Recuerdos
de Tharsis....El Economato
...Al
volver del colegio, mi vecina Josefa, exclamaba.
..-¡Marcos, tu madre está en el economato, me dijo que la ayudaras a traer la compra!.
Tras
dejar la pesada maleta, en alguna silla, me dispuse ayudar a mi
madre, con la compra, en mis pensamientos, sólo una idea, saborear y
degustar el rico chocolate, marca “Elgorriaga”. Cruzando
la plaza, entablé conversación con mi tío, Juan González (d.e.p)
luego, Fernando Capela,(d.e.p) reclamaba mi atención, a lo que
respondí con una exclamación.
..-¡Llevo prisa Fernando, perdone, debo ayudar a mi madre con la compra!
Seguidamente, Fernando, continuó con sus labores en la pequeña oficina, en un rincón de la plaza, donde se guardaba los pesos y demás mobiliario, destinados a pesar la carne, frutas y pescado.
Entrando en
el economato, observo a mi madre en un extremo, dónde Eduardo Orta
(d.e.p) haciendo gala de exquisita simpatía, cobraba a través de
una ventanilla, la compra que se iba a efectuar. Para tal menester,
anotaba en una cuartilla de color azul, todos los productos con su
precio, tras sumar todos los productos, cobraba, y la cuartilla era
introducida en una libreta de color blanco titular del dueño y
asociado, en este caso mi padre, Bartolomé Tenorio Díaz
(d.e.p).
Luego, debías esperar el turno de llamada, sentado cómodamente en un gran banco de madera, color verde, acolchado en su asiento con skay, color burdeos.
Los
dependientes del economato, todos con indumentaria color marrón
claro, se afanaban para servir a cada una de las personas, que
aguardaban su turno de forma paciente. Una vez llamado por el nombre
del titular, comenzaba la labor de ir reuniendo los productos, en
torno a la persona, para tal menester el economato contaba con un
gran mostrador de madera color celeste claro. En un extremo del
extenso mostrador, observo a mi tía Juana Mora,(d.e.p) que estaba
efectuando la compra, atendida por Pedro. De pronto mi tía me llama
y me obsequia con una barra de chocolate, “Elgorriaga”, que
recojo dando las gracias.
Tras permanecer en el economato, un amplio periodo de tiempo, Antonio Melón, (d.e.p) llama al titular de la libreta.
..-¡Bartolomé Tenorio!
..-Menos mal, ya era hora.
Responde mi madre.
Con
todos los productos reunidos, guardamos en los canastos y abandonamos
el local, con dos barras de chocolate, de las cuales daremos buena
cuenta mi hermana y yo.
El economato de Tharsis, perteneciente a la compañía de azufre y cobre, constituía para todos los obreros de la misma, un enorme aliciente, para la compra de productos a precios asequibles.
Para tal menester, la compañía construyó un enorme edificio, que junto con las calles colindantes, formaban la llamada plaza de abastos. Esta edificación, junto con el cine y casino, estaba destinadas a ofrecer a los trabajadores, ciertas disposiciones, bajo estatuto y reglas, que debían de cumplir, bajo sanciones de no respetar las leyes establecidas, ya que todo este compendio de normas y manuales, estaban destinados para favorecer y beneficiar a los trabajadores, con sus respectivas familias.
Llegado el mes de diciembre, la compañía minera entregaba a cada obrero, varias cajas de mantecados y dos botellas de licores, que retirábamos con enorme ilusión en horario de tarde. Con el paso de los años y el declive de la minería, el economato, esa gran tienda de productos, que tanto contribuyó y colaboró, a que miles de personas se beneficiaran de productos a precios accesibles, sucumbía ante el eminente cierre de la actividad minera. Poco tiempo después, el empresario que suministraba los productos al economato, se quedaba con el emblemático edificio, por falta de liquidez de la empresa minera. Nuevos tiempos para un vetusto edificio, el cual, se acondicionó y adoptó, para que su amplia superficie se convirtiera en un moderno supermercado de nombre...ECOLAMI, cuyas iniciales significan...Economato, Laboral Minero.
