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miércoles, 6 de octubre de 2021

Mi última noche (Raíces profundas, 2ª parte)


 

Mi última noche (Raíces profundas 2ª parte)



...Paseo por las calles del pueblo, antes de partir mañana temprano. Es noche cerrada, y algunas casas, permanecen aún con luz artificial, alumbrando reuniones de vecinos, que charlan, casi susurrando, de tiempos pasados, en este sofocante, mes de septiembre, que pondrá fin a este caluroso verano de final de década.

La noche, con ausencia de luna llena, refleja sobre los tejados, la plateada luz de las estrellas, revelando y exhibiendo, un cielo hermoso, limpio, pulcro, místico y misterioso.

Camino despacio, y cada rincón que visito, me trae recuerdos de mis años de infancia, esbozo una sonrisa, cierro los ojos y recuerdo...



...-Oyes Juan, ahí tienes a Pepi, porqué no le dices algo, sabes, que está enamorada, anda, di algo, pues tiene varios pretendientes.



Sí amigos, aquí en esta esquina, nos conocimos, jugando a las cuatro esquinas y casualidades de la vida, pasada justamente una década, nos casamos.


Mi corazón encogido, contraído, menguado, late con lentitud, al caminar bajo los tejados. Quizás no pueda expresar con palabras, lo que ahora siento, pues mi cerebro parece anestesiado, adormecido y narcotizado, por torrentes de recuerdos.

Quiero, que mi última noche resulte eterna, contemplando las estrellas, en este escenario andaluz, sureño, olvidado en el tiempo, forjado y moldeado por hombres y mujeres expertos.

Quizás no sea esta tierra, el edén que un Dios imaginó, pero para mí constituye toda una reliquia, de profundos vestigios, marcados por profundas huellas, que producen en mi ser arraigos, de los cuales, es difícil desprenderme, porque en mi adn, están fusionadas y fundidas, la tierra mineral, que mis antepasados un día descubrieron, asentándose, para crear las semillas, que proliferaron con raíces profundas, de las cuales no quiero desprenderme. Pero que injusta y cruel es la vida, y con mi familia, debo marcharme, y romper ese eslabón que me tenía atado a lo que mas amo, mi bendita tierra, llamada...Minas de Tharsis.


El silencio, en la tranquilidad de la noche, hace que repose el guerrero, su campo de batalla, esta allá en la mina, desde sus entrañas, llegan ecos de rugidos de corazones mecánicos, que transportan sobre sus espaldas, el mineral, que hace que esta tierra goce aún del trabajo tan necesario, para continuar, y ojalá, algún día los jóvenes puedan tener la oportunidad, que hoy falta. Mientras las estrellas se desvanecen, sólo permanece el lucero del alba, que me indica que la noche languidece, evapora y desaparece.

Contemplo el amanecer, mientras el sueño se apodera de mi ser.


...-¡Despierta hijo, ya está aquí el maestro José!.


Exclaman, mis padres.



Con ojos legañosos, por el cansancio acumulado, observo a mi mujer, que llora de manera desconsolada, mientras besa la imagen de Santa Barbara.



Partimos, desde calle San Ernesto y con lágrimas en los ojos, comienzo los recuerdos de estos largos veintinueve años, que he permanecido en el pueblo. Pasamos junto a la mina y observo el eucalipto donde tuve la charla con mi abuelo, donde rogué y supliqué, continuar con el eslabón que mantenía a mi familia unida a este pueblo.


Dentro de unos meses, se rendirá culto a la patrona y aunque no pueda estar de forma física, las viviré con los recuerdos que tengo grabados en mi cerebro.


El maestro José, tan dicharachero, me ayuda a cargar las maletas, mientras mis padres se abrazan a mi mujer e hijos.

Con lágrimas en los ojos, observo el cuartel y mis padres, que me dicen adiós, con los corazones encogidos.


Pasamos junto a Filón Norte y Sierra Bullones, y enfilamos la carretera que nos conduce hasta Pueblo Nuevo.


...-¡ Ayer comenzamos, una nueva temporada, con el club!...¿Fuiste a ver el partido?


Exclama el maestro José, con una pregunta final.


...-Pues no pude ir, ya me hubiera gustado, sabes que soy un apasionado de nuestro club atlético Tharsis, con el revuelo del viaje, estuve liado.


Contesto.


...-Que equipazo tenemos este año, ayer ganamos al Ayamonte, tres a cero, con goles de Durillo, Ponce y Juan Repión, este año vamos a ser campeones...al terminar el partido, me dijo el presidente del Ayamonte, que quiere tener a esos tres en el equipo, el año que viene.


Asevera el maestro José, con rostro algo preocupado, porque esos grandes jugadores pueden cambiar de equipo.


Casi llegando a San Bartolomé, dialogo con mi mujer, mientras mis hijos permanecen dormidos.



...-Recuerdas cariño, cuando fuiste elegida dama de honor y estuviste junto a grandes artistas en el escenario.


...-Claro que recuerdo, al ver tu rostro de felicidad.



...-Y recuerdas aquella velada, donde dí mis primeros pasos de baile, que mal lo pasé.



...-Estabas cohibido, apocado, algo cortado, menos mal que a través de los años, lograste bailar con cierto esmero.


...-Y recuerdas, cuando me disfracé de gigante cabezudo, como disfruté, con los niños.



Con los recuerdos, el tiempo ha pasado volando y ya estoy en la estación de tren, donde partiré hacia tierras Catalanas. Me despido del maestro José y entre bromas le digo que pronto estaré de nuevo en su barbería, y que nuestro club este año ascenderá de categoría.



Pasados unos años, tristes noticias llegan hasta mí, la casa donde vivía, ha sido derribada por una pala cargadora. Quizás cuando vuelva algún día no reconoceré nada de mi bello barrio.





Mi última noche (Raíces profundas 2ª parte)



Marcos Tenorio Márquez


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