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jueves, 10 de junio de 2021


 

La Cuna.


...El matrimonio formado por los jóvenes, Steve Duncan y Elizabeth Duncan, llegan a España, procedentes de Inglaterra. Su destino, Minas de Tharsis. Steve, tras acabar de modo brillante la carrera de ingeniero de minas, ve una oportunidad, de ejercer y desarrollar su profesión, aunque lejos de su amada Inglaterra.


Elizabeth, embarazada de seis meses, espera con inusitado entusiasmo, la llegada de su primer hijo. Nada más llegar a su destino en Minas de Tharsis, son recibidos por el director general, Karl Strauss, que los conduce hasta, su nueva casa, edificada en unos terrenos llamados “Huerta Grande”. El chalets, de magnifica construcción, posee un amplio jardín, con abundante arboleda, donde destaca los preciosos sauces llorones, plantados de forma reciente. Una sinfonía de cantos de pequeñas aves, recibe al matrimonio, cuando estos se dirigen hacia la puerta de entrada, cargados de maletas y paquetes, desplazados desde Londres. Entre todas las maletas y paquetes, se encuentra uno muy especial, un regalo del abuelo de Elizabeth, carpintero de profesión. Con madera de roble, ha tallado una cuna, de manera artesana, sin pintar, pues antes de que partieran hacia España, este les dijo que si el bebe, fuera varón que la pintaran de azul y si al contrario fuera hembra que la pintaran de rosa. Elizabeth, muy agradecida por el extraordinario regalo, prometió a su abuelo que cuando naciera el bebe, enviaría fotos del alumbramiento, alojado en la pequeña cuna.


Por fin, gira la pequeña cerradura del gran portón de madera del chalets y el matrimonio se lleva una grata sorpresa, pues posee una extraordinaria amplitud, con un salón comedor con grandes cristaleras, del cual se divisa en lontananza, el peñón de la virgen de la Peña, con campos de cereales y cebada. Además, el chalets posee todo lo necesario para hacer feliz al matrimonio, con una amplia y confortable cocina, varios dormitorios, cuartos de baño, estudio y un extraordinario garaje. En el exterior, una holgada terraza, hará las delicias del matrimonio, en las largas tardes de periodo estival, al observar las hermosas puestas de sol, que se fusionan con los campos dorados y la imponente silueta del peñón.


Nos encontramos en el año 1962 y Minas de Tharsis, se encuentra en pleno apogeo, en cuanto a alumbramientos de nuevas criaturas se refiere. La población crece de manera desmesurada, llegando el indice de natalidad a cotas jamás previstas, pues no resulta raro, que en cualquier pequeño cuartel, choza de huerto o casa se produzca un alumbramiento, o en la misma carretera que conecta con la ciudad de Huelva.


El chalets tiene todo previsto para el feliz alumbramiento. Francisca, la nueva criada, contratada por el joven matrimonio, pertenece a una familia humilde, de 6 miembros, donde su padre ejerce la profesión de fresador, en la compañía minera, siendo su madre ama de casa.

Francisca, es la mayor de cuatro hermanos, y gracias a la mediación de su tía María, ha conseguido este trabajo, que ayude a solventar los problemas económicos que conlleva siempre una familia numerosa.


Falta, según el calendario, algunas fechas, para el alumbramiento, cuando unos dolores alarman a Elizabeth, que llama rápidamente a su marido Steve, que se encuentra en el interior de la corta Filón Norte, realizando estudios del terreno.



..-¡Steve,Steve, tienes una llamada de tu señora.


Exclama, Pepe, capataz, haciendo un gesto con la mano, que se ha desplazado hasta el interior de la mina para comunicar la llamada, recibida en la oficina de Filón Norte.


..-Ah, mi mujer, seguro que es el inminente alumbramiento.


Responde, Steve, algo nervioso.


A bordo de un coche de la empresa, Steve, acude a toda prisa hasta el chalets, encontrando a su mujer a punto de romper aguas. Avisado el médico local, este emplaza al matrimonio de manera urgente hasta el hospital, Manuel Lois.


Sobre medianoche, el joven matrimonio llega hasta Huelva, con Francisca, que actuará de intérprete. Es ya madrugada, cuando el equipo de ginecólogos que ha atendido a Elizabeth, da la noticia que tanto esperaba el matrimonio.


..-¡Familiares de Elizabeth Duncan!.


Exclama, una enfermera entrada en años.


..-¡Sí, nosotros somos!


Exclama, Francisca, con el rostro risueño, abrazada a Steve.