Para terminar este pequeño relato, del emblemático lugar, a los que todos/as recordamos con cariño, nombraré a las personas que tuve el gusto de conocer, que contribuyeron con profesionalidad y esmero que el economato gozara de buena salud en aquellos maravillosos años. Los implacables ciclos de la vida, no muestran, compasión, piedad y lastima y aquí estamos, para vivir, el tiempo que nos ha tocado.
Obviamente, hubo más trabajadores en todos aquellos años, aunque los que yo conocí y les dedico este pequeño homenaje son:
Juan Ramón Roldán...Dicharachero, ocurrente, de medina estatura, claramente reconocible por su voz “ronqueña”, que acompañaba con algún gruñido, cuando se enfadaba por algo. Su rostro lucía gafas de graduación alta, las cuales limpiaba con el sudor que a veces emanaba de su frente. Ya en su madurez tardía, conoció al amor de su vida, del pueblo cercano de Villanueva de las Cruces, que lo acompañó hasta el final de sus días....Descansa en paz..Juan Ramón.
Bartolomé Francisco...Más conocido por Bartolomé el curto, hermano de José el curto (d.e.p). Bartolomé, movía sus más de metro ochenta, tras el mostrador, con agilidad felina, sirviendo con total responsabilidad, los productos anotados en la pequeña hoja de color azul. Devoto de Santa Bárbara y el club atlético Tharsis, transmitió a su familia, el profundo amor que sentía por su pueblo, costumbres y tradiciones, las cuales siempre le acompañaron, en todos los actos que estuvo presente...Descansa en paz...Bartolomé.
Eduardo Orta..Mi querido vecino. Eduardo, ocupaba un puesto relevante, dentro de la estructura y organización del economato, pues tenía la responsabilidad de hacer la lista de la compra a las personas que acudía, hasta su pequeña oficina, al final del mostrador. Oficina que comunicaba con las personas, a través de una pequeña ventanilla, para anotar sobre una cuartilla de color azul, la compra a realizar. Una vez realizada, Eduardo, repasaba con total ejercicio de responsabilidad, la lista una y otra vez, para que todo fuera correcto, cobrando a continuación el coste de la misma. En todo este tiempo, frente a las personas, Eduardo, trasmitía optimismo, entusiasmo y ánimo, con ocurrencias y chistes, exhibiendo una sonrisa, acompañada de leves risas que contagiaba a la persona que tenía enfrente. También conocido en el pueblo, por su trabajo, con las persianas, labor que realizó con total entrega y dedicación, para que las personas quedaran satisfechas...Descansa en paz...Eduardo.
Juan Redondo...Nobleza, honradez y sinceridad, estos son solos, algunos adjetivos, estrechamente ligados a la personalidad de Juan, el cual transmitía confianza, tranquilidad y sosiego, cuando entablabas alguna conversación con el. De estatura alta y cuerpo bien definido, denotaban que en su juventud, había practicado algún deporte, aunque su gran pasión en estos años que lo conocí, era sin duda el ajedrez, juego aburrido para muchos, por la lentitud y parsimonia de movimientos, solo apto para personas con coeficiente de inteligencia alto. Tharsis, aquellos años, poseía un elenco de grandes jugadores, en los que destacaba Juan, cuyos enfrentamientos con otros compañeros, se producían la mayoría de veces, en el circulo minero, ante la atenta mirada de un público, que no comprendía bien el juego. Su timbre de voz, claro, diría casi radiofónico, resonaba con fuerza en todo el vetusto edificio, cuando llamaba al titular de la cartilla. Personas como Juan, de personalidad bien definida, inteligente y culta, cuya sencillez y trato, calaron hondo, entre las personas que lo conocieron, es lo que necesita esta sociedad nuestra...Descansa en paz Juan.
