los terrenos, poseía innumerables zonas.


En cualquier barrio del pueblo, podíamos observar, pequeñas excavaciones, llamadas hoyos, fundamental para el desarrollo del juego, aunque había otra manera de disputar partidas, el llamado “cuadraíllo”. Pero vayamos por parte y comencemos este pequeño relato, hablando de los bolindros (canicas).

Una canica es una pequeña esfera de vidrio, alabastro, cerámica, arcilla...etc, utilizada en juegos infantiles y cuya antigüedad se remonta más allá del nacimiento de Cristo. Recuerdo dos formas de jugar, siendo la más popular precisamente la del hoyo, pues la otra llamada el “cuadraíllo” necesitabas una buena “talega” de bolindros, para afrontar un juego, en el que si tenía una mal día, podías perder toda tu colección.


El hoyo, era la forma más aceptada por todos, ya que ponías en práctica tus dotes estratégicas. Los hoyos, realizados a pocos metros de la pared, para que esta sirviera como plataforma, para lanzar el bolindro, cuya particularidad residía, en buscar la cercanía del hoyo. Una vez lanzado los bolindros, el que estaba mas cercano al hoyo, sería el que primero intentara, colar el bolindro, para posteriormente tratar de impactar con el del contrario y ganar la partida. Al jugarse en otras zonas, donde no había paredes, pues simplemente se hacía una raya en el suelo, a varios metros de distancia, donde había que conseguir acercarse lo máximo posible al hoyo, para disponer primero, de tu oportunidad y abatir al contrario.


La otra forma de jugar, como dije anteriormente, se llamaba el “cuadraíllo” . Para tal juego, se hacía sobre la tierra, un rectángulo con una raya sobre el centro, donde se alojaría los bolindros acordados por los jugadores, siempre con números pares...10,12,14..etc. Si por ejemplo se acordaba 12, pues serian, 6 bolindros de cada jugador. Una vez realizado el “cuadraíllo” había que hacer a una distancia de varios metros una raya, en la que tenías que aproximarte lo más cerca posible, lanzando el bolindro con el llamado “bute” desde el mismo “cuadraillo”. El jugador más cercano a la raya, es el que primero optaría en sacar los bolindros del “cuadraíllo” lanzando su bolindro, desde la raya, para acercarse lo máximo posible al cuadraíllo para sacar los bolindros fuera de este, impactando contra ellos. En el momento que un jugador alojara dentro del “cuadraíllo” su bolindro, del “bute” todos los bolindros que hubieran, sería para el contrario, terminando de esta forma la partida.


Llamábamos “bute” a la forma de lanzar el bolindro con los dedos de la mano, y había muchas formas, algunas de ellas poco ortodoxas, a las cuales se le llamaba “butanga”. Otra palabra muy utilizada en el juego era “arrechi meneo” la cual se empleaba, al lanzar desde el hoyo, nuestro bolindro, para que impactara con el del contrario, y esta mágica palabra servía, para que nuestro bolindro al tocar alguna roca u otro objeto, este impactara con el del contrario, y ganabas igual como si hubieras impactado.


En el momento de disputar las partidas, era normal, ver, bandadas de jilgueros, aposentarse sobre los cardos, que abundaban, dónde las aguas residuales quedaban estancadas. El olor a putrefacción de las “esterqueras” impregnaban el aire, que se tornaba sutil por momentos, cuando la brisa cambiaba, y nos devolvía el delicado aroma de los racimos de aromos en flor.


Las esquinas, vestidas de blanco nacarado de cal, bajaba hasta el suelo, donde una linea de cemento, las separaba del terreno, donde las hierbas resecas, atraían columnas de hormigas, cuyas procesiones, interminables, llevaban el alimento hasta los hormigueros.


Recuerdos de Tharsis....El juego de bolindros (canicas)


Marcos Tenorio Márquez

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