..-Su mujer se encuentra en perfectas condiciones, sois padres de una preciosa niña....enhorabuena.


Responde, la enfermera, ante Steve y Francisca, que no disimulan la gran noticia, abrazándose de alegría.


Tras varios días de permanencia, en la residencia el feliz matrimonio regresa para Minas de Tharsis, con un nuevo miembro, una hermosa niña, de ojos azules. Por la cabeza de Steve, ronda una idea, dedicarse en cuerpo y alma, al montaje de la cuna, para posteriormente, pintarla tal como prometió Elizabeth, a su abuelo, de color rosa.


Margareth, Duncan, será el nombre elegido por el matrimonio, para su primera hija. El matrimonio no oculta su alegría y son frecuentes las muestras de cariño, a lo largo del día con la niña presente. La cuna por su parte, ha sido ya montada, solo falta dar la pintura, para que una vez secada, pueda usar la nueva inquilina. Mientras tanto, la niña duerme en una improvisada cajita de madera, construida por Steve, en un corto espacio de tiempo.


Por fin alojada en la preciosa cuna, los padres sonríen de felicidad, y tal como prometió a su abuelo, unas fotografías son enviadas a Guildford, pueblo donde reside el señor Charles Lewis, a escasos kilómetros de la capital del país Londres.


Una semana ha transcurrido, desde que la niña fuera alojada en la cuna, y esta comienza a padecer síntomas, asociados a fiebre, con malestar general y perdida de apetito, por lo que el matrimonio opta por llamar al médico local Don Feliciano, joven doctor que se instala en el pueblo, en una zona de casas nuevas, que reciben el nombre de barrio de San Benito. Tras una inspección, Feliciano, cree que todo es debido a un pequeño resfriado, pues acaba de comenzar la estación otoñal con cambios bruscos de temperatura. Al ser la criatura pequeña, Feliciano, no receta nada en particular, solo cuidado intensivo y que la niña se encuentre bien abrigada, cuidando que la temperatura no decaiga. Pasados unos días de la visita, la niña no mejora y los padres optan, tras entrevistarse con Feliciano, de que sea visitada por un especialista.


Esa misma tarde, acude hasta el Chalets, un prestigioso pediatra, que tras un minucioso examen, no encuentra nada extraño, y no puede dar explicación que es lo que aqueja a la niña, por lo que decide que la pequeña sea desplazada hasta Huelva, para que en la residencia, pueda hacer pruebas, que arrojen un diagnostico exacto de el mal que aqueja a la niña, y de esta forma poder combatirlo. Instalada en la sección de pediatría del hospital, los rostros de Steve y Elizabeth, son de total desconsuelo, angustia y tristeza, más aún cuando la noticia que no querrían escuchar jamás es pronunciada por una enfermera de la sección de pediatría.


..-Familiares de Margareth Duncan.


..-¡Si, nosotros somos!.


Exclama Francisca, que se encuentra con el matrimonio.


Nada más ver el rostro de la enfermera, sobran las palabras y el joven matrimonio junto con Francisca, comienzan un llanto amargo, afligido y consternado, que desemboca en desencanto, decepción y frustración.


Días después, un cortejo fúnebre, se dirige hasta el cementerio inglés del “Vulcano” donde la niña es enterrada a los pies de un gran pino piñonero en el cual reza este epitafio.


...Margareth Duncan, Born in Huelva on October 2, 1962, died in Huelva on October 23 1962 ... An angel ascended to heaven, rest in peace, dear daughter. (Nacida en Huelva el 2 de octubre de 1962, fallecida en Huelva el 23 de octubre...Un ángel ascendió hasta el cielo, descansa en paz querida hija)

Capitulo II


La depresión se ha instalado, en el menudo cuerpo de Elizabeth, que pasa largo rato junto a la cuna, observando su interior, imaginando el rostro risueño de su pequeña. Steve y Francisca, tratan por todos los medios de motivar a Elizabeth, que vuelva a ser la muchacha risueña y divertida, que era antes del triste desenlace, para ello deciden desmontar la cuna y convencer a Elizabeth, que este triste episodio, ha sido tan solo una desgracia en el largo trayecto que representa la vida, donde alternan momentos de felicidad, con otros de adversidades e infortunios.


..-¡Cariño, pronto nos pondremos a buscar otro bebé, que nos devuelva la felicidad, para ello, debemos ser fuertes, resistentes, para afrontar la vida con decisión!.


Exclama, Steve, totalmente convencido de que su mujer superará esta momentánea depresión.


Con las palabras de aliento y la inestimable ayuda de Francisca, Elizabeth, logra superar la depresión, convencida de que pronto volverá a engendrar sobre su vientre, una nueva criatura. Mientras tanto, en Minas de Tharsis, siguen los alumbramientos, no solo en el pueblo, también en cortijos y otras zonas aledañas a la pedania.

Una prima hermana de Francisca, llamada María, espera para fechas recientes, el nacimiento de su primer hijo. Con todo preparado para la llegada del bebe, a la familia le falta, lo esencial, una pequeña cuna que albergue a la criatura, que está a punto de llegar. Debido a la penuria económica de la familia, María, recurre a su prima hermana Francisca.


..-¡Prima, tu que trabajas con los señoritos, los cuales han sufrido la perdida de una hija, recientemente...¿Podrías hablar con ellos, para que te puedan dejar la cuna, tan solo por un corto espacio de tiempo?


Exclama, María, con pregunta final.


..-Querida prima, haré todo lo posible, aunque la señora ha estado muy afectada, creo que la podrán dejar, aunque la debes cuidar bien, ya sabes como son estos ingleses, en el cuidado de las cosas.


Responde, Francisca.


..-¡No te preocupes prima, la cuidaremos bien y la entregaremos lo antes posible!.


Exclama, María.



A la mañana siguiente, cuando Steve, regresa del trabajo, Francisca, pregunta, pues sabe que si pregunta a Elizabeth, la respuesta sería negativa, pero con Steve, es diferente, pues comprende, que la cuna debe guardar un largo periodo de tiempo sin usar.


..-¡Señorito Steve, puedo hacerle una pregunta!.


Exclama, con cierto nerviosismo Francisca.


..-Claro Francisca, pregunte usted lo que desee.


Responde, Steve, chapurreando un castellano, ininteligible.


..-Verá usted Don Steve, mi prima hermana María, espera en los próximos días la llegada de su primer hijo, pero le falta lo más elemental, una cuna, y yo había pensado si....



Enuncia, Francisca, cortada por Steve.


..-...Si podría prestar la cuna...pués claro Francisca, nosotros ya no la necesitamos de momento.


Responde, Steve, ante el rostro risueño de Francisca, que saluda con un gesto cortés.


..-¡Debes tener cuidado, no quiero que se entere Elizabeth, debemos guardar el secreto, y si descubre que no está, le diré que la he mandado a reparar!.


Exclama, Steve.


..-Muchas gracias señorito, mi prima estará eternamente agradecida, se la devolveremos lo más rápido posible, hasta que mi prima pueda adquirir una nueva.


Responde, Francisca.


Horas más tardes, la cuna es desmontada e introducida en el coche de Steve, que la llevará hasta la calle Costa, donde reside María, en un pequeño cuartel.

Ya con la cuna, que ocupa parte de unas de las habitaciones, por fin, se produce el feliz alumbramiento de María, que no ha necesitado acudir hasta la capital y un precioso varón de casi cuatro kilos, es recogido por la experta matrona Carmen. Poco después del feliz parto, el matrimonio se muestra satisfecho y el niño es alojado en la cuna, color rosa, que antes ocupó la fallecida Margareth.


Transcurrida solo una semana, del feliz parto donde el niño mostraba una excelente salud, de pronto comienza con los mismos síntomas mostrado por Margareth, perdida de apetito y extraña fiebre que no atiende a enfermedad ninguna en concreto. Los padres, apesadumbrados acuden al médico de cabecera Feliciano, que tan solo puede diagnosticar, lo que observó en la pequeña Margareth. Con unos padres afligidos, sin saber que hacer, pues los cuidados son continuos, fallece el pequeño Emilio, nombre elegido por el joven matrimonio, para su primer retoño.


Capitulo III


De nuevo la cuna, desmontada, retorna hacia el chalets, con la familia completamente consternada por lo sucedido, donde ningún miembro de la unidad familiar, puede dar crédito del triste suceso acaecido, y tan solo se atreven a decir... Así lo ha querido Dios... fundamentando esta creencia, basada en sus fuertes raíces, religiosas, admitiendo y aceptando, el castigo.


A finales del año de 1963, nuevamente, Elizabeth, queda encinta. La buena noticia llega hasta oídos de Steve, que felicita a su mujer besándola en los labios. Comienza de nuevo, largos meses de espera, hasta la llegada del tan ansiado segundo hijo. Elizabeth, cuida la salud, como nunca antes había echo, basada en una alimentación rica en fibra, aportadas por pan integral, verduras, frutas y carnes de aves, además de todo ello, rigurosos controles de tensión arterial y glucosa en sangre, cuidaran de que el bebe esta vez nazca sano y fuerte. También los paseos por los alrededores del magnifico enclave que es la “Huerta Grande” ayudarán en medida a que la salud de Elizabeth, sea inmejorable.

Una nueva criada es contratada, para que ayude a Francisca en las labores del hogar. De esta forma los esfuerzos de Elizabeth, se reducen al máximo, ocupando el tiempo al reposo.


Según por la fecha de Elizabeth, anotadas en el diario, el feliz alumbramiento debe producirse en julio, de este año de 1964, al contrario que ocurriera con el anterior, que se produjo en un mes donde las temperaturas suelen bajar de manera brusca. Steve, por su parte, ha montado la cuna, traída hace ya algunos meses de casa de María, y que tristemente, en su interior, haya alojado el cadáver del pequeño Emilio. Aún no saben el sexo, de la criatura, que alberga el vientre de Elizabeth, aunque según Francisca, cree que será varón, pues el rostro de Elizabeth, muestra mayor hinchazón en la zona de los pómulos.


En pleno mes de julio, Steve, que acaba de coger vacaciones, pasa largo rato al lado de su mujer esperando el momento, que comience los dolores, para actuar de manera rápida y precisa, y eso ocurre precisamente una calurosa tarde de mediados de mes. Nuevamente el matrimonio junto con Francisca, emprenden el camino de Huelva. Esta vez el control es exhaustivo y no se ha aguardado tanto tiempo como el primero. Una vez en Huelva, Elizabeth, pasa a la sección de Ginecologia, allí permanecerá, bien atendida y vigilada. Steve, por su parte, junto con Francisca, esperarán nuevamente el desenlace final, en los duros asientos de la sala de espera.


Consumidor moderado de tabaco, muestra nerviosismo, y son continuos, los cigarrillos, una vez consumidos, depositados en el cenicero de la sala de espera.


..-¡Francisca, por favor, puedes comprar unas cajetillas de tabaco, en algún estanco cercano!


Exclama, Steve, casi rogando.


..-Claro que si señorito.


Responde, Francisca, con rostro reflexivo, compadeciendo, al comprobar el estado de, Steve.


..-¡Muchas gracias Francisca, mira, esta es la marca de tabaco que quiero!.


Exclama, Steve.


Pasados un tiempo que para Steve, resultó eterno, regresó Francisca, con las dos cajetillas de tabaco que había pedido.


..-¡Muchas gracias Francisca, esto me ayudará a soportar la tensión, las horas se hacen interminables!


Exclama, Steve


..-Calmese señorito, todo va a ir bien y en esta ocasión va a tener un hijo varón.


Responde, Francisca, totalmente serena.


La llegada de la tarde, con la brisa fresca de poniente, refresca el ambiente, trayendo buenas noticias.


..-¡Familiares de Elizabeth, Duncan!


Exclama, una enfermera más joven que la anterior.


..-¡Si, nosotros somos!


Exclaman, al unísono, Steve y Francisca.


..-¡Enhorabuena, es usted padre de un precioso hijo varón!.

Exclama, la enfermera, con rostro sonriente


Pasados nuevamente, un par de días, el matrimonio regresa, para casa, donde Steve, ha lijado la cuna, para pintarla de azul. El nombre elegido para el niño será...John, Charles, Duncan, pues ambos han tomado los nombres de pila de sus abuelos.

La felicidad vuelve otra vez a reinar, en la casa del joven matrimonio, y Steve, se reincorpora al trabajo con una sonrisa en los labios. Elizabeth, en los primeros días, muestra cansancio, aunque pronto se recupera al ver a su hijo radiante de felicidad y salud. Pasadas las primeras semanas, el niño goza de una salud inmejorable, contrastando con la debilidad que mostró la pequeña, Margareth, permitiendo que Elizabeth, olvide por completo aquellos tristes momentos.


Pasado casi un mes, un llanto a mitad de madrugada, alerta a Elizabeth, que duerme junto a la cuna, en estos primeros meses. Al encender la luz de la habitación y coger el niño en brazo, Elizabeth, observa al niño temblar, por lo que decide colocar el termómetro y comprobar que la temperatura ha subido.



..-¡Steve, Steve, el niño tiene fiebre, lo acabo de comprobar!


Exclama, Elizabeth, despertando de manera precipitada a Steve.


..-Tiene fiebre, puede ser, que haya cogido un enfriamiento, las temperaturas nocturnas han bajado.


Responde, Steve, para calmar a su mujer.


A la mañana siguiente, tras una noche en vela, es avisado nuevamente el doctor Feliciano, que remite nuevamente, que el niño sea visitado por un pediatra, de gran fama en la ciudad onubense. Al contrario que ocurriera con, Margareth, John Charles, no será enviado a Huelva y el seguimiento se hará desde casa. Pasados unos días la mejoría del niño, no se produce, y Elizabeth y Steve, nuevamente desencantados no se explica que puede suceder. Totalmente abatidos, apesadumbrados y desalentados, se enfrentan nuevamente que la muerte con su afilada guadaña, haga acto de presencia, para segar la vida del pequeño, y este echo provoca en el matrimonio, ira, rabia e indignación. A comienzo del mes de septiembre de 1964, John Charles, fallece, en su cunita, pintada por Steve con esmero. Nuevamente en poco más de dos años, un cortejo fúnebre, se dirige hacia el cementerio inglés del “Vulcano”, para dar sepultura bajo la sombra del gran pino piñonero, junto a su hermana Margareth, del segundo hijo del matrimonio John Charles.


Capitulo IV


Steve y Elizabeth, requieren tratamiento psicológico, los dos fallecimientos ocurridos, en un corto periodo de tiempo, han causado una profunda depresión en el matrimonio, que requerirá los servicios de un profesional, para salir del profundo pozo en el que se encuentran.

Al levantarse una mañana, y observar la cuna, vacía, una sensación de rabia e ira, recorre el fornido cuerpo de Steve, que coge la cuna, para cargarla en el coche. Mientras tanto, Elizabeth, debido al tratamiento, duerme profundamente. Steve, con la cuna, se dirige hasta una vieja corta abandonada, llamada “Esperanza”, donde es arrojada. Luego regresa a casa y no comenta nada a su mujer.


Pasados unos días, en la corta “Esperanza” donde se ha formado un pequeño basurero, un indigente, que busca viejos muebles y todo tipo de objetos, encuentra la cuna y se frota las manos, pues puede sacar algo de dinero por el hallazgo, con su venta.


..-¡Vaya cuna preciosa!...¿Que desgraciado, millonario, harto de dinero, puede arrojar tan valioso objeto?.


Exclama, el indigente, con una pregunta final.


..-¡Creo que la podré vender bien, me darán un buen dinero, para beber buen vino en el casino...jajajajaja!


Exclama, el indigente.


Después de limpiar la cuna, la lleva hasta el pueblo. Bordeando la corta Filón Norte, llega hasta el casino, paso obligado de multitud de personas y la instala en una cercana esquina.


..-¡Mira Leonor, que cuna más bonita, para tu nuera, que espera una criatura!


Exclama, Rosa.


..-¿Está en venta, buen hombre?


Pregunta, Leonor.


..-Pues si, está en venta.


Responde, el indigente


..-¿Y cuanto quiere por ella?

Pregunta nuevamente, Leonor.


..-Pues no sé, pero observe lo bien tallada que está y pintada de azul, es preciosa.


Enuncia, el indigente.


..-Yo le doy ahora mismo, 20 duros y no puedo ofrecerle más.


Responde, Leonor.


..-20 duros es poca cosa, pero acepto, ya que ha mostrado usted interés.


Asevera, el indigente.


Con el dinero conseguido, el indigente, se acerca hasta el casino cercano, para dar buena cuenta del vino de garrafón, de tanto éxito, entre los mineros.


Días después, Leonor, visita la casa de su hijo, en calle San Ernesto, donde hará entrega a su nuera Sebastiana, de tan extraordinario regalo.


..-¡Aquí tienes barrigona, la cunita de mi nieto o nieta!.


Exclama, Leonor, con rostro alegre.


..-Oh, es fantástica, preciosa, muchas gracias querida suegra, su hijo Mario, se alegrará mucho esta noche, cuando vuelva de la mina.


Responde, Sebastiana, con rostro de felicidad.


Meses después nace el hijo de la joven, pareja, un precioso varón de abundante, cabello negro. La cuna, lijada y pintada por Steve, aloja al nuevo inquilino. Sebastiana y Mario, ajenos a la siniestra historia, de la cuna, se muestran felices y contentos. Pasadas unas semanas, la pequeña criatura, llamada Daniel, comienza a palidecer, sin que haya razones. Primero, unas décimas de fiebre, para continuar con malestar general, perdida de apetito y desnutrición, acabando con la vida del pequeño, ante unos padres, que no se explican que ha podido ocurrir.