Antonio Melón...De aspecto bonancible, y complexión amplia, en la cual relucía un poco de obesidad, que pasaba totalmente desapercibida, por la soltura que desarrollaba en sus movimientos. Antonio, era el encargado de recoger la libreta a los titulares y desempeñaba esta función, al final del mostrador casi al lado de Eduardo. La imagen de Antonio, con sus pequeñas gafas, sobre mitad de nariz, mientras anotaba con el bolígrafo, quedó grabada en mi cerebro, cada vez que lo recuerdo, y esa es la imagen que guardo de el, cada vez que menciono y rememoro su figura. A primero de mes, el trabajo que desempeñaba, Antonio y sus compañeros, se incrementaba, puesto que llegaba titulares de cartillas del pueblo de Alosno y Villanueva de las Cruces, esto ocasionaba, que nuevas personas eran contratadas para estos días de intensa actividad. Por último y para terminar con el bueno de Antonio, debo decir que era un magnifico y excelente, relojero, trabajo que desarrolló en su hogar, con excelentes resultados, en aquellos vetustos relojes de manecilla y cuerda, que quedaron en el olvido....Descansa en paz...Antonio.
Gutiérrez...Desconozco su nombre de pila, por eso pongo su apellido, por el que era conocido, cuando lo mencionábamos. Gutiérrez desarrollaba, su trabajo, en una oficina la cual se encontraba al final del pasillo, en la parte izquierda, cuando entrábamos al economato, totalmente opuesto a la oficina de Eduardo, y este trabajo consistía en rectificar las cuartillas y vales, por si había algún error. Bien uniformado, pulcro e impecable, en su forma de vestir, destaco de su imagen y figura, su pequeño y fino mostacho, el cual se asemejaba al que lucía el gran actor Clark Gable. En sus esporádicas apariciones, tras el mostrador, recuerdo el profundo amor que sentía por los felinos, a los cuales mimaba y agasajaba, para que no le faltaran agua y comida, y de esta forma mantenía a raya, la población de ratas y ratones, que pululaban, por las dependencias....Descansa en paz...Gutiérrez.
Pedro...Fue el último trabajador, contratado por la compañía minera, con compromiso fijo. Recuerdo una frase, de mi querida madre, cuando mencionaba a Pedro.
...-Fíjate, que yo lo tuve en mis brazos, cuando nació, y mira como ha crecido.
Al comprobar su imagen, de talla elevada, donde resaltaba un mostacho de color negro azabache, al igual que su cabello. Pedro, ofrecía una imagen de persona seria, formal y responsable. Tuvo que marchar de su querido Tharsis, cuando la compañía minera ofreció casas en el pueblo vecino de Alosno, ya que la construcción de nuevas casas en Tharsis, estaba prohibida, de esta manera, muchas personas en su mayoría, nuevos jóvenes contratados, tuvieron que tomar esta decisión. Al ser el más joven de todo el elenco, Pedro , es el único que conserva la vida y seguro que en charla amigable con el, nos contaría, una y mil anécdotas surgidas, en sus años junto a aquel extraordinario grupo de personas. Desde este humilde blog, mando un cordial saludo y abrazo, para una excelente y buena persona, deseándole que tenga mucha salud.
Juan Alonso Monterde y Miguel González... De las últimas personas que recuerdo, que ofrecieron sus servicios, en el economato, ellos dos, son los que figuran en la lista. Contratados al principio, para los primeros 15 días de cada mes, cuando el número de titulares de cartilla se incrementaba, debido como ya dije, a la llegada de personas de los pueblos vecinos de Alosno y Las Cruces, tanto Miguel como Juan Alonso, se adaptaron bien, a la exigencia del trabajo, donde la juventud, fue determinante, para desarrollar una ocupación, donde el vigor, agilidad y dinamismo a la hora de servir los productos, estaban de su parte.
Y hasta aquí, este pequeño relato, de un lugar, al cual todos recordamos, con profundo cariño y admiración.
Recuerdos de Tharsis....El Economato
Marcos Tenorio Márquez
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