Familiares y amigos del matrimonio, pasan por el pequeño cuartel, para mostrar sus condolencias, a la pareja, entre ellos Francisca, ya que Sebastiana es amiga de toda la vida. Al penetrar en el pequeño cuartel, da las condolencias al matrimonio y al girar la cabeza, observa sobre un rincón del mismo un objeto que la hace palidecer y alterarse, emitiendo un grito de horror.



..-¡Ahhhh, esa cuna, que hace ahí, quién la ha traído!

Exclama, Francisca, con el rostro totalmente desencajado.


..-Esta cuna, fue comprada a una persona, por mi suegra, no me dijo el nombre.


Responde, Sebastiana, con los ojos llorosos, por la perdida de su querido hijo.


..-Esa cuna perteneció, a mi señoritos Steve y Elizabeth, que habitan el primer chalets bajando por la “Huerta Grande”...hace varios meses, mi señorito Steve, la arrojó en algún lugar del pueblo....esa cuna está maldita, con vuestro hijo son ya cuatro los niños fallecidos...debéis deshaceros de ella, hablaré con Steve y os dará el dinero que invirtió tu suegra, en la compra.


Asevera, Francisca.


Ya más calmada, Francisca, cuenta la historia que todos conocemos...


...-...Según Elizabeth, la cuna fue un regalo de su abuelo materno, carpintero de profesión, que la talló con esmero, para regalar a su nieta, cuando vino a España.



..-Pero que mal puede alojar una cuna de madera, no encuentro explicación, aunque es verdad que según me cuentas son ya cuatro las victimas, alojadas en ella.


Responde, Sebastiana, mas calmada.


A la mañana siguiente, Francisca, cuenta lo sucedido a Steve.


...- La debí destruir, esa cuna está maldita, construida con algún tipo de madera que la hace letal, debemos ir a por ella y traerla, la culpa ha sido mía...debí destruirla, oh dios.


Responde, Steve, muy enfadado, con lágrimas sobre los ojos.


Esa misma tarde, acompañado por Francisca, la cuna regresa de nuevo hasta el chalets, Steve, de manera educada, da las condolencias al joven matrimonio y devuelve a Leonor , muy afectada el dinero invertido.


Capitulo V


En el verano de 1965, el matrimonio, regresa a Inglaterra de vacaciones, Steve, está muy interesado en conocer la historia de la cuna, averiguando que maderas fueron empleadas, por el abuelo Charles, en su construcción y si guarda alguna relación con los fallecimientos o solo ha sido, casualidades o simplemente azar. Elizabeth, aún bajo los síntomas del fuerte tratamiento, muestra aptitud negligente, mostrando desidia, desgana, en cada uno de sus actos.


..-¡Cariño, regresamos a Inglaterra, debemos ser fuertes, olvidando esta dura etapa, que nos ha tocado vivir, intentaremos de nuevo buscar el niño que nos otorgue la felicidad, aún somos jóvenes!


Exclama, Steve, con palabras de aliento hacia su mujer, besándola en los labios.


Francisca, la joven criada, queda a cargo de la casa, siente escalofríos al pasar por delante de la cuna, que se encuentra en el garaje, a espera del viaje de regreso del matrimonio, donde se tomará una decisión.


El aeropuerto de Heathrow, recibe al matrimonio, en un día lluvioso, en contraste con las altas temperaturas que reinan en España. Tras alquilar un coche en rent a car, el joven matrimonio se dirigen al pueblo donde vive Charles, abuelo de Elizabeth. El pueblo, a pocos kilómetros de Londres, recibe el nombre de Guildford.

Tras recorrer sus calles, pronto encuentran la dirección donde habita el anciano Charles. Un lugar de casas individuales, rodeada por una pequeña parcela, donde también se encuentra la carpintería.


Con enorme júbilo, recibe Charles, al joven matrimonio. Aún sorprendido, y tras los pertinentes saludos, Charles, ayuda al matrimonio a descargar, el equipaje. Con una merienda, donde no falta té y pastas, Charles muestra sus condolencias al matrimonio por las irreparables perdidas sufridas. Se siente apenado, la repentinas muertes de sus bisnietos, han causado mella, en su estado emocional, afectivo y anímico, y desde hace ya tiempo no trabaja en la carpintería.


..-Trabajé con mucho esmero, en la construcción de la cuna, puse todo mi empeño, lo siento.


Asevera, con palabras honestas, irrumpiendo en llanto.


...-Querido abuelo, no sientas culpabilidad, ha sido el destino, no debes cargar con esa pesada loza, pues no has tenido nada que ver.


Responde, Elizabeth, que repentinamente olvida su aptitud negligente, para ofrecer palabras de aliento a su abuelo.


Para, Charles, viudo hace años, Elizabeth, representa su nieta favorita, pues era la menor de todos los nietos, y con la que pudo pasar más tiempo, cuando vivía en Londres. Tras la merienda, Steve, se dispone a contar a Charles, los trágicos y extraños, sucesos acaecidos en Minas de Tharsis, con los fallecimientos de sus dos bisnietos y dos niños del pueblo, donde la cuna estuvo presente alojando a los infortunados.


Después de escuchar detenidamente, la conversación de Steve, Charles, comienza a hablar, contando toda la historia de la construcción de la cuna.


..-La madera la recogí, de un roble, abatido por un rayo. No encontré nada extraño, me parecía de buena calidad y como mi nieta estaba embarazada, pues pensé en la construcción de una cuna.


Responde, Charles, con rostro serio.


..-¡Charles, nos puedes indicar el lugar exacto, donde recogió la madera!.


Exclama, Steve, concentrado en las palabras emitidas de Charles.


..-¡Obviamente, el lugar, está cerca de aquí!...la zona está abandonada, dice la gente del pueblo, que antes había allí un hospital infantil. No conozco muy bien el pueblo, pues hace pocos años que resido aquí.


Exclama, Charles, con enunciación final.


..-¡Bien, pues visitemos el lugar!


Exclama, Steve.


Tras recorrer, unos escasos kilómetros, Steve, Charle y Elizabeth, se encuentran frente al viejo hospital infantil, abandonado.

El viejo roble, abatido por el rayo, se consume con la voracidad atroz de multitud de larvas, de diferentes insectos. El viejo roble, retirado de la edificación, a una treintena de metros, posee tierra fértil en abundancia, lo que hizo que su tamaño fuera descomunal. La sensación que ofrece el lugar es desalentador y deprimente, y no se percibe en sus alrededores ni trinos y gorjeos de aves, tan abundantes en zonas arboladas.


Steve y Charles, penetran en el interior, del hospital en ruinas, y una sensación de ahogo se apodera de ambos. Mientras Elizabeth, permanece fuera, observando las viejas estructuras, esta emite un alarido de horror, al observar sobre el piso superior una figura espectral.


..-¡Que ha pasado, porqué has gritado!


Exclaman, al unísono Steve y Charles.


..-Steve, abuelo, regresemos, este lugar lúgubre, tétrico y siniestro, me produce escalofríos, acabo de ver sobre uno de los ventanales una figura espectral...por favor, abandonemos este lugar.


Responde, Elizabeth, aun con temblores y escalofríos.



En su vuelta para casa, Steve, comenta con Charles.


..-¡Charles, quiero conocer la historia de ese hospital, quiero conocer el misterio que guarda ese viejo roble, que se pudre carcomido de polillas y larvas!.


Exclama, Steve, con tono serio.


..-Aquí en el pueblo hay una persona mayor, que conoce bien todas las historias, tiene recopilados muchos periódicos, libros y recortes de prensa, el nos puede indicar que sucedió con el hospital infantil. A pesar de sus años posee un mente lúcida.


Asevera, Charles, interesado al igual que, Steve en conocer la historia.


..-¡Podemos hacer una visita, Charles!


Exclama, Steve.


..-Obviamente, ahí mas adelante vive el, con su nieta, que lo cuida al quedar viudo.


Responde, Charles.


El anciano Henry, vive con su nieta Lucy, rodeado de libros, periódicos y recortes de prensa que lee y relee.

Con absoluta amabilidad, el anciano hace pasar hasta su hogar, al matrimonio y Charles, invitándolos de manera cortés, a tomar el clásico té de las cinco de la tarde.


..-Se preguntará honorable señor, Henry, a que se debe nuestra visita, se lo explicaremos....



Asevera, Charles, contando la historia que ya conocemos.


..-....Entonces es cuando el marido de mi nieta, llamado, Steve, quiere indagar sobre la procedencia de dicha madera y el lugar en cuestión.


Asevera, Charles, terminando la larga historia.

..-Sin lugar a dudas, escalofriante historia, esta que me acabas de contar, Charles, aunque debo decirte, que ese lugar está maldito, porque contestadme, si habéis escuchado algún trino o gorjeo de pájaro.


Asevera Henry, entrando de esta forma en la conversación.


..-¡Nada, tan solo el rechinar de las maderas del derruido hospital y la figura espectral, divisada por mi nieta!.


Exclama, Charles.


..-Ese lugar, que habéis visitado, es regularmente frecuentado por parapsicólogos, que obtienen psicofonías, sobre todo de voces que corresponden sin lugar a dudas a pequeñas criaturas, además también se han observado apariciones espectrales, como las que ha observado tu nieta. Yo sinceramente, no creo en psicofonías, fantasmas y espiritus, pues todo guarda relación con el grado de sugestión de cada persona, al entrar en contacto con lugares donde ha habido fallecimientos, sin causas justificadas, y donde se ha sufrido torturas, martirios y sacrificios humanos.


Asevera, Henry.


..-Muy bien Henry, estoy de acuerdo con usted, donde subraya que el grado de sugestión y creencias, cambia en cada persona, por eso le digo que yo por ejemplo, que era una persona que no creía en nada de esas historias, con este caso acaecido en Minas de Tharsis, creo sinceramente que algo ha impregnado ese lugar de malignidad y perversidad y debemos conocer la historia que guarda esas hectáreas de terreno y el hospital.


Asevera, Steve.


..-Bueno amigos, aquí reunidos, es hora de contar la historia, que cada uno de vosotros saque conclusiones.


...-”El viejo hospital, fue construido, a mediados del siglo pasado, inaugurándose, como hospital general. A principios del nuevo siglo, con la inauguración de un nuevo hospital, este pasó a ser hospital infantil, con sus unidades de obstetricia y ginecología. En la década del treinta, comenzaron a hacerse, en habitaciones secretas, prácticas ilegales de abortos. También niños no deseados o con malformaciones congénitas, fueron exterminados de manera misteriosa y enterrados bajo la gran sombra que ofrecía el roble. Para deshacerse de los cadáveres, se dice, que empleaban una extraña sustancia, que hacía desaparecer el cuerpo sin dejar rastro alguno. Lo cierto es que sobre el gran roble todo animal que acudía hasta su refugio, caía fulminado, por eso sobre el lugar no habéis apreciado canto alguno de aves o animal. Tu abuelo de manera indirecta, pues no conocía la macabra historia, recogió esas ramas para la construcción de la cuna. Debéis destruir la cuna, prendiendo fuego. Años más tarde la policía logró las pruebas necesarias para detener a los responsables de tan macabros y funestos actos, siendo encarcelados. Bajo el gran roble, tras declaración de los imputados, aparecieron pequeños huesos, que no fueron disueltos por el extraño liquido, que usaban para disolver los cuerpos.


..-¡Ufff, impresionante, Henry, vaya historia!.


Exclama, Steve


..-Muchas gracias, Henry, por facilitarnos y contarnos la historia del siniestro hospital.



Asevera, Charles.


..-No sabemos, con qué intención, realizaron dichas prácticas, lo cierto es que muchas criaturas inocentes perdieron la vida, ante seres desalmados, sin piedad, clemencia y compasión.


Asevera, Steve.


..-Por desgracia así somos los seres humanos.


Afirma finalmente, Henry.


Charles, que ha seguido toda la historia, con interés, se muestra desconsolado.


..-Me debí informar mejor de ese maldito lugar, por mi culpa, pequeñas criaturas, han perdido la vida...lo sientoooooooooooo.


Asevera, Charles, irrumpiendo en llanto, siendo calmado por el matrimonio.


..-Querida familia, me costará mucho superar esto, os pido perdón.


Responde, Charles.


Tras descansar y visitar lugares de Gran Bretaña, Steve y Elizabeth, regresan a Minas de Tharsis. Por la cabeza de Steve, solo una idea, transcurre, quemar la cuna en algún vaciadero. El matrimonio, tras los rigurosos saludos a Francisca, cargan la cuna en el coche y la llevan hasta un vaciadero de mineral próximo, donde prenden fuego, junto con ramas de brezos y eucaliptos. Steve, Elizabeth y Francisca, respiran tranquilos, cuando las últimas maderas son, devoradas por el fuego y esparcidas sus cenizas, por las tierras ácidas que conforman el impresionante vaciadero.


Días después de su llegada a Minas de Tharsis, una trágica noticia, entristece a Elizabeth...Charles, es encontrado muerto, en su habitación. Junto a la mesilla de noche, se encontraron pastillas de cianuro.


Al final de la década de los sesenta, nuevamente, Elizabeth, queda encinta y un precioso bebe llega al mundo, cuyo nombre será John Charles, en honor a su primer hijo varón fallecido. La cuna esta vez, será construida, por un joven carpintero local de apellido Gallardo. Transcurrido unos años, el matrimonio retorna a Inglaterra, dando las bienvenida a los nuevos inquilinos del chalets, la familia Davis.


La cuna.


Un relato original de Marcos Tenorio Márquez